?Qui¨¦n manda en este partido?
Romney no es el l¨ªder del partido, el Tea Party tiene sus representantes y Ryan levant¨® los aplausos del p¨²blico

Mientras John McCain, quien solo hace cuatro a?os se dirig¨ªa a esta misma audiencia como candidato presidencial, pronunciaba el mi¨¦rcoles en Tampa un serio discurso sobre pol¨ªtica exterior, el p¨²blico se mantuvo distra¨ªdo y ap¨¢tico. Un rato antes, el v¨ªdeo de saludo de los dos presidentes George Bush, padre e hijo, apenas despert¨® unos aplausos protocolarios. Dos figuras nacionales de la talla del presidente de la C¨¢mara de Representantes, John Boehner, la tercera jerarqu¨ªa del pa¨ªs, y el l¨ªder republicano en el Senado, Mitch McConnell, han pasado casi inadvertidos por este foro, como les ha ocurrido a varios gobernadores y congresistas que han participado en esta convenci¨®n.
Eso no tiene nada que ver con el car¨¢cter de los delegados enviados a esta cita sino con el problema mucho m¨¢s profundo de la falta de liderazgo en este partido. Todos los partidos del mundo pasan por una fase de redefinici¨®n tras perder el poder. Pero, en el caso del Partido Republicano, esa fase puede hacerse cr¨®nica si Mitt Romney es derrotado. Incluso si gana, no es seguro que consiga imponer su autoridad dentro del partido. Barack Obama fue aceptado como l¨ªder dem¨®crata en cuanto derrot¨® a Hillary Clinton en las urnas. Eligi¨® al vicepresidente de su gusto y no hizo en la formaci¨®n de su Gobierno m¨¢s equilibrios que los que se ajustaban a su propio deseo.
Romney no ha llegado a ese punto todav¨ªa. Y si Romney no es el l¨ªder de este partido, ?qui¨¦n lo es? El Tea Party tiene sus propios l¨ªderes, los republicanos tradicionales mantienen tambi¨¦n sus viejas lealtades. Pero nadie ha conseguido todav¨ªa aunar fuerzas y pasiones. Paul Ryan, el candidato a la vicepresidencia, demostr¨® en su intervenci¨®n del mi¨¦rcoles que es en quien mejor posici¨®n est¨¢ para conseguirlo. Levant¨® ovaciones y el ¨¢nimo de todos los concurrentes.
Tambi¨¦n el discurso de Condoleezza Rice tuvo una acogida sorprendentemente buena, pese a que habl¨® a contracorriente del pensamiento dominante en el partido. Su ¨¦xito despert¨® comentarios inmediatos sobre sus posibilidades de futuro. Pero, hoy por hoy, el simple hecho de que se hable ya del candidato de 2016 y que se hable de Rice, son pruebas de la falta de liderazgo en el Partido Republicano.
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