Entre dos mundos
Obama en 2012 manda menos que Bush en 2004 y Romney, si gana, todav¨ªa mandar¨¢ menos en 2016
La cadencia presidencial de EE UU se?ala los hitos de la historia en construcci¨®n de forma todav¨ªa insustituible. Deber¨¢n pasar muchos a?os y producirse muchos cambios geopol¨ªticos para que Washington pierda el privilegio de contar con el ciudadano que nominalmente pauta y rige el calendario de la pol¨ªtica internacional. Los comunistas chinos, con los enigmas inextricables de su poder colegiado, deber¨¢n poner mucho de su parte para que las cosas cambien. La elecci¨®n presidencial sigue siendo un momento muy especial para todos, pues el mundo liderado por EE UU se sit¨²a bajo los focos de un escrutinio cuatrienal y del nombre de un presidente. Ciertamente el primer magistrado estadounidense ya no es la figura de la Guerra Fr¨ªa que respond¨ªa al nombre del l¨ªder del mundo libre, pero sigue siendo el hombre m¨¢s poderoso del planeta y el que dirige la orquesta desafinada de la globalidad mal gobernada.
De ah¨ª que un ejercicio obligado ante una elecci¨®n presidencial sea comparar el planeta tal como lo dej¨® Bush y tal como lo deja Obama. El ejercicio completo para enjuiciar un ciclo entero de alternativas en el poder requerir¨ªa a?adir a la comparaci¨®n el legado de Clinton que recibi¨® Bush; aunque no sea exactamente as¨ª, con memoria larga y comparativa, como se comporta la gran masa de los electores. El 4 de noviembre de 2008, cuando los ciudadanos dieron a Obama una amplia y esperada victoria sobre McCain, EE UU se hallaba comprometido en dos guerras sin salida, en recesi¨®n y con su imagen internacional da?ada. La aventura neoconservadora que hab¨ªa anunciado la hegemon¨ªa global de Washington durante el siglo XXI, el siglo americano, yac¨ªa en pedazos tras el fracaso de Bush en su intento de remodelar el atlas pol¨ªtico mundial con nuevas reglas de guerra preventiva, relajaci¨®n de los est¨¢ndares en derechos humanos y limitaci¨®n de las libertades p¨²blicas. El contraste es cruel para Bush y el Partido Republicano. Retrospectivamente, en relaci¨®n al legado de Clinton: crecimiento econ¨®mico, cero guerras y unos amplios m¨¢rgenes de acci¨®n internacional. Y tambi¨¦n con el legado actual de Obama, a¨²n sin consolidar: con crecimiento econ¨®mico, Irak y Afganist¨¢n encauzados y la imagen internacional de Estados Unidos al menos parcialmente restaurada.
El candidato republicano es el de la incertidumbre, no solo para EE UU, sino para todo el mundo
No se puede poner en la cuenta de un solo presidente el lento pero bien tangible declive de la superpotencia ante el ascenso imparable de los emergentes, con China a la cabeza, porque no se ha producido como consecuencia de decisiones err¨®neas tomadas desde la Casa Blanca. Est¨¢ claro, en todo caso, que Clinton supo gobernar la globalidad con grandes dosis de multilateralismo y que Bush, con su unilateralismo, erosion¨® sin saberlo ni quererlo la hegemon¨ªa de Estados Unidos. Mientras China crec¨ªa y se consolidaba, Washington se enredaba en los zarzales b¨¦licos y en el desprestigio de un antiterrorismo mal concebido y peor conducido y se endeudaba hasta l¨ªmites que pon¨ªan en peligro su propia seguridad nacional.
Esos son los grandes trazos del dibujo, sin entrar en la filigrana. En ella encontramos las continuidades entre Bush y Obama. Tambi¨¦n un segundo Bush bien distinto del primero, que empieza el repliegue de Irak, lanza la Conferencia de Annapolis sobre Oriente Medio y comparte secretario de Defensa, Robert Gates, con su sucesor. Y la rectificaci¨®n mitigada practicada por Obama, un pol¨ªtico de talante centrista y conciliador a pesar del momento polarizado y radical que vive Estados Unidos y quiz¨¢s todos. Barack Obama manda menos en el mundo en 2012 que Bush en 2004, en las v¨ªsperas de su reelecci¨®n como triunfante combatiente contra el terrorismo internacional. Y es altamente probable que tambi¨¦n Romney, si vence, mandar¨¢ menos en 2016 de lo que manda Obama ahora.
Por m¨¢s que se empe?e la derecha m¨¢s lun¨¢tica, todos sabemos qui¨¦n es Barack Obama: que no es musulm¨¢n, que ha nacido en Estados Unidos, que es un ciudadano americano en todo, en su biograf¨ªa, en sus ideas y en sus costumbres. A ninguna de las dudas lanzadas por los conservadores se deben los cambios de poder que se est¨¢n produciendo en el planeta. Tampoco se anuncian ni presagian grandes sorpresas si tiene cuatro a?os m¨¢s para profundizar en la huella de su presidencia. M¨¢s dif¨ªcil es saber exactamente qui¨¦n es el exgobernador Mitt Romney. Aunque no ofrece dudas su identidad biogr¨¢fica, religiosa y cultural, s¨ª las levanta su voluble identidad ideol¨®gica, en un final de campa?a jugado en el centro pol¨ªtico; tras pelear las primarias en el extremo y hacerse con las ideas del Tea Party; y despu¨¦s de aplicar pol¨ªticas centristas como gobernador de Massachusetts. No es Obama, sino el candidato republicano, el candidato de la incertidumbre, no solo para EE UU, sino para la marcha del mundo.
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