Holanda se convierte en un test de la UE
El auge de la extrema derecha y la izquierda radical marca las elecciones del 12 de septiembre Crece el euroescepticismo en un pa¨ªs muy fragmentado
Con un 50% del electorado indeciso a 10 d¨ªas de las elecciones, Holanda vive una campa?a electoral ins¨®lita. En el pa¨ªs de las alianzas, lo habitual es no descartar al rival porque podr¨ªa convertirse en un aliado para gobernar. La tradici¨®n as¨ª lo demuestra, con coaliciones de toda clase desde 1945. Pero la crisis, y sobre todo, el coste de los apuros econ¨®micos de Grecia, Espa?a e Italia, han cambiado las cosas. Tanto, que la tradicional pugna entre derecha e izquierda, menos llamativa aqu¨ª, marca la recta final hacia los comicios.
La situaci¨®n est¨¢ pasando factura al Partido Socialista, lo m¨¢s parecido a la izquierda radical. Tras un ascenso inusitado en los sondeos, pierde fuelle ahora en favor de la socialdemocracia, que se muestra menos radical. Es decir, m¨¢s dispuesta a un posible pacto con el centroderecha. Por su parte, la Democracia Cristiana se apaga, mientras los liberales, cabeza del Gobierno saliente, mantienen el tipo.
El desencanto de los electores hacia la UE, vista como un organismo que dicta demasiadas normas y exige contener las deudas de pa¨ªses poco fiables, aup¨® al principio a los grupos extremos: a la izquierda del espectro, el Partido Socialista; a la derecha, el xen¨®fobo Geert Wilders y su Partido de la Libertad. ¡°Con el paso de los d¨ªas, el debate sobre Europa, propio de la ¨¦lite pol¨ªtica, ha descendido a la calle. Se ha pasado de la integraci¨®n europea como un hecho asumido a cuestionar los beneficios econ¨®micos que reporta. A discutir el papel mismo de Holanda en la UE¡±, se?ala Louise van Schaik, investigadora del Instituto de Relaciones Internacionales Clingendael. En su opini¨®n, la campa?a ha destapado un aspecto desconocido. ¡°Es sobre el malestar del votante, desbordado por lo que percibe sobre la labor de Bruselas. Le parece que no debe inmiscuirse en la educaci¨®n, las pensiones, la salud o las devoluciones por el pago de hipotecas¡±, se?ala.
Emile Roemer, el l¨ªder socialista radical, ha traducido el des¨¢nimo actual en una denuncia sobre la funci¨®n y consecuencias de la moneda europea. ¡°El euro ha beneficiado a bancos y empresas, pero no a los ciudadanos. Grecia no debe recibir ni un solo euro m¨¢s; tal vez s¨ª m¨¢s tiempo para arreglarse¡± asegur¨® el pasado fin de semana a su paso por Boxmeer, su pueblo natal, al sur del pa¨ªs. ¡°Espa?a es otra cosa¡±, a?ade en declaraciones a este diario. ¡°Necesita controlar mejor a sus bancos y evitar que su econom¨ªa se estanque. Tenemos una crisis econ¨®mica diferente en el norte que en el sur de Europa. Y como la agenda de la UE es hoy para los mercados financieros, hay que devolverle al votante el protagonismo. No imponerle tantas normas¡±, dice.
El discurso es sonoro y mezcla realismo con ideales dif¨ªciles de conseguir bajo el peso de los recortes. ¡°El Partido Socialista holand¨¦s no quiere salir de la eurozona. Pretende darle menos competencias a la UE porque atribuye la ra¨ªz de la crisis a un sistema financiero de corte liberal. Para ellos, la soluci¨®n pasa por afianzar el papel del Banco Central Europeo, controlado a fondo por el Parlamento Europeo. Politizar, si se quiere, la pol¨ªtica econ¨®mica¡±, a?ade Louise van Schaik.
El malestar del votante aumenta con Bruselas¡±, dice una experta
Hasta que arrancaron los debates electorales televisados, Roemer era el campe¨®n del cambio que parec¨ªa pedir la ciudadan¨ªa. ¡°No entrar¨¦ en un Gabinete s¨®lo con la derecha o los liberales. Lo que deseo es un gran pacto social, en Holanda y en Europa, para salir de la crisis¡±. Roemer ha lanzado tambi¨¦n guante al resto de la izquierda holandesa y aclara que el techo del 3% de d¨¦ficit ¡ªimpuesto por Bruselas a la eurozona¡ª est¨¢ asegurado por mayor¨ªa parlamentaria al menos hasta 2013. ¡°Es un problema de carga simb¨®lica de las palabras. Por eso, en cuanto decimos que no pasar¨ªa nada de superarse el 3%, se nos tacha de euroesc¨¦pticos¡±. Su aclaraci¨®n no despeja el verdadero dilema del socialismo radical: hasta d¨®nde ceder¨¢ en su postura sobre la integraci¨®n europea. Porque de mantenerse inflexible, acabar¨¢ de la mano de Geert Wilders, partidario de darle un portazo a la UE. Algo que Roemer rechaza.
Con un Parlamento de 150 esca?os, en la actual coyuntura se necesitar¨ªan al menos cuatro partidos para formar una coalici¨®n mayoritaria (76 esca?os en conjunto). La tradicional atomizaci¨®n pol¨ªtica holandesa permite alianzas que acaban encontrando puntos comunes, por ejemplo, en programas diversos. En el pasado, lo lograron socialdem¨®cratas, liberales de izquierda y verdes. O bien el resto de los conservadores, los calvinistas y los liberales de derecha. A la costumbre pactista, el debate sobre Europa ha a?adido una novedad. Si un l¨ªder le reprocha al otro un dato err¨®neo, enseguida le tildan de mentiroso y debe disculparse. ¡°Ya no se pueden esconder bajo la complejidad de Bruselas. Hay que mojarse, como le sucedi¨® a Mark Rutte, primer ministro liberal saliente, con los fondos para Grecia. Ya lo hab¨ªa acordado y dijo que no estaba hecho. Se vio enseguida¡±, recuerda la experta van Schaik.
A las dudas de un electorado que se muestra cuando menos temeroso de la fuerza de Bruselas, se suma la perspectiva de una larga formaci¨®n de Gobierno. Hasta ahora, la reina Beatriz hab¨ªa jugado un papel relevante en un proceso que requiere el nombramiento de un informador (para ver qu¨¦ coalici¨®n podr¨ªa acordarse) y un formador posterior. Este ¨²ltimo act¨²a de mediador entre los partidos vencedores. El Parlamento ha decidido apartar a la soberana de esta labor y ya no se reunir¨¢ con sus asesores de cabecera, ni tampoco con los l¨ªderes pol¨ªticos tras los comicios del pr¨®ximo 12 de septiembre. Una vez constituido, el propio Parlamento dirigir¨¢ el proceso de formaci¨®n del Gobierno. Sobre el papel, ser¨¢ un ejercicio democr¨¢tico y de transparencia, que reserva a la monarqu¨ªa (bien valorada y respetada, y sin oposici¨®n republicana) un papel cada vez m¨¢s ceremonial. Los cr¨ªticos del nuevo sistema, por el contrario, temen que los l¨ªderes de los partidos acaben pactando a espaldas de la C¨¢mara la composici¨®n del nuevo Ejecutivo.
Cuatro partidos son necesarios para formar coalici¨®n de gobierno
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