El ataque de Bengasi desbarata la estructura de la CIA en Libia
Entre el personal evacuado tras la agresi¨®n en la que muri¨® el embajador figura una docena de agentes de espionaje El grupo trabajaba en la puesta en seguridad de armas qu¨ªmicas y en recuperar el armamento robado de los arsenales de Gadafi
El ataque lanzado contra el consulado estadounidense en Bengasi, en el que murieron el embajador J. Christopher Stevens y otros tres ciudadanos estadounidenses, supone un duro golpe para las actividades de inteligencia de la CIA en un momento de creciente inestabilidad en Libia.
Entre las dos docenas de estadounidenses evacuados de la ciudad tras el asalto a la misi¨®n estadounidense figura una docena de agentes y contratistas de la CIA, que desempe?aban un papel crucial en la vigilancia y recopilaci¨®n de informaci¨®n sobre una amplia gama de grupos armados en los alrededores de la ciudad.
"Es una p¨¦rdida catastr¨®fica", dijo un funcionario estadounidense que ha trabajado en Libia y que habl¨® a condici¨®n de guardar el anonimato debido a que el FBI sigue investigando el ataque. "Nos han cerrado los ojos".
Los objetivos de vigilancia de la CIA en Bengasi y Libia oriental incluyen Ansar el Sharia, una milicia que algunos han culpado del ataque, as¨ª como presuntos miembros de la rama de Al Qaeda en el norte de ?frica, conocida como Al Qaeda en el Magreb Isl¨¢mico.
El este de Libia tambi¨¦n est¨¢ siendo azotado por fuertes corrientes cruzadas que los agentes de inteligencia est¨¢n tratando de controlar. La muerte del embajador Stevens ha prendido la ira p¨²blica contra las milicias. El viernes, miles de libios salieron a las calles de Bengasi para exigir que el desarme de los grupos. La composici¨®n de las milicias es muy variable, algunas son moderadas, mientras que otras son islamistas ultraconservadoras y otras son partidarias del gobierno del coronel Muamar el Gadafi, el depuesto l¨ªder libio.
"La muy arraigada comunidad salafista en la regi¨®n est¨¢ sufriendo trastornos significativos, con un acalorado debate entre una corriente que se presta a la integraci¨®n pol¨ªtica y una rama m¨¢s militante que se opone a la democracia", escribi¨® Frederic Wehrey, analista de pol¨ªticas de la Fundaci¨®n Carnegie para la Paz Internacional que sigue de cerca sigue Libia y visit¨® all¨ª recientemente, en un art¨ªculo publicado este mes, "La lucha por la seguridad en el este de Libia".
Los agentes de inteligencia de Estados Unidos tambi¨¦n ayudaban a los contratistas del Departamento de Estado y a funcionarios libios en la b¨²squeda de los armamentos sacados de los arsenales anteriores de las fuerzas del coronel Gadafi; ayudaban en los esfuerzos para poner en seguridad las armas qu¨ªmicas de los arsenales libios, y ayudaban a entrenar los nuevos servicios de inteligencia de Libia, seg¨²n contaron funcionarios de la Administraci¨®n estadounidense.
Altos funcionarios estadounidenses reconocieron el golpe para las actividades de inteligencia, pero insistieron en que estas segu¨ªan a trav¨¦s de una variedad de informantes en el territorio libio, y de los sistemas que interceptan las comunicaciones electr¨®nicas y las conversaciones de tel¨¦fonos celulares. "EE UU no est¨¢ ciega en Bengasi y Libia oriental", dijo un funcionario estadounidense.
Portavoces de la CIA, el Departamento de Estado y la Casa Blanca se negaron a comentar sobre el asunto el domingo.
Pocos meses despu¨¦s del inicio de la revoluci¨®n de Libia en febrero de 2011, la CIA comenz¨® a construir una presencia significativa, pero encubierta, en Bengasi, cuna de los esfuerzos de los rebeldes para derrocar al gobierno del coronel Gadafi.
A pesar de que la agencia ha estado cooperando con el nuevo servicio de inteligencia libio, el tama?o de la presencia de la CIA en Bengasi sorprendi¨® a algunos dirigentes libios. El viceprimer ministro, Mustafa Abushagur, fue citado en The Wall Street Journal la semana pasada diciendo que hab¨ªa aprendido acerca de algunas de las delicadas operaciones estadounidenses en Bengasi solo despu¨¦s del ataque a la misi¨®n, en gran parte debido al notable n¨²mero de estadounidenses que se presentaron en el aeropuerto de Bengasi para ser evacuadas.
"No tenemos ning¨²n problema con el intercambio de inteligencia o reuni¨®n, pero nuestra soberan¨ªa tambi¨¦n es clave", dijo Abushagur.
El ataque ha suscitado dudas sobre la idoneidad de las medidas de seguridad en los dos recintos estadounidenses en Bengasi: la misi¨®n estadounidense, la principal instalaci¨®n diplom¨¢tica donde el embajador Stevens y otro diplom¨¢tico estadounidense murieron por inhalaci¨®n de humo tras un ataque inicial, y un anexo a menos de un kil¨®metro de distancia que abarca cuatro edificios dentro de un recinto con un muro de protecci¨®n bajo.
El personal de la CIA llevaba a cabo sus misiones secretas desde esos edificios. The New York Times ha aceptado no revelar lugares y detalles de estas operaciones, a petici¨®n de funcionarios de la administraci¨®n Obama, quienes alegaron que la divulgaci¨®n de esa informaci¨®n podr¨ªa poner en peligro las futuras actividades y poner en riesgo el personal estadounidense que trabaja en entornos peligrosos.
En Bengasi, ambos recintos eran sedes temporales en una vol¨¢til ciudad repleta de militantes, y nunca fueron pensadas para convertirse en las misiones diplom¨¢ticas permanentes con las caracter¨ªsticas de seguridad apropiadas incorporados.
Ninguno de los dos estaba fuertemente custodiado, y el anexo nunca fue pensado para ser una "casa de seguridad".
La secretaria de Estado Hillary Clinton anunci¨® la semana pasada la creaci¨®n de un comit¨¦ de revisi¨®n para examinar los ataques. La junta ser¨¢ dirigida por un veterano diplom¨¢tico y exsubsecretario de Estado, Thomas R. Pickering.
El FBI ha enviado investigadores a Bengasi, que sin embargo se han visto obstaculizados en su trabajo por la seguridad y por haber llegado m¨¢s de un d¨ªa despu¨¦s de que el ataque se produjese, seg¨²n altos funcionarios estadounidenses.
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