La receta yemen¨ª
As¨ª consigui¨® el Consejo de Cooperaci¨®n del Golfo la salida negociada de Saleh para una transici¨®n pac¨ªfica en el Gobierno de San¨¢
El a?o pasado la revuelta popular puso a Yemen al borde de la guerra civil. A pesar de su fragilidad como Estado, de su pobreza, y de ser el segundo pa¨ªs con mayor n¨²mero de armas de fuego per c¨¢pita, un acuerdo apadrinado por sus vecinos logr¨® reconducir esa realidad hacia una transici¨®n pol¨ªtica, todo lo imperfecta que se quiera, pero pac¨ªfica al fin y al cabo. ?Valdr¨ªa su ejemplo para Siria? La pregunta ronda la mente de analistas y diplom¨¢ticos desde hace meses. La Liga ?rabe incluso lleg¨® a considerar esa posibilidad el pasado enero. Y algunas fuentes aseguraban que era la alternativa en la que Rusia estaba trabajando con discreci¨®n.
A la obligada salvaguarda de que no hay dos pa¨ªses iguales, sigue preguntarse cu¨¢l fue la clave que garantiz¨® que Ali Abdal¨¢ Saleh abandonara la presidencia por las buenas, despu¨¦s de 33 a?os en el poder. El eje de la conocida como Iniciativa del Golfo fue la garant¨ªa de inmunidad que ofreci¨® a Saleh, para ¨¦l, su familia y sus colaboradores m¨¢s cercanos, en total unas ochenta personas. Impl¨ªcito en el pacto, estaba que el proceso respetar¨ªa la dignidad del mandatario, que no habr¨ªa un gesto humillante de renuncia, algo importante en una sociedad tribal donde el honor es un valor irrenunciable.
El acuerdo apadrinado por los seis miembros del Consejo de Cooperaci¨®n del Golfo (CCG) no era en realidad muy diferente del plan originalmente dise?ado por la Embajada de EEUU en San¨¢. Pero le exoneraba de responsabilidades penales una vez que dejara el poder. Saleh hab¨ªa rechazado la propuesta estadounidense temeroso del largo brazo del Tribunal Penal Internacional y preocupado por el futuro de su hijo Ahmed, y de sus sobrinos Ammar, Yehya y Tarek, todos ellos figuras clave en el control de las fuerzas de seguridad que eran uno de los pilares de su r¨¦gimen.
Para asegurar ese proceso se estableci¨® que el presidente delegara sus poderes ejecutivos en el vicepresidente, Abdrabbo Mansur Hadi, no a la firma del documento (que finalmente se produjo en noviembre tras medio a?o de negociaciones), sino 30 d¨ªas despu¨¦s, una vez que el Parlamento aprobara la prometida ley de inmunidad. Dos meses m¨¢s tarde se celebrar¨ªan elecciones con un solo candidato, el ya presidente en funciones Hadi, con el compromiso de formar un Gobierno de unidad (que incluyera al partido de Saleh y a los de la oposici¨®n) e iniciar un di¨¢logo nacional para redactar la nueva Constituci¨®n.
La f¨®rmula cont¨® desde el principio con la aceptaci¨®n (si bien con distintos niveles de entusiasmo) de los partidos opositores que, a diferencia de Siria, manten¨ªan su independencia del partido gubernamental y presencia parlamentaria. Pero sobre todo, con el respaldo un¨¢nime de los pa¨ªses de cuya ayuda financiera y militar depende Yemen: EEUU y Arabia Saud¨ª. La coordinaci¨®n de ambos, bajo el paraguas del CCG para dar una imagen de arreglo regional, fue esencial en lograr que tanto Saleh como sus rivales aceptaran. Pes¨® tambi¨¦n sin duda la divisi¨®n del Ej¨¦rcito y las tribus a lo largo de las mismas l¨ªneas que el resto de la sociedad, lo que termin¨® convenciendo a ambos lados de que ninguno de ellos pod¨ªa ganar.
Se impuso el posibilismo y la mayor¨ªa de los yemen¨ªes respiraron tranquilos convencidos de que se hab¨ªa evitado un nuevo conflicto fratricida. Sin embargo, la salida alien¨® a los j¨®venes revolucionarios que impulsaron la protesta en primer lugar y con los que no se cont¨® para el acuerdo pol¨ªtico. Muchos de ellos siguen a¨²n acampados en se?al de desacuerdo, pidiendo que se juzgue a Saleh y que cambie no s¨®lo el presidente sino todo el sistema pol¨ªtico. Para ellos, los partidos tradicionales son la otra cara de la misma moneda. Quieren hacer borr¨®n y cuenta nueva, pero carecen de organizaci¨®n para llevarlo a cabo.
El precio pagado es que Saleh sigue manteniendo el control m¨¢s o menos directo de parte del Ej¨¦rcito (a trav¨¦s de sus familiares) y no renuncia a hacer declaraciones pol¨ªticas que alientan la idea de que va a regresar dentro de dos a?os, cuando se convoquen elecciones de acuerdo con la nueva Constituci¨®n. Incluso quienes apoyaron su inmunidad reconocen que la transici¨®n no ser¨¢ completa mientras el ex mandatario no abandone Yemen de forma definitiva, algo complicado porque varios pa¨ªses consultados en su d¨ªa, entre ellos Espa?a, se negaron a acogerle. EEUU le concedi¨® a finales de junio un visado por razones m¨¦dicas, aunque no est¨¢ claro cu¨¢nto tiempo va prolongarse su estancia all¨ª.
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