Los francotiradores siembran el terror en Alepo
Los rebeldes avanzan metro a metro en el barrio de Saladino, clave para conquistar la capital econ¨®mica
Que los rebeldes ganen la batalla de Alepo depender¨¢ en gran parte de que consigan definitivamente conquistar el barrio de Saladino, en el suroeste de la ciudad. All¨ª llevan anclados desde hace dos d¨ªas luchando contra las tropas del Ej¨¦rcito sirio en una calle en la que apenas han conseguido ganar posiciones. A unos 700 metros, en el estadio de Hamadaniya, les esperan un buen n¨²mero de tanques que no paran de bombardear los edificios. Este es ahora mismo el frente de la batalla.
Una furgoneta blanca se introduce en la zona dejando atr¨¢s los barrios tomados hace d¨ªas, donde la actividad a¨²n no ha vuelto, la mayor¨ªa de las tiendas est¨¢n cerradas y no hay fachada sin huella de los disparos. Pasados unos minutos, el conductor de los rebeldes, que por un momento no sabe muy bien para d¨®nde tirar, grita: ¡°?Agachad las cabezas!¡±. El veh¨ªculo acelera la marcha saltando continuamente en un terreno lleno de baches y escombros de las casas destruidas.
Los disparos se oyen cada vez m¨¢s cerca. Tras unos cuantos volantazos y derrapes, el coche llega a una calle donde el aire es espeso, lleno de polvo. Un hombre vestido de negro con una pistola plateada al cinto y un walkie-talkie en la mano derecha se mueve en todas direcciones gritando a una veintena de rebeldes armados con Kal¨¢shnikov, ametralladoras PK y lanzacohetes. El polvo blanco en el pelo les hace parecer m¨¢s viejos. ¡°?M¨¢s munici¨®n, m¨¢s munici¨®n!¡±, grita el comandante de los rebeldes encargado de las operaciones en el barrio de Saladino.
El estadio se ve desde la esquina. Francotiradores de un grupo de las tropas de Bachar el Asad lleva d¨ªas apostados en los edificios de las calles que a¨²n no han sido tomadas. Sus disparos chocan contra el suelo, a solo unos pocos metros de donde se encuentran los rebeldes. Algunos soldados del Ej¨¦rcito sirio intentan rodear a los combatientes del Ej¨¦rcito Libre de Siria (ELS) usando las calles paralelas, as¨ª que el comandante ha ordenado hacer un agujero en una casa desde el que poder disparar.
Los ca?onazos de los tanques sirios llegan a unos 100 metros del puesto de los rebeldes. Hay unos momentos de confusi¨®n, en los que no se sabe si se est¨¢ avanzando o retrocediendo. En realidad no es ni lo uno ni lo otro. Cada uno sigue en su puesto, pero el impacto de los proyectiles empieza a retumbar cada vez m¨¢s cerca. Es imposible o¨ªr los gritos que da el tipo de la pistola plateada y mucho menos escuchar la traducci¨®n de un miembro del ELS que habla ingl¨¦s. ¡°Est¨¢ diciendo que traigan una camilla. Hay heridos¡±.
La mayor¨ªa de los heridos, un 60%, son civiles¡±, dice un m¨¦dico voluntario
Una camioneta pick up llega a toda velocidad a la esquina y recoge all¨ª a un soldado. Muy cerca, dos hombres se cobijan en un portal de una casa. Uno de ellos es profesor de Religi¨®n. ¡°He venido para ver c¨®mo van los ataques. Cuando comenz¨® la revoluci¨®n creamos un grupo para combatir a El Asad¡±. Explica que cuando caiga el r¨¦gimen no se implantar¨¢n las estrictas leyes isl¨¢micas de la shar¨ªa. Pero no le da tiempo a decir mucho m¨¢s. El tejado de un edificio en la zona se derrumba tras recibir un ca?onazo y los dos hombres se largan apresuradamente.
En el extremo opuesto de la calle, justo en la esquina contraria, otros rebeldes disparan sus fusiles junto a una bandera de la revoluci¨®n. Muy a lo lejos se ve a unos soldados cruzando la calle. ¡°Creo que van a desertar¡±, dice el conductor de la furgoneta blanca, que asiste al combate sin apenas inmutarse y manteniendo siempre la sonrisa. ¡°Quiz¨¢ ahora hagamos prisioneros¡±.
Ocurre m¨¢s bien lo contrario. Los soldados de El Asad est¨¢n intentando entrar y por un momento parece que lo consiguen. ¡°?Salgamos de aqu¨ª!¡±, dice el conductor de los rebeldes. ¡°?Vamos, vamos!¡±. Un grupo de periodistas se mete en la furgoneta y esta toma la marcha en direcci¨®n este. El conductor sale a toda pastilla mientras los ca?onazos se oyen en todas direcciones. Un proyectil cae muy cerca, a unos 70 metros, y destruye un edificio. Un leve temblor sacude la furgoneta, que ya est¨¢ lejos. Luego las dem¨¢s calles. Poco a poco, la vida empieza a ser reconocible. Un grupo de ni?os limpia de escombros las calles; algunos vecinos regresan a sus casas para ver si pueden recuperar algo de lo que han perdido en los bombardeos de d¨ªas atr¨¢s. ¡°Estamos en Fardus¡±, dice el conductor. La palabra significa para¨ªso.
Los insurrectos denuncian una nueva matanza de civiles en Damasco
En un colegio, unos hombres atienden a algunos heridos de d¨ªas previos. Recibieron disparos de francotiradores cuando intentaban salvar a sus compa?eros. ¡°No tengo miedo a las balas¡±, dice uno de ellos, con el pie infectado por una bala explosiva. En el vest¨ªbulo, un grupo golpea la nariz de un busto de Hafez el Asad. Le han pintado en la frente la frase ¡°lo siento, soy un burro¡±.
Despu¨¦s de casi atropellar a un burro de verdad y de perderse por varias calles, la furgoneta para en un hospital. ¡°No tenemos muchos medios. La mayor¨ªa de los heridos, un 60%, son civiles. Tienen traumatismos y desgarros por las explosiones¡±, dice un m¨¦dico voluntario llamado Hessan. ¡°Si nos atacan con armas qu¨ªmicas, entonces estamos perdidos¡±. Su compa?ero, el doctor Barchar, da m¨¢s cifras (unos 50 muertos al d¨ªa) y habla de la dificultad de transportar a los heridos a otros hospitales por la falta de gasolina. Antes de despedirse mira la furgoneta blanca y pregunta: ¡°?Sab¨¦is que vais en el coche de una funeraria?¡±.
A ritmo lento, dando dos pasos hacia delante y uno hacia atr¨¢s, los rebeldes se afianzan poco a poco en el norte del pa¨ªs, donde pretenden crear una zona liberada, al estilo de lo ocurrido en 2011 en Libia. Ayer en Alepo, los rebeldes bombardearon con un tanque capturado al enemigo una base a¨¦rea y segu¨ªan resistiendo.
En Damasco, sin embargo, no pudieron atrincherarse tras una semana de combates a finales de julio. Este jueves, al menos 35 personas han muerto ¡ªla mayor¨ªa civiles desarmados, siempre seg¨²n los insurrectos¡ª en un barrio de la capital a manos de los soldados de la Cuarta Divisi¨®n, la m¨¢s temida por los insurgentes. Las fuerzas leales al Gobierno sirio han matado tambi¨¦n al menos a 50 personas durante combates con los rebeldes en la ciudad de Hama, en el centro del pa¨ªs, seg¨²n han denunciado activistas y residentes de la zona.
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