La guerra vista desde los m¨®viles
Los combatientes rebeldes graban sangrientos v¨ªdeos en aras de la propaganda b¨¦lica
En un domicilio de Kilis, el primer pueblo turco que uno se encuentra al salir de Siria por la frontera m¨¢s cercana a Alepo, un ni?o mira unos v¨ªdeos en la pantalla de su ordenador port¨¢til. La casa est¨¢ habitada por un militar del Ej¨¦rcito sirio que ha desertado y su familia. El chaval mira una y otra vez las im¨¢genes y se las muestra al que quiera verlas con una sonrisa. En la pantalla hay todo tipo de atrocidades: los rebeldes pegando tiros; los resultados de esos tiros, cad¨¢veres destrozados en el suelo... ¡°Es Siria¡±, dice apuntando a la pantalla, donde ahora se ven unos hombres ahorcados. En realidad es M¨¦xico. El chaval se lleva una desilusi¨®n al enterarse.
La guerra en Siria, al igual que pas¨® antes en la de Libia, est¨¢ dejando toda una serie de im¨¢genes brutales que nunca salen en los peri¨®dicos, pero que s¨ª circulan por las redes sociales. Su contenido se divulga a veces para mostrar lo salvaje que es el otro bando, pero tambi¨¦n para reivindicar y difundir lo que se consideran haza?as b¨¦licas.
En Marea, a 32 kil¨®metros de la ciudad asediada de Alepo, otro ni?o mostraba hace unos d¨ªas la ejecuci¨®n de Zino Berri, el jefe del clan de los Berri. Los rebeldes lo consideraban el l¨ªder de un grupo de los temidos shabiha, mercenarios al servicio del r¨¦gimen de Bachar el Asad, y decidieron liquidarle en la misma escuela donde se acuartelaban. Las im¨¢genes son espeluznantes y muestran a un hombre mayor zarandeado y golpeado primero y luego ejecutado. No hay cortes; es toda una secuencia que parece a¨²n m¨¢s brutal en el tel¨¦fono m¨®vil de un ni?o que grita todo el rato: ¡°Berri, Berri¡±. En realidad, el m¨®vil es de su padre, que se empe?a en poner el v¨ªdeo una y otra vez como si se tratara de un souvenir.
En una mano el fusil y en otra el m¨®vil. Esta es la guerra en la que no hay soldado que no registre la batalla, a veces como una prueba de su valent¨ªa y otras con un fin m¨¢s pr¨¢ctico: poner las im¨¢genes al servicio de la propaganda. Cuando el Ej¨¦rcito Libre de Siria tom¨® una escuela de Alepo y la convirti¨® en su cuartel general, hace ya de esto m¨¢s de tres semanas, instal¨® en una sala varios ordenadores y una conexi¨®n a Internet. La sala recibi¨® el ambicioso nombre de Centro de Prensa, aunque realmente nunca pas¨® de ser el lugar desde donde se emit¨ªa la propaganda. Si se quer¨ªa enviar una cr¨®nica desde all¨ª, hab¨ªa que esperar a que un grupo de j¨®venes montaran las im¨¢genes de la batalla y las colocaran en la Red. ¡°Est¨¢n muy ocupados¡±, dec¨ªa uno de los portavoces de prensa, ¡°hasta que no terminen ellos no vais a poder conectaros¡±.
Algunos de los soldados que hab¨ªan grabado las im¨¢genes de los combates eran tratados como h¨¦roes, casi con el mismo prestigio que el que destru¨ªa un tanque. Los v¨ªdeos les serv¨ªan para alentar a los suyos y a la poblaci¨®n. Tambi¨¦n para ganar la guerra psicol¨®gica. Se trata de difundir entre la poblaci¨®n que la batalla se va decantando claramente por uno de los bandos.
En el lado rebelde, las noticias de cada tanque destruido, cada prisionero, cada barrio nuevo conquistado se difunden sin importar lo descarnadas que resulten las im¨¢genes o si estas caen en manos de los ni?os. Ellos forman parte de la guerra. Gritan con los rebeldes ¡°Alahu akbar¡± (Dios es el m¨¢s grande) cuando estos toman prisioneros, acompa?an a sus padres en las manifestaciones, asisten a los funerales de los m¨¢rtires y mueren en los bombardeos.
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