El fin del poder
La crisis de la Eurozona, del calentamiento global y de Siria tienen en com¨²n que nadie es capaz de pararlas
?Qu¨¦ tienen en com¨²n el calentamiento global, la crisis de la Eurozona y las masacres en Siria? Que nadie tiene el poder de detenerlas. Cada una de estas situaciones ha venido deterior¨¢ndose ante los ojos del mundo. Las tres implican graves peligros y el sufrimiento de millones de personas. Sobre las tres hay ideas acerca de lo que se deber¨ªa hacer. Y no pasa nada. Hay reuniones de ministros, cumbres de jefes de Estado, exhortaciones de personajes eminentes, l¨ªderes sociales, pol¨ªticos y acad¨¦micos. Nada. Los medios nos dan angustiosas dosis de noticias que confirman que cada una de estas crisis sigue su rauda carrera al despe?adero. ?Y¡? Nada. No pasa nada.
Es como ver una pel¨ªcula a c¨¢mara lenta, en la que un autob¨²s lleno de pasajeros corre hacia el precipicio y su conductor no frena ni cambia de direcci¨®n. El problema es que somos los protagonistas de esa pel¨ªcula; en ese autob¨²s viajamos todos. En el mundo de hoy todos somos vecinos y lo que pasa en otra casa -¡ªpor m¨¢s remota que parezca¡ª nos termina afectando.
Pero mi met¨¢fora es defectuosa. Supone que hay un conductor, y que los frenos y el volante del autob¨²s funcionan. Sobre todo, supone que hay un conductor con el poder de frenar o de cambiar de rumbo. Basta con que lo quiera hacer.
Pues resulta que no es as¨ª. Para estas tres crisis ¡ªy muchas otras que nos amenazan¡ª no hay un solo conductor, sino muchos. Y su n¨²mero est¨¢ creciendo. Cada vez hay m¨¢s conductores, o aspirantes a conductores, que si bien no tienen el poder de decidir en qu¨¦ direcci¨®n y a qu¨¦ velocidad debe marchar el autob¨²s, s¨ª tienen el poder de impedir que se tomen decisiones con las que no est¨¢n de acuerdo.
Rusia y China no pueden solucionar la crisis en Siria. Pero s¨ª pueden vetar los intentos de otros pa¨ªses o de Naciones Unidas para detener las matanzas. Los l¨ªderes de las naciones europeas sumidas en una grave crisis econ¨®mica no pueden enfrentarla con ¨¦xito sin la ayuda de otros pa¨ªses y entidades como el Banco Central Europeo o el Fondo Monetario Internacional. Pero si bien ni Angela Merkel ni los organismos financieros internacionales tienen el poder de solventar la crisis econ¨®mica de Italia, Espa?a o Grecia, s¨ª pueden bloquear el juego. El problema del autob¨²s europeo es que hay demasiados conductores y ninguno tiene suficiente poder para imponer el rumbo.
Lo mismo sucede con el calentamiento global. La abrumadora evidencia cient¨ªfica confirma que la actividad humana est¨¢ calentando el planeta, lo cual a su vez produce variaciones extremas de fr¨ªo y calor, de lluvias y sequ¨ªas y otros cambios traum¨¢ticos en el clima. Si no disminuyen las emisiones de ciertos gases, las consecuencias para la humanidad ser¨¢n desastrosas. Y si bien para algunos es f¨¢cil ignorar la tragedia siria por muy remota o la europea por ajena, es imposible ignorar los efectos del cambio clim¨¢tico sobre todos nosotros y las generaciones que nos seguir¨¢n.
Estas tres crisis son una manifestaci¨®n de una tendencia que va m¨¢s all¨¢ de ellas y moldea muchos otros ¨¢mbitos: el fin del poder. Esto no significa que el poder vaya a desaparecer o que ya no haya actores con inmensa capacidad para imponer su voluntad a otros. Significa que el poder se ha hecho cada vez m¨¢s dif¨ªcil de ejercer y m¨¢s f¨¢cil de perder. Y que quienes tienen poder hoy est¨¢n m¨¢s constre?idos en su uso que sus predecesores. El actual presidente de Estados Unidos (o de China) tiene menos poder que quienes le precedieron en ese cargo. Lo mismo vale para el Papa, el jefe del Pent¨¢gono o los responsables del Banco Mundial, Goldman Sachs, The New York Times o cualquier partido pol¨ªtico. Vlad¨ªmir Putin tiene hoy m¨¢s restricciones como presidente de Rusia de las que ten¨ªa en su primer mandato o incluso como primer ministro, durante el turno que le dio a Dmitri Medv¨¦dev para que le cuidara la silla. Lo mismo sucede con Mahmud Ahmadineyad o Hugo Ch¨¢vez: hoy su poder ¡ªque es a¨²n enorme¡ª es m¨¢s precario que antes.
El fin del poder es, en mi opini¨®n, una de las principales tendencias que definir¨¢ nuestro tiempo. S¨¦ que es una tesis controvertida y es el tema de un libro que he estado escribiendo y que debo terminar pronto. Por eso, esta ser¨¢ mi ¨²ltima columna por un tiempo. Gracias por leerme.
S¨ªgame en Twitter: @moisesnaim
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