La mili de los ultraortodoxos desgarra al Gobierno de coalici¨®n israel¨ª
Los laicos exigen el fin de los privilegios de los 'haredim', exentos de ir a filas
El debate pol¨ªtico en Israel se centra en un solo tema desde hace semanas: la nueva ley que debe obligar a ultrarreligiosos jud¨ªos y ¨¢rabes a alistarse en el Ej¨¦rcito. Las diferencias entre los partidos que forman la coalici¨®n de Gobierno han puesto en peligro la supervivencia del Ejecutivo, que amenaza con desmembrarse de no alcanzarse un consenso en los pr¨®ximos d¨ªas.
El domingo, el primer ministro, Benjam¨ªn Netanyahu, quiso vender como un triunfo las negociaciones que l¨ªderes pol¨ªticos, grandes rabinos y ciudadanos-soldados mantienen en Israel para decidir qui¨¦n est¨¢ obligado a ir al Ej¨¦rcito. ¡°Durante 64 a?os, no hemos manejado bien este asunto. Ahora nos enfrentamos a la posibilidad de una decisi¨®n hist¨®rica¡±, dijo durante la reuni¨®n dominical del Consejo de Ministros, en la que adelant¨® sin embargo que el cambio ha de ser ¡°gradual¡±, al contrario de lo que exige buena parte del Israel laico. Con sus palabras, Netanyahu trat¨® de disfrazar la crisis descomunal que atraviesa su Ejecutivo y sobre todo las tensiones internas que desgarran al pa¨ªs.
La cuesti¨®n es de m¨¢xima envergadura. No se trata solo de las desavenencias pol¨ªticas de turno, lo que se juegan los israel¨ªes con esta ley es la propia identidad de un pa¨ªs, en el que la poblaci¨®n ultraortodoxa crece a paso de gigante y acumula privilegios que los sectores laicos dicen no estar dispuestos a tolerar m¨¢s.
Decenas de miles de israel¨ªes laicos han salido a las calles para presionar al Ejecutivo y exigirle que los hijos de los religiosos se jueguen el tipo en las guerras como los dem¨¢s. Esta semana le toca el turno a los ultrarreligiosos, que prometen sembrar el caos con tal de preservar sus privilegios y de que nadie les separe del estudio intensivo de los textos religiosos. La nueva ley debe estar en vigor el 1 de agosto pr¨®ximo, seg¨²n al fecha fijada por la justicia israel¨ª.
La de la composici¨®n del Ej¨¦rcito y el papel de las minor¨ªas en Israel es una cuesti¨®n tan pol¨¦mica que ning¨²n Gobierno ha sido capaz de dar con una soluci¨®n desde la creaci¨®n del Estado en 1948. En aquel entonces, el primer ministro, David ben Guri¨®n, aprob¨® la exenci¨®n del Ej¨¦rcito de medio millar de estudiosos de la Tor¨¢. La idea era que pudieran dedicar todo su tiempo y energ¨ªas a desentra?ar los textos talm¨²dicos. Lo que probablemente no previ¨® Ben Guri¨®n es que esos cientos de haredim pasar¨ªan a ser cientos de miles con el paso de los a?os. Las familias ultrarreligiosas tienen una media de casi siete hijos y representan hoy cerca del 11% de la poblaci¨®n. Las proyecciones demogr¨¢ficas se disparan para la pr¨®xima d¨¦cada.
Los jud¨ªos ultraortodoxos y los palestinos ciudadanos de Israel, a los que la nueva ley podr¨ªa obligar a hacer alg¨²n tipo de servicio civil, suman cerca de un tercio de la poblaci¨®n. El resto de los israel¨ªes est¨¢n obligados a cumplir el servicio militar (tres a?os los hombres y dos a?os las mujeres). Hasta pasados los 40 permanecen en la reserva.
Netanyahu no ha dejado de dar bandazos pol¨ªticos en las ¨²ltimas semanas, mientras su socio de gobierno, Sha¨²l Mofaz, amenaza con dejarle plantado y romper el Ejecutivo. La actual coalici¨®n de Gobierno se form¨® precisamente con esa condici¨®n; la de sacar adelante la nueva ley que obligue a los ultraortodoxos a ir al Ej¨¦rcito. De no alcanzarse un acuerdo en los pr¨®ximos d¨ªas, Kadima, el partido de Mofaz, habr¨ªa pulverizado la escasa popularidad que le queda. A ese precio, piensa Mofaz, es mejor pasar a la oposici¨®n.
Los partidos religiosos, tambi¨¦n miembros de la coalici¨®n de Gobierno, est¨¢n en pie de guerra ante unos cambios que consideran amenazan su propia existencia. De momento, el gran l¨ªder espiritual sefard¨ª, Ovad¨ªa Yosef, ha cancelado las vacaciones de los estudiantes de las yeshivas ¨Clas escuelas religiosas- para que con sus oraciones logren tumbar la ley en ciernes. De aprobarse, la nueva medida afectar¨ªa a unos 60.000 estudiantes de yeshivas y kollels (escuelas religiosas a las que acuden los hombres casados).
Yerach Tucker, portavoz en la Kneset de uno de los representantes m¨¢s combativos de Tor¨¢ y Juda¨ªsmo unido, el partido religioso que pelea en contra de la ley, explica la posici¨®n de su colectivo: ¡°Nuestra misi¨®n en la vida es estudiar la Tor¨¢. La naci¨®n jud¨ªa ha sobrevivido al Holocausto, a todo, porque rez¨¢bamos. Israel no es como Espa?a. Esta es la tierra de Dios como dicen los libros. La naci¨®n jud¨ªa no puede sobrevivir sin gente que rece noche y d¨ªa. Somos un Ej¨¦rcito de gente que reza¡±. Y a?ade Tucker, quien ha pasado siete a?os de su vida estudiando en una escuela talm¨²dica: ¡°Si hay nueva ley que nos obligue a ir al Ej¨¦rcito, esto va a ser el caos. Incumpliremos la ley y nos iremos del Gobierno¡±.
Un comit¨¦ parlamentario, presidido por Yohanan Plesner, miembro de Kadima, fue el encargado de poner sobre la mesa la propuesta que deb¨ªa adoptar el Gobierno y que se enfrenta ahora a todo tipo de obst¨¢culos. Yedidia Stern, miembro del comit¨¦ y vicepresidente del Israel Democracy Institute, piensa que ¡°esta crisis es muy seria. Los haredim y el resto de la sociedad hablan dos lenguajes diferentes¡±. Y a?ade: ¡°Si no llegamos a un acuerdo, anticipo des¨®rdenes sociales¡±.
Unos 20.000 israel¨ªes salieron a la calle el fin de semana para pedir un reparto equitativo de las ¡°cargas¡± entre todos los ciudadanos. A Mofaz se le ocurri¨® presentarse en la manifestaci¨®n y sali¨® escaldado. Le abuchearon y tuvo que salir corriendo. Itay y Sigal Geffen acudieron a la marcha con sus tres hijos, porque no aceptan que sus hijos tengan que arriesgarse a morir en el Ej¨¦rcito, mientras los religiosos estudian los textos sagrados. ¡°Somos la mayor¨ªa silenciosa. No tenemos nada en contra de los religiosos, pero nosotros, la clase media, somos los que soportamos la carga del Estado, los que pagamos, los que vamos al Ej¨¦rcito¡±, dec¨ªa Sigal. Opiniones como la de Sigal se escuchan a menudo por todo el pa¨ªs y reflejan la profundidad de la creciente brecha que separa a religiosos y laicos en el pa¨ªs.
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