Romney apuesta su victoria a la decepci¨®n con Obama
El candidato ha sido incapaz de establecer el v¨ªnculo emocional que se le reclama al presidente de EE UU
Mitt Romney no ha conseguido hacer avanzar su causa en la mejor ocasi¨®n que ha tenido hasta ahora para conseguirlo. La convenci¨®n republicana de Tampa concluy¨® sin darle a su candidatura el empuj¨®n que ansiosamente necesitaba y que un acontecimiento como este debe facilitar. Su discurso de clausura, en la noche del jueves, enfatiz¨® lo obvio, que ¨¦l no es Barack Obama, con la esperanza de que la decepci¨®n con el presidente sea tan grande que lo a¨²pe, sin m¨¢s, a la Casa Blanca. Pero perdi¨® una gran oportunidad de destacar su propia figura y sus virtudes.
El Romney que sale de Tampa es, m¨¢s o menos, el mismo que lleg¨® a esta ciudad: un experimentado hombre de negocios, con fama de arreglar situaciones dif¨ªciles ¨Cnunca la organizaci¨®n de una Juegos Ol¨ªmpicos han dado semejante rentabilidad-, pero incapacitado para establecer el tipo de v¨ªnculo emocional que se le reclama a un presidente de este pa¨ªs. ?l mismo reconoci¨® en su intervenci¨®n que ¡°necesitan saber m¨¢s sobre m¨ª y hacia donde quiero conducir nuestro pa¨ªs¡±. Pero, despu¨¦s, no fue capaz de satisfacer esa curiosidad.
Fue el mismo Romney de siempre, a medio camino de todo. No fue el discurso de un conservador como el que le acompa?a en su candidatura ¨Cno manifest¨® posiciones extremas ni sobre el d¨¦ficit ni sobre el aborto ni sobre Obama-, pero tampoco el discurso de un centrista, en el sentido de que lanzara cabos a los que pudieran agarrarse gustosamente independientes o dem¨®cratas moderados.
Romney se present¨® como el hombre que viene a corregir los da?os causados por Obama ¨C¡°no por mala intenci¨®n, sino porque no sabe c¨®mo funciona la econom¨ªa,¡±- y a bajar al pa¨ªs a su realidad econ¨®mica despu¨¦s de cuatro a?os de oratoria abundante y promesas incumplidas. Es un reparador, no un visionario.
Contemplado as¨ª, podr¨ªa resultar muy conveniente para un pa¨ªs hundido en la deuda y sin energ¨ªa para crecer al ritmo adecuado. Sin duda, lo ser¨ªa si esto fuera United States Corporation. Pero una naci¨®n es algo distinto, y ese es el salto que Romney no acaba de dar.
En Tampa dibuj¨® perfectamente su perfil profesional. ¡°He aprendido, a trav¨¦s de mi experiencia, las lecciones verdaderas sobre c¨®mo funciona este pa¨ªs. A los 34 a?os fund¨¦ un negocio que se ha convertido en un gran ¨¦xito¡±, dijo. Pero no consigui¨® establecer su perfil personal. Habl¨® de su padre, George, gobernador de Michigan y tambi¨¦n aspirante a la presidencia, de su mujer, Ann, de su familia, de su religi¨®n, de su amor por este pa¨ªs, por la idea que representa. En fin, cumpli¨® el gui¨®n requerido en un discurso de esta trascendencia. Pero ninguna parte de ese relato caus¨® impacto, ni cre¨® ese sentido de proximidad que el electorado norteamericano reclama. Los ciudadanos de este pa¨ªs buscan en el presidente un reflejo de ellos mismos.
Romney perdi¨® una gran oportunidad de destacar su propia figura y sus virtudes
Con este discurso, Romney dej¨® todas sus esperanzas de victoria depositadas en la posibilidad de que la mayor¨ªa de los estadounidenses despierten de una vez del sue?o de Obama y comprendan hasta qu¨¦ punto cuatro a?os m¨¢s de esa aventura puede perjudicarles. Lo hizo, casi implor¨¢ndolo, desde el reconocimiento de que Obama fue en un tiempo un hombre muy popular, pero insistiendo en que hab¨ªa roto sus promesas.
¡°Hoy, cuatro a?os despu¨¦s de la emoci¨®n de las ¨²ltimas elecciones, por primera vez, la mayor¨ªa de los norteamericanos dudan de que nuestros hijos tengan un futuro mejor. Eso no es lo que se nos prometi¨®¡±, afirm¨®. ¡°A m¨ª me hubiera gustado que el presidente Obama hubiera triunfado¡±, a?adi¨®, ¡°pero sus promesas han dado paso a la decepci¨®n y a la divisi¨®n¡±.
El Partido Republicano ha conseguido exhibir? mayor diversidad de raza, de g¨¦nero y de ideas
¡°Estados Unidos ha sido paciente con ¨¦l¡±, asegur¨®. ¡°Los norteamericanos le han apoyado de buen fe. Pero ha llegado la hora de pasar la p¨¢gina¡±. ?Hacia donde?, cab¨ªa preguntarle. Hacia la realidad, hacia este hombre menos brillante pero m¨¢s eficaz, fue su respuesta. ¡°El presidente Obama prometi¨® detener las mareas de los oc¨¦anos y sanar el planeta. Mi promesa es ayudarles a ustedes y a sus familias¡±, dijo, en su m¨¢s afortunada frase de la noche.
Tras sus palabras, cayeron los tradicionales globos con los colores de la bandera norteamericana y un sacerdote ley¨® la oraci¨®n de despedida. Terminaba la convenci¨®n de Tampa. Estos acontecimientos son ¨²tiles, sobre todo para el partido que est¨¢ en la oposici¨®n, porque le dan una visibilidad de la que habitualmente se beneficia m¨¢s el partido en el poder. El Partido Republicano ha conseguido algunas cosas aqu¨ª. La principal, exhibir cierta mayor diversidad de raza, de g¨¦nero y de ideas de lo que hab¨ªa hecho hasta ahora. La intervenci¨®n de Condoleezza Rice, la exsecretaria de Estado de George Bush, contribuy¨® mucho a rescatar la imagen de un conservadurismo m¨¢s generoso e integrador. Suyo fue el mejor discurso de la semana. Pero el triunfador, quien se gan¨® el coraz¨®n de los delegados fue el candidato a la vicepresidencia, Paul Ryan. Con el permiso, por supuesto, de Clint Eastwood.
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