Obama centra sus esperanzas en su maquinaria de movilizaci¨®n del voto
No es casualidad que Obama invite en todos sus m¨ªtines a que los espectadores animen a amigos y vecinos a votar por adelantado
Poco despu¨¦s de votar el jueves en Chicago, Barack Obama se reuni¨® con un grupo de voluntarios dem¨®cratas y les comunic¨® la dura realidad: ¡°Podemos perder estas elecciones¡±. Esta semana, a lo largo de su marat¨®n por ocho estados decisivos, el presidente mantuvo en dos ocasiones tele conferencias con miles de trabajadores de su campa?a, con el mismo mensaje: ¡°Si no conseguimos llevar a las urnas todos los votos, podemos perder estas elecciones. La buena noticia es que tenemos votos suficientes para ganarlas, s¨®lo hay que conseguir que voten¡±.
A diferencia de 2008, esta vez no se trata de sue?os, se trata de matem¨¢ticas. Mitt Romney ha consolidado una ventaja en las encuestas nacionales, m¨ªnima, pero suficiente como para pensar en que puede ser presidente. Los dem¨®cratas tienen en sus manos a¨²n impedirlo concentrando su actividad en los tres o cuatro estados en los que en estos momentos se juega el partido y, sobre todo, haciendo uso de un arma en la que, claramente, superan a su rival: la organizaci¨®n de base, el contacto directo con los electores.
La maquinaria del movilizaci¨®n del voto, ¨²nica en la historia, que la campa?a de Obama puso sobre el terreno en 2008 ha sobrevivido pr¨¢cticamente intacta hasta la fecha. Es m¨¢s, ha sido corregida y mejorada tras cuatro a?os de trabajo que comenzaron el mismo d¨ªa que se ganaron las elecciones de hace cuatro a?os y no concluir¨¢n hasta el 6 de noviembre. Puede que Romney, con el apoyo de poderosos donantes, haya conseguido sobrepasar la recaudaci¨®n de Obama ¨Cambos presentaron ayer cifras por encima de los 1.000 millones de d¨®lares-, pero, pese a haber mejorado con respecto a 2008, est¨¢ muy lejos a¨²n en organizaci¨®n popular.
De los tres estados decisivos en estas elecciones, Obama tiene 90 oficinas electorales m¨¢s que Romney en Ohio, 60 en Florida y 30 en Virginia. En 2008, la campa?a de Obama ten¨ªa 700 de esas oficinas en todo el pa¨ªs, ahora tiene m¨¢s de 800. Los dem¨®cratas han conseguido registrar para votar medio mill¨®n de personas m¨¢s que los republicanos en Florida y 125.000 m¨¢s en Nevada, por mencionar solo los casos de estados electoralmente oscilantes.
Ahora se trata de que esos registrados acudan a votar y, para evitar problemas de ¨²ltima hora, que son frecuentes en los estados m¨¢s competitivos y que suelen perjudicar m¨¢s a los votantes dem¨®cratas, la campa?a de Obama intenta que sus votantes vayan a las urnas con antelaci¨®n, lo que es legalmente posible en la mayor parte de Estados Unidos.
El presidente ha votado antes, precisamente, para dar ejemplo. En a?os anteriores, especialmente en un punto tan delicado como Ohio, se registraron problemas en varios colegios que dejaron sin votar a miles de ciudadanos, mayormente afroamericanos. En Florida, Colorado o Nevada, una gran parte de los votantes latinos, cuya participaci¨®n es determinante, est¨¢n sometidos a horarios laborales o viven en lugares que les hace dif¨ªcil el desplazamiento a las urnas en un d¨ªa preciso.
La campa?a de Obama ya est¨¢ teniendo bastante ¨¦xito en esta operaci¨®n. Entre los votantes anticipados, que pueden llegar a ser mayor¨ªa en algunos estados o cerca de la mitad en otros, Obama va por delante con diferencia de, a veces, m¨¢s de 20 puntos. Ahora es necesario completar ese trabajo el pr¨®ximo d¨ªa 6.
Las razones por las que algunas personas no votan son, frecuentemente, aleatorias. Igual que se quedan en casa, podr¨ªan decidir votar si se les crea el incentivo adecuado. No es por casualidad que Obama, en cada uno de sus m¨ªtines, anima a los presentes a hablar con sus vecinos para invitarlos a votar, y a los j¨®venes, a que se ofrezcan a llevar a sus abuelos hasta los centros de votaci¨®n.
El director de la campa?a de Obama, Jim Messina, ha confesado al periodista Ryan Lizza, de The New Yorker, que su biblia es el libro Get Out the Vote, de los profesores Donald Green y Alan Gerber, que sostienen que los millones de panfletos que se distribuyen estos d¨ªas no valen para nada, que las miles de llamadas telef¨®nicas que los partidos hacen a las familias estos d¨ªas no valen para nada, que lo ¨²nico que vale es el contacto personal, porque, seg¨²n ellos, ¡°muchos votantes solo votan cuando sienten que otros les observan, cuando sienten que su actitud deja constancia p¨²blica¡±.
Con ese prop¨®sito, los voluntarios de Obama, que no est¨¢n tan emocionalmente comprometidos como hace cuatro pero s¨ª lo suficiente como para tratar de impedir que gane Romney, se meten en peluquer¨ªas, cafeter¨ªas, iglesias, centros c¨ªvicos, penetran en todos los entornos en los que es posible discutir sobre la necesidad de votar.
Esa capacidad de movilizaci¨®n puede ahora verse contrarrestada por el factor de motivaci¨®n, que esta vez favorece a Romney. Nadie puede llevar a las urnas a quien, definitivamente, no quiere hacerlo. Pero la motivaci¨®n pesa m¨¢s sobre aquel que, a estas alturas, tiene ya claramente decidido su voto. Y son los indecisos los que cuentan en estas horas finales.
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