El mayordomo infiel pide perd¨®n al Papa
El Vaticano pasa a la ofensiva en la pol¨ªtica de comunicaci¨®n sobre el esc¨¢ndalo de las filtraciones
La barca de Pedro empieza a retomar el rumbo. Desde que, a principios de a?o, empezara a filtrarse la correspondencia privada del Papa, el Vaticano parec¨ªa a la deriva y sus responsables de comunicaci¨®n apenas consegu¨ªan achicar agua. Pero, en solo cuatro d¨ªas, se han puesto al tim¨®n. Hay tres datos que lo vienen a demostrar. El s¨¢bado se supo que Paolo Gabriele, el mayordomo de Benedicto XVI detenido el 23 de mayo bajo la acusaci¨®n de robar y filtrar las comprometedoras cartas, hab¨ªa abandonado la prisi¨®n y se encontraba bajo arresto domiciliario. El martes ¨Ca trav¨¦s de su abogado-- se divulg¨® la noticia de que Paoletto ha escrito de su pu?o y letra una carta a Joseph Ratzinger pidi¨¦ndole perd¨®n y asegur¨¢ndole que est¨¢ muy arrepentido. El tercer dato, trat¨¢ndose de la Santa Sede, tampoco es balad¨ª.
Hasta ahora, cuando los peri¨®dicos italianos publicaban alguna historia ¨Ccierta o no-- sobre los posibles motivos de las filtraciones y sus presuntos autores, el Vaticano callaba. As¨ª, la novela se iba haciendo cada vez m¨¢s grande y, en determinados cap¨ªtulos, descabellada. El lunes por la tarde, sin embargo, la pol¨ªtica informativa sufri¨® un golpe de tim¨®n. El portavoz, el sacerdote jesuita Federico Lombardi, calific¨® directamente de ¡°falsas¡± las informaciones publicadas por un diario alem¨¢n y uno italiano que citaban a tres personas muy cercanas al Papa como c¨®mplices del mayordomo. Se tratar¨ªa de la profesora Ingrid Stampa ¨Cayudante de Ratzinger desde hace d¨¦cadas--, el obispo Joseph Clemens ¨Cexsecretario¡ªy el cardenal Paolo Sardi ¨Cescritor en la sombra de sus discursos--. El padre Lombardi, en un tono b¨¦lico del todo inusual, acus¨® al peri¨®dico italiano de copiar al alem¨¢n y a?adi¨® que, tales informaciones, ¡°lesionan gravemente la honorabilidad de las personas citadas, desde hace muchos a?os fieles servidores del Santo Padre¡±. El portavoz del Vaticano aclar¨® adem¨¢s que el hecho de comparecer ante la comisi¨®n cardenalicia mandatada por el Papa para investigar las filtraciones no supone en absoluto ning¨²n tipo de acusaci¨®n o sospecha.
As¨ª que no hay que ser un vaticanista experto para unir los tres datos por la l¨ªnea de puntos y llegar a una conclusi¨®n: el Vaticano ya tiene escrito el final del caso de las filtraciones, tambi¨¦n conocido como Vatileaks o Vaticanleaks. Da la impresi¨®n de que la versi¨®n oficial ser¨¢ que Paolo Gabriel, de 46 a?os, casado y con tres hijos, ciudadano vaticano y piadoso devoto de la santa polaca Faustina Kowalska, actu¨® solo, sin c¨®mplices, con la ¨²nica intenci¨®n de ayudar a Benedicto XVI a limpiar la Iglesia. El m¨¦todo ya se conoce. Sacando a la luz un sinf¨ªn de documentos reservados para poner sobre el tapete las imp¨ªas guerras de poder que se libran en el peque?o estado. No es disparatado pensar que esa ser¨¢ la versi¨®n. Sobre todo si se tiene en cuenta que, ocho meses despu¨¦s de las primeras filtraciones, Paoletto es el ¨²nico detenido, que ya ha abandonado la prisi¨®n, que parece estar dispuesto a asumir toda la culpa y que ha perdido perd¨®n al Papa¡ Y si Juan Pablo II perdon¨® al turco Al¨ª Agca, que le peg¨® un tiro en mayo de 1981, ?no va a perdonar Benedicto XVI a Paolo Gabriele, al que consideraba como un hijo hasta que se descarri¨®?
Cuando, har¨¢ cosa de un mes, el Vaticano fich¨® al periodista Greg Burke ¡ªexperimentado reportero de la agencia Reuters, la revista Time y la cadena Fox¡ª para mejorar la imagen de la instituci¨®n, tan deteriorada despu¨¦s de los ¨²ltimos esc¨¢ndalos, el comentario m¨¢s com¨²n en los mentideros romanos fue que lo tendr¨ªa muy dif¨ªcil y que habr¨ªan de pasar a?os hasta que el estadounidense lograra influir algo en la lenta y pesada burocracia de la Santa Sede. Pero, aprovechando que el Papa est¨¢ de vacaciones en Castel Gandolfo y que su secretario de Estado, el muy discutido cardenal Tarcisio Bertone, fracas¨® estrepitosamente cuando intent¨® explicar la situaci¨®n, Burke parece haberse puesto al tim¨®n. Bajo la premisa de que la mejor defensa es un buen ataque, la barca de Pedro intenta recuperar el rumbo. No obstante, ahora queda lo m¨¢s dif¨ªcil. Llegar a puerto y contar una historia medianamente cre¨ªble.
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