Cuando el mundo dej¨® de girar
Jruschov, Kennedy, Castro. Un pulso endiablado entre la URSS y EEUU en Cuba. Se cumple medio siglo de un conflicto que tuvo en vilo a la humanidad, que estuvo cerca de una guerra nuclear
El domingo 21 de octubre de 1962, el dibujante Juan Padr¨®n se encontraba en el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematogr¨¢fica (ICAIC), en La Habana, haciendo sus primeros experimentos de animaci¨®n sin imaginar que la peor crisis nuclear de la historia estaba a punto de estallar. No ten¨ªa por qu¨¦ saberlo. Una semana antes, al sobrevolar la zona occidental de Pinar del R¨ªo, un avi¨®n esp¨ªa norteamericano U2 hab¨ªa obtenido pruebas irrefutables de que la URSS estaba desplegando en Cuba rampas de lanzamiento de cohetes de alcance medio, con capacidad de llegar al coraz¨®n de Estados Unidos en pocos minutos y con un poder de destrucci¨®n cien veces superior a la bomba de Hiroshima. Pero nada de eso hab¨ªa salido en la prensa.
Padr¨®n ten¨ªa entonces 15 a?os y su familia viv¨ªa en el batey del Central Carolina, un ingenio azucarero situado cerca del poblado de C¨¢rdenas, provincia de Matanzas, unos 140 kil¨®metros al este de La Habana. Alrededor de aquel poblado y aquella carretera bordeada de ca?averales se hab¨ªa ido forjando Padr¨®n su imagen de la revoluci¨®n; primero asisti¨® a la rendici¨®n de los soldados de Batista el d¨ªa de A?o Nuevo de 1959, y una semana despu¨¦s vio pasar a Fidel Castro aclamado como un h¨¦roe antes de hacer su entrada triunfal en La Habana. Dos a?os m¨¢s tarde, el 17 de abril de 1961, Padr¨®n y su hermano saldr¨ªan tambi¨¦n a la carretera a despedir a los batallones de milicianos que marchaban a enfrentar la invasi¨®n de Bah¨ªa de Cochinos, organizada y financiada por la CIA para derrocar al r¨¦gimen de Castro.
Aquellos primeros a?os revolucionarios fueron un puro v¨¦rtigo. ¡°Todos los d¨ªas pasaba algo¡±, recuerda Padr¨®n del momento en que la guerra fr¨ªa se convirti¨® en un volc¨¢n. ¡°Una madrugada ven¨ªan aviones de Miami y quemaban un ca?averal. Otro d¨ªa, un marine disparaba desde la base de Guant¨¢namo y mataba a un soldado¡¡±.
Era la ¨¦poca en que EE UU y Mosc¨² compet¨ªan por la conquista del espacio y de m¨¢s influencias en la tierra, y Fidel Castro hablaba horas en televisi¨®n para denunciar los ¡°cr¨ªmenes del imperialismo¡±. Las grandes empresas y los latifundios estadounidenses hab¨ªan sido nacionalizados, y Washington cada semana a?ad¨ªa una muesca al embargo en una espiral en la que cada medida provocaba una reacci¨®n m¨¢s explosiva del bando contrario.
Documentos desclasificados por el Gobierno de EE UU acreditan que las acciones secretas de Washington para fomentar la subversi¨®n contra la revoluci¨®n castrista se incrementaron aquellos d¨ªas. Del mismo modo, el acercamiento a la Uni¨®n Sovi¨¦tica y la radicalizaci¨®n de la revoluci¨®n se dispararon, en un pimp¨®n pol¨ªtico en el que a¨²n hoy es dif¨ªcil diferenciar entre causa y efecto.
Durante mucho tiempo, los viejos dirigentes sovi¨¦ticos hab¨ªan esperado que una revoluci¨®n socialista triunfara en otro pa¨ªs ¡°por generaci¨®n espont¨¢nea¡± y no a lomos de sus tanques. Por eso, cuando Fidel Castro apareci¨® en escena, Nikita Jruschov y la c¨²pula del Partido Comunista de la URSS lo vivieron como un ¨¦xito propio. ¡°Est¨¢bamos como ni?os con un juguete nuevo¡±, admiti¨® Mikoy¨¢n, entonces viceprimer ministro de la URSS, seg¨²n escribe el teniente coronel cubano Rub¨¦n G. Jim¨¦nez en el libro Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear.
En aquellos momentos entre Washington y Mosc¨² saltaban chispas. El enfrentamiento era incesante y se hab¨ªa traducido en una carrera armamentista desbocada en la que cada ojiva nuclear producida era como una banderilla clavada en las costillas del adversario. En marzo de 1962, EE UU acaba de hacer operativos en Turqu¨ªa una quincena de sus cohetes nucleares J¨²piter, con capacidad de alcanzar blancos en la URSS en 10 minutos, y amenazaba con instalar m¨¢s misiles at¨®micos en pa¨ªses aliados como Italia o Inglaterra.
Eran los d¨ªas en que EEUU y la URSS compet¨ªan por conquistar el espacio e influir en la tierra
En ¡®Memorias: el ¨²ltimo testamento¡¯, Jruschov cuenta que, tras el fracaso de la invasi¨®n de Bah¨ªa Cochinos, la Administraci¨®n de J. F. Kennedy estaba ¡°humillada¡± y que tanto rusos como cubanos cre¨ªan seriamente en la posibilidad de una invasi¨®n militar a la isla. Robert McNamara, secretario de Defensa del asesinado presidente norteamericano, lo neg¨® varias veces en las reuniones tripartitas que realizaron en Mosc¨² (1987) y La Habana (1992) los protagonistas del conflicto para analizar la crisis con perspectiva hist¨®rica. Pero lo cierto es que en 1962 todos los d¨ªas se produc¨ªan en Cuba sabotajes y acciones armadas. Para la URSS, desde luego, instalar cohetes nucleares en Cuba no era solo un modo de ¡°defender la revoluci¨®n¡±. Tambi¨¦n, una forma de que EE UU supiera que si ellos ten¨ªan un rev¨®lver apunt¨¢ndoles a la cabeza en Turqu¨ªa, a unas millas de su pa¨ªs, en el Caribe, tambi¨¦n pod¨ªa existir un avispero at¨®mico.
¡°La mayor¨ªa est¨¢bamos dispuestos a todo, pero cre¨ªamos que la guerra era un juego¡±, recuerda Padr¨®n. Las consignas que se coreaban en las calles eran elocuentes. ¡°Si se tiran, se quedan¡± o ¡°Se?ores imperialistas, no les tenemos miedo¡±, eran algunas. El hoy arzobispo de La Habana, cardenal Jaime Ortega, de 76 a?os, que entonces estudiaba en Canad¨¢, vivi¨® la crisis desde lejos, pero se le qued¨® grabada la ingenuidad e irresponsabilidad de la gente, pues ¡°no se era consciente de lo que en realidad estaba sucediendo y de lo que hubiera significado una guerra nuclear¡±.
La Crisis de los Misiles ¨Ctambi¨¦n llamada en Cuba la Crisis de Octubre, y en Mosc¨², la Crisis del Caribe¨C en realidad hab¨ªa comenzado una semana antes de aquel 21 de octubre en que Padr¨®n animaba sus primeras historietas en el ICAIC.
El 15 de octubre de 1962, un d¨ªa despu¨¦s de que el avi¨®n de la Fuerza A¨¦rea norteamericana capturara cientos de fotograf¨ªas comprometedoras en Pinar del R¨ªo, oficiales de la inteligencia norteamericana analizaron las im¨¢genes y emitieron su veredicto. El inusual movimiento de tropas sovi¨¦ticas que hab¨ªan detectado desde comienzos del verano en la isla respond¨ªa al despliegue de varias rampas de lanzamiento de cohetes bal¨ªsticos de alcance medio tipo SS-4 (para los rusos, R-12), con una potencia de carga nuclear de un megat¨®n, esto es, 77 veces m¨¢s poderosa que la bomba de Hiroshima.
Desde tiempo atr¨¢s, Washington hab¨ªa hecho saber su inquietud a Mosc¨² por la creciente presencia militar sovi¨¦tica en la isla, pero hasta entonces el Kremlin hab¨ªa respondido por v¨ªas diplom¨¢ticas que el material b¨¦lico suministrado al r¨¦gimen cubano era ¨²nicamente ¡°defensivo¡±. La certidumbre de que un n¨²mero indeterminado de misiles nucleares con capacidad de destruir blancos a distancias de hasta 2.100 kil¨®metros estaba ya en la isla, lo cambiaba todo.
El 16 de octubre, JFK convoc¨® una reuni¨®n urgente con los principales cargos de su Administraci¨®n y altos mandos militares. Este grupo constituir¨ªa el Comit¨¦ Ejecutivo del Consejo Nacional de Seguridad, un equipo asesor, compuesto por unas 20 personas y juramentado en secreto, que desempe?¨® un papel fundamental en el conflicto. Empezaba una crisis silenciosa en las entra?as de la Casa Blanca en la que halcones y palomas rodearon a JFK poniendo a prueba su prudencia y sentido de Estado.
La soluci¨®n se fragu¨® de espaldas a Fidel. La URSS retirar¨ªa sus misiles. EE UU no invadir¨ªa Cuba.
Las alternativas eran varias. Inclu¨ªan desde un bloqueo naval para impedir la entrada de m¨¢s armas ¡°ofensivas¡±, hasta un golpe a¨¦reo ¡°quir¨²rgico¡± para destruir la capacidad nuclear en la isla, e incluso una invasi¨®n militar norteamericana, seg¨²n propon¨ªa el sector duro. JFK y su hermano Robert Kennedy, el fiscal general, escucharon todo tipo de criterios en los d¨ªas siguientes. La mayor¨ªa de los halcones abogaban por el golpe militar y dar una lecci¨®n a los comunistas, que sin duda hubiera significado la guerra. JFK, sin embargo, opt¨® por mantener abierto el di¨¢logo y los canales diplom¨¢ticos con Mosc¨² aun en el momento en que estuvo m¨¢s cerca de usar la fuerza.
Washington no hizo p¨²blico lo que sab¨ªa e increment¨® los vuelos esp¨ªas sobre Cuba. Descubri¨® nuevos emplazamientos de cohetes de alcance medio SS-4 y tambi¨¦n obras de ingenier¨ªa para instalar rampas de lanzamiento de misiles de alcance intermedio tipo SS-5, los R-14 sovi¨¦ticos, que alcanzaban un radio de hasta 4.500 kil¨®metros (todo el territorio norteamericano, excepto Alaska) con una potencia at¨®mica de 1,65 megatones, 127 veces m¨¢s que la primera bomba arrojada en Jap¨®n. Los cubanos les llamaron ¡°los cabezones¡±.
El 18 de octubre fue otro d¨ªa tenso. Esa ma?ana fue citada por el Comit¨¦ Ejecutivo la Junta de Jefes de Estado Mayor de EE UU, quienes defendieron la necesidad urgente de una acci¨®n militar. Kennedy tuvo un agrio intercambio con el jefe de Estado Mayor de la Fuerza A¨¦rea, el general Curtis LeMay, a quien el presidente pregunt¨® si pensaba que los rusos se iban a quedar de brazos cruzados despu¨¦s de que EE UU destruyera sus cohetes y matara a sus soldados en Cuba. Kennedy se sub¨ªa por las paredes. ¡°Estos militares tienen una ventaja: si hacemos lo que quieren que hagamos, ninguno de nosotros estar¨¢ vivo despu¨¦s para decirles que estaban equivocados¡±, dijo a uno de sus asesores, seg¨²n cuenta el teniente coronel cubano Jim¨¦nez.
Ese mismo d¨ªa por la tarde, JFK se reuni¨® en la Casa Blanca con Andr¨¦i Gromyko, el ministro de Relaciones Exteriores de la URSS, que participaba en la Asamblea General de la ONU. Ninguno se refiri¨® expl¨ªcitamente a los cohetes de Cuba, pero cuando Kennedy le pregunt¨® abiertamente por el tipo de armas que estaban suministrando a los cubanos, Gromyko minti¨® y le asegur¨® que todas eran ¡°defensivas¡±. En las horas siguientes continuaron las reuniones en la Casa Blanca y los vuelos de los U-2: los cohetes estaban siendo instalados a toda velocidad y pod¨ªan estar operativos pronto.
¡®Halcones¡¯ y ¡®alomas¡¯ pusieron a prueba el sentido de estado de JFK en la casa blanca
Como toda la humanidad, Padr¨®n estaba aquel 21 de octubre en el ICAIC con sus dibujos ¡°ajeno a lo que estaba sucediendo¡±. A?os despu¨¦s har¨ªa algunos chistes de verdugos, pero un bur¨®crata opin¨® que no era serio: ¡°Bien se nota que el compa?ero no fue torturado por la tiran¨ªa de Batista¡±, le dijo, y se acabaron los verdugos. Despu¨¦s har¨ªa otros de piojos, y el mismo sujeto le anim¨® a dejarlos, argumentando que parec¨ªa un choteo en el momento en que ¡°Cuba luchaba para ser una potencia m¨¦dica¡±. El censor se exili¨® en los a?os noventa, y Padr¨®n sigue en Cuba, pero esa es otra historia.
El 22 de octubre, Kennedy destap¨® la crisis en televisi¨®n. Anunci¨® un bloqueo naval a Cuba, que se har¨ªa efectivo a las dos de la tarde del 24. ¡°Todos los buques de cualquier naci¨®n o puerto ser¨¢n obligados a regresar si se descubre que llevan armamentos ofensivos¡±, dijo. La zona de intercepci¨®n se estableci¨® a 500 millas de la costa cubana.
¡°Volv¨ª corriendo a casa a ayudar a mis padres¡±, recuerda Padr¨®n. La movilizaci¨®n era general en todo el pa¨ªs. Cuba estaba en alerta m¨¢xima, y hasta en el malec¨®n se instalaron piezas de artiller¨ªa antia¨¦rea. Natalia Bol¨ªvar, en ese momento subdirectora del Museo de Bellas Artes, se acuartel¨® all¨ª con su hija reci¨¦n nacida, Natacha. Bajaron los sorollas y el canaletto de la colecci¨®n a los s¨®tanos: ¡°Cre¨ªa que el mundo se iba a acabar, pero me daba igual¡±. As¨ª lo vivieron muchos cubanos. En EE UU, el p¨¢nico se apoder¨® de la gente y las iglesias se llenaron.
La Operaci¨®n Anadir hab¨ªa empezado cinco meses antes. A finales de mayo, Jruschov plante¨® a Castro que la ¨²nica forma de defender la soberan¨ªa de Cuba de EE UU no era con armas convencionales, sino con cohetes nucleares. Entonces, la superioridad del armamento norteamericano era conocida, pese a los alardes de Jruschov, que lleg¨® a declarar que hab¨ªa un lugar en la URSS en el que se ¡°fabricaban misiles como salchichas¡±. Seg¨²n se comprob¨® despu¨¦s, la superioridad real en armas nucleares era de 17 a 1 a favor de EE UU.
'Nikita, mariquita, lo que se da no se quita', coreaban los cubanos tras la retirada sovi¨¦tica
Castro, viejo zorro pese a su juventud ¨Cten¨ªa 36 a?os¨C, respondi¨® a Nikita que Cuba estaba amenazada por EE UU, pero que si la isla aceptaba los cohetes era sobre todo para ayudar a que la URSS restableciera el equilibrio nuclear. ¡°Se pueden instalar todos los misiles que sean necesarios¡±, afirm¨® el l¨ªder cubano, quien se pronunci¨® por dar publicidad al acuerdo. Nikita se neg¨® y dijo que cuando los misiles estuvieran ya instalados y ¨¦l asistiera a la ONU en noviembre, se anunciar¨ªa.
Comenz¨® as¨ª la operaci¨®n militar secreta m¨¢s incre¨ªble hecha hasta entonces por una potencia fuera de sus fronteras, que inclu¨ªa el despliegue de cinco regimientos de cohetes de alcance medio e intermedio (en total, 40 rampas de lanzamiento, 24 de ellas para misiles de alcance medio SS-4 y 16 de cohetes SS-5), adem¨¢s de 50.000 soldados, aviones, batallones de tanques y 250.000 toneladas de carga. Todos estos pertrechos hab¨ªa que transportarlos por mar a 10.000 kil¨®metros de la URSS, para lo que har¨ªan falta al menos 80 barcos. El 12 de julio de 1962 salieron los primeros de la URSS camuflados, y el 26 de ese mismo mes lleg¨® a Puerto Caba?as el Mar¨ªa Ulianova, el primer barco.
Castro respondi¨® a la amenaza de cuarentena de Kennedy el 23 de octubre: ¡°Nosotros adquirimos las armas que nos d¨¦ la gana para nuestra defensa y tomamos las medidas que consideremos necesarias¡±.
A partir de ese momento los acontecimientos se precipitaron. El 24 de octubre se vivi¨® uno de los d¨ªas de mayor tensi¨®n. Se acercaba la hora de inicio del bloqueo y varios barcos sovi¨¦ticos llegaban al punto l¨ªmite. ¡°El mundo dej¨® de girar¡±, lleg¨® a decir Robert Kennedy en su libro Trece d¨ªas: una memoria sobre la crisis de los misiles cubanos. Finalmente, en el ¨²ltimo minuto los barcos se detuvieron y dieron media vuelta. Bob Kennedy fue uno de los protagonistas de la Crisis de los Misiles que impusieron cordura, y favoreci¨® un canal secreto de comunicaci¨®n entre JFK y Jruschov, por el que ambos l¨ªderes se intercambiaron 25 cartas durante el conflicto.
Empez¨® entonces a fraguarse la soluci¨®n de espaldas a los cubanos. La URSS retirar¨ªa sus misiles de Cuba a cambio de que EE UU se comprometiera a no invadir Cuba y desmantelara (lo hizo meses despu¨¦s) sus misiles de Turqu¨ªa. Pero mientras Jruschov y Kennedy empezaban a entenderse, el 27 de octubre un avi¨®n U2 fue derribado por un cohete sovi¨¦tico cuando realizaba una misi¨®n de reconocimiento sobre Cuba. La noche anterior, Castro hab¨ªa visitado la Embajada sovi¨¦tica en La Habana y hablado con Jruschov. Su posici¨®n era que la Uni¨®n Sovi¨¦tica no pod¨ªa dejarse sorprender, ni permitir ¡°que los imperialistas pudieran descargar contra ella el primer golpe nuclear¡±. Pasara lo que pasara y aunque Cuba desapareciera de la faz de la tierra.
El incidente del avi¨®n sirvi¨® de revulsivo. El 28 de octubre, Nikita Jruschov anunci¨® por radio que la URSS retirar¨ªa sus cohetes. EE UU cumpli¨® despu¨¦s su parte del trato. Pero Castro consider¨® aquel acuerdo una traici¨®n y lo explic¨® en televisi¨®n con toda vehemencia. Los cubanos salieron a la calle al ritmo de una conga que dec¨ªa: ¡°Nikita, mariquita, lo que se da no se quita¡±.
¡°Una locura. Era como si no nos di¨¦ramos cuenta de que nos ¨ªbamos a ir todos pa¡¯l carajo¡±, afirma Padr¨®n. Medio siglo despu¨¦s es un cineasta reconocido y acaba de realizar Nikita Chama Boom, un corto que refleja su visi¨®n de aquella crisis en clave de humor. Se ve a los rusos ocultando los misiles entre las palmas y, en el momento de m¨¢s tensi¨®n, los milicianos haciendo fren¨¦ticamente el amor. En 1963, es cierto, hubo en Cuba un estallido de la natalidad. Luego las relaciones cubano-sovi¨¦ticas se arreglar¨ªan hasta que desapareci¨® el socialismo real. Todav¨ªa hoy queda un mausoleo a las afueras de La Habana en el que se rinde homenaje ¡°Al soldado internacionalista sovi¨¦tico¡±. Hay all¨ª 67 nichos con los restos de soldados sovi¨¦ticos muertos en la isla en accidentes durante los a?os sesenta. Arde una llama permanente y se guarda en su base un ¡°Llamamiento a los descendientes¡±. En el m¨¢rmol est¨¢ escrito: ¡°Depositado el 23 de febrero de 1978. Abrir el 23 de febrero de 2068, d¨ªa del 150? aniversario de las Fuerzas Armadas de la URSS¡±
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