La violencia sectaria se reaviva en L¨ªbano
Un coche bomba mata a ocho personas en Beirut, incluido el jefe del espionaje El general Al Hassan investig¨® el asesinato del ex primer ministro Hariri y acos¨® a las fuerzas prosirias
Los peores presagios larvados durante meses en L¨ªbano han terminado por cumplirse. La explosi¨®n en un barrio cristiano de Beirut en la que han muerto ocho personas ha sido un atentado de corte sectario, que amenaza con dinamitar la paz cosida con alfileres en el pa¨ªs. Wissam al Hassan, investigador de la muerte del ex primer ministro Rafiq Hariri y azote de las fuerzas prosirias en L¨ªbano ha muerto en el potente atentado con coche bomba, que a primera hora de la tarde ha estallado en el c¨¦ntrico barrio cristiano de Ashrafiye. Unas 80 personas han resultado heridas en un atentado que ha resucitado las im¨¢genes de violencia propias de los a?os de la guerra civil (1975-1990).
Horas despu¨¦s del atentado, j¨®venes sun¨ªes salieron a la calle en varias ciudades y carreteras del pa¨ªs y quemaron neum¨¢ticos en se?al de protesta. Saad Hariri, hijo del pol¨ªtico asesinado y ex primer ministro culp¨® al presidente sirio, Bachar el Asad, de estar detr¨¢s del atentado en una intervenci¨®n retransmitida por televisi¨®n. La coalici¨®n 14 de marzo que lidera Hariri exigi¨® el viernes por la noche la dimisi¨®n del primer ministro, Najib Mikati, al que acus¨® de estar manchado "de la sangre de Wissam al Hasan y de la sangre de los inocentes que murieron". Ning¨²n grupo se ha responsabilizado de momento del ataque.
La detonaci¨®n se produjo apenas pasadas las 14.30 (13.30, hora peninsular espa?ola) junto a la plaza Sasine, el coraz¨®n del barrio cristiano de Ashrafieh. Es la hora de la salida de los colegios y la que muchos beirut¨ªes aprovechan para hacer compras o tomar un caf¨¦ en alguna de las muchas terrazas de la zona. Decenas de ni?os pululaban por la zona llorando aterrados. "Hemos sentido c¨®mo vibraba todo", explica una joven que se encontraba en los alrededores de Sasine.
La explosi¨®n ha sido de tal magnitud que pudo escucharse desde barrios situados a varios kil¨®metros de distancia. El suelo de las calles que rodeaban la sede del Partido Falangista, contra la que se ha producido el atentado, qued¨® totalmente cubierto de cristales y el inmueble reducido pr¨¢cticamente a la nada. All¨ª se agolpaban curiosos y afectados, mientras los efectivos de la Cruz Roja y el cuerpo de Bomberos atravesaban la zona de seguridad para trasladar en brazos o en camilla a las decenas de heridos, la mayor¨ªa de car¨¢cter leve.
Wissam Al Hassan ha corrido la misma suerte que el ex primer ministro Rafiq Hariri en 2005, cuyo asesinato precisamente investigaba. Una de las evidencias que destap¨® Al Hassan fue la implicaci¨®n de Hezbol¨¢, el partido-milicia chi¨ª liban¨¦s y de Siria en el magnicidio. El pasado agosto, Al Hassan dirigi¨® adem¨¢s la investigaci¨®n que condujo a la detenci¨®n del ex ministro de Informaci¨®n liban¨¦s, Michel Samaha, considerado el hombre de Damasco en Beirut y al que se acusa de planear atentados contra objetivos sun¨ªes.
La explosi¨®n se produjo en un momento del d¨ªa en el que las calles del centro de Beirut se encuentran concurridas
La muerte de Al Hassan, un musulm¨¢n sun¨ª, pr¨®ximo a la familia Hariri, ha reavivado los temores de que la vida de otros pol¨ªticos opositores y cr¨ªticos con el r¨¦gimen de Damasco acabe tambi¨¦n segada por coches bombas. Saad Hariri, hijo del pol¨ªtico asesinado, permanece fuera del pa¨ªs, en Par¨ªs, por miedo a los atentados. El propio Al Hassan acababa de volver a L¨ªbano despu¨¦s de una estancia en el extranjero, a donde hab¨ªa trasladado a su familia.
Pero el atentado ha disparado sobre todo el miedo a que el conflicto sirio vaya a terminar por contagiar al vecino L¨ªbano y por desatar nuevos enfrentamientos civiles. La Casa Blanca ha lamentado el atentado y la portavoz del Departamento de Estado de EE UU, Victoria Nuland, ha agregado que su Gobierno lleva meses "expresando preocupaci¨®n por el aumento de tensiones dentro de L¨ªbano, especialmente las tensiones sectarias y las resultantes del contagio de Siria".
A pesar de que la posici¨®n del Gobierno es de no injerencia en el conflicto sirio, las fuerzas pol¨ªticas libanesas han adoptado posiciones enfrentadas en cuanto a su relaci¨®n con el r¨¦gimen de Damasco. La oposici¨®n siria acusa incluso a Hezbol¨¢ de apoyar y combatir del lado de las tropas gubernamentales. Pol¨ªticos sun¨ªes libaneses acusan adem¨¢s al grupo chi¨ª de poner en riesgo con su alianza siria, la estabilidad del pa¨ªs.
Hasta ahora, la violencia relacionada directa o indirectamente con la revuelta siria, se hab¨ªa centrado en el norte de L¨ªbano y en general en las zonas cercanas a la frontera con Siria. Este nuevo golpe mortal en el coraz¨®n cristiano de Beirut marca una nueva etapa en la vida pol¨ªtica libanesa y en las relaciones entre Siria y L¨ªbano.
Los primeros minutos tras la explosi¨®n fueron ca¨®ticos. Las l¨ªneas telef¨®nicas colapsaron. Varios trabajadores tuvieron que ser rescatados de entre los escombros de un edificio en obras en una de las calles perpendiculares al lugar de la explosi¨®n. "Acab¨¢bamos de cerrar para ir a comer", explicaba la due?a de una papeler¨ªa de la calle Alfred Naqash mientras recog¨ªa los cristales esparcidos de lo que era el escaparate del local. Hasta las cancelas met¨¢licas de los establecimientos cerrados se combaron; las puertas de los peque?os comercios a pie de calle quedaron reducidas a a?icos y no qued¨® en pie m¨¢s que alg¨²n que otro ventanal.
Toda la zona qued¨® cortada. Los centenares de polic¨ªas, militares y agentes no uniformados que custodiaban el cord¨®n de seguridad fueron permitiendo el paso con cuentagotas, de quienes regresaban a sus casas para recoger algunos enseres de entre los escombros a ¨²ltima hora de la tarde. Sausan, una joven con hiyab y el tel¨¦fono en la mano se quejaba de que no le permit¨ªan acceder a su propia casa para ver c¨®mo hab¨ªa quedado. La bomba explot¨® a unos pocos metros.
En ese momento Tarek a¨²n se encontraba recogiendo los cristales del ventanal del restaurante de comida r¨¢pida en el que trabaja, a varias calles de donde ha estallado el coche bomba. El joven estaba solo cuando se produjo la explosi¨®n y asegura que ni siquiera se asust¨®: "Desde hace cinco a?os [tras el fin de la guerra en 2006 contra Israel], esto es normal para los libaneses".
"Intentan destruir los espacios p¨²blicos", dice indignado un ejecutivo que prefiere no revelar su nombre. "Sasine es para todo el mundo, aunque sea un barrio cristiano", puntualiza, "tienen que dejar de matar gente, que dejen a L¨ªbano tranquilo".
Blanca, una activista espa?ola residente en la zona, se encontraba en ese instante en casa de unos amigos, solo a un par de calles del lugar de la explosi¨®n. "Todos los vecinos han empezado a abrir las puertas y a preguntar si est¨¢bamos bien", explica. El atentado les ha sorprendido en mitad de una clase de ¨¢rabe. "Le¨ªamos un texto sobre el asesinato de [el ex Primer Ministro] Rafiq Hariri [en 2005] que dec¨ªa: 'Est¨¢bamos todos sentados tranquilamente y de repente se escuch¨® la bomba", cuenta, "luego hemos o¨ªdo la explosi¨®n y hemos dado un salto. Estaba muy cerca".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.