¡°No es Columbine o Virginia Tech. Aqu¨ª ha pasado en una guarder¨ªa¡±
Cientos de personas acuden a una vigilia en la iglesia cat¨®lica de Santa Rosa de Lima en Newtown para rendir homenaje a las v¨ªctimas y sus familiares
El cielo estaba completamente limpio en Newtown, una peque?a localidad silenciosa situada en pleno coraz¨®n de Connecticut, a escasos 120 kil¨®metros de la fren¨¦tica ciudad de Nueva York. El silencio result¨® roto por los disparos de Adam Lanza, cuando entr¨® temprano en un centro de ense?anza primaria con ni?os de cinco a 10 a?os, que iniciaban las clases.
La jornada se torn¨® de golpe oscura, rota por el dolor, tanto de los familiares de las v¨ªctimas como de los que sobrevivieron a esta acci¨®n horrible, congregados en masa en la tarde del viernes para participar en una misa y una vigilia en la iglesia cat¨®lica de Santa Rosa de Lima. Una madre, acompa?ada por su hijo de 12 a?os, comenta: ¡°Todo el mundo conoce a alguien entre las v¨ªctimas¡±. ¡°De alguna manera esta tragedia nos afecta a todos¡±, se?ala antes de levantarse.
La historia volvi¨® a repetirse, esta vez en una peque?a comunidad de Nueva Inglaterra, tranquila, pac¨ªfica. Dicen que la libertad de la que goza EE UU debe ir acompa?ada por la responsabilidad de sus vecinos, si no ese equilibrio se rompe de manera incomprensible. Esta vez ese equilibrio acab¨® cuando el agresor, de 20 a?os, asesin¨® en casa a su madre, maestra en el colegio Sandy Hook, y despu¨¦s a los menores a los que daba clases, a los que ametrall¨® con un arma de guerra.
Las r¨¢fagas acabaron con la vida de veinte ni?os y de seis adultos, aparte del propio agresor. El colegio cuenta con 626 alumnos matriculados. Tiene una guarder¨ªa. A las 9.30 cierra las puertas como medida de seguridad. A partir de esa hora solo se puede entrar llamando a un timbre y con permiso. El autor de la matanza entr¨® antes. La iglesia de Santa Rosa no est¨¢ muy lejos de all¨ª. Permanecer¨¢ abierta las 24 horas para el que quiera acercarse a compartir su dolor. La gente se agolpaba en las ventanas para seguir el oficio.
La ma?ana fue larga para los vecinos, comenta una residente. Durante horas, los familiares recorrieron las inmediaciones del colegio sin saber d¨®nde ir, intentando dar con alguien que les aclarara lo que estaban viendo por televisi¨®n. Justo al lado del centro de ense?anza hay una peque?a caserna de bomberos, que se convirti¨® en un lugar improvisado de consuelo para los padres. All¨ª se concentraron una treintena de adultos.
Si ten¨ªa un problema con su madre, que lo hubiera resuelto en casa, no en el colegio¡±
Los j¨®venes se consolaban unos a otros y se abrazaban para darse fuerza mientras quienes esperaban ante la iglesia de Santa Rosa entonaban 'Amazing Grace'. Un miembro del cuerpo de bomberos de Newtowm se muestra incapaz de dar consejos a las v¨ªctimas, incluso siendo un experto en situaciones de crisis, porque ¡°aun no me entra en la cabeza lo que ha pasado¡±. ¡°Si ten¨ªa un problema con su madre, que lo hubiera resuelto en casa, no en el colegio¡±, dice. Tambi¨¦n comenta que otros conpa?eros le han llamado desde distintos puntos del pa¨ªs para expresar sus condolencias y compartir su pena. "Les he dejado claro que esto no es un Columbine o un Virginia Tech. Aqu¨ª ha pasado en una guarder¨ªa".
El bombero tiene una hija de cuatro a?os que va a un jard¨ªn de infancia muy cercano al lugar donde ha ocurrido la matanza. A su lado, Will Ruffles lleva en los brazos a un beb¨¦ de cinco meses. "Cuando llegu¨¦ a casa y lo vi me ech¨¦ a llorar¡±.
"Parece imposible que ocurra esto, en esta comunidad", comenta Catherine Urso tras la ceremonia de vigilia. Es profesora. Considera que lo sucedido es el reflejo de la educaci¨®n y la cultura de violencia que se da a los ni?os. "Algo debe cambiar, porque cada vez sucede con m¨¢s frecuencia". A su lado una mujer mayor ense?a un cartel en el que pide que se haga algo para contener "este veneno" para salvar la vida de los j¨®venes.
Janet tiene 19 a?os. Es de origen ecuatoriano. Emigr¨® a EE UU junto a su familia. Un primo va al mismo colegio de la matanza. "Pasamos mucho miedo hasta que supimos que estaba bien". Esta joven admite que no puede saber por lo que deben de estar pasando las familias de las v¨ªctimas. "S¨®lo puedo rezar por ellos". La madre se?ala, al preguntarle si despu¨¦s de vivir esto no se plantea volver a su pa¨ªs, que "esta es la prueba de que en ning¨²n lugar se puede estar seguro".
A la entrada de la iglesia de Santa Rosa hay tres pizarras blancas en la que los vecinos dejan mensajes. "Que Dios bendiga a esta comunidad por todo lo que ha perdido y que bendiga a sus 20 ¨¢ngeles", escribe la familia Brackett. En otro al lado se pide "estar mas unidos y fuertes" frente a la tragedia. Un mensaje que repiti¨® durante la misa el p¨¢rroco Robert Weiss. "No vivimos en una zona de guerra. Esto no deber¨ªa pasar".
Si la ma?ana fue dura, la noche convirti¨® Newtown en una ciudad fantasma. Las carreteras de acceso est¨¢n cortadas y ¨²nicamente circulan los camiones de la prensa. El silencio que rodea los alrededores de la escuela se ha expandido a las viviendas de la zona residencial cercana. John Hubbard ha decidido apagar las luces de navidad que adornaban su jard¨ªn. "Las luces se suponen que traen alegr¨ªa, pero hoy el d¨ªa ha sido una tragedia". Su casa est¨¢ enfrente de una de las paradas del autob¨²s escolar que hace la ruta hasta el colegio Sandy. "No s¨¦ si algunos de los chavales que iban en el autob¨²s estar¨¢n entre las v¨ªctimas", murmura.
En el restaurante Mona Lisa, alejado de la zona en la que ocurri¨® el tiroteo, la congoja atenaza a los pocos clientes que esta noche se han acercado al lugar. "Hoy iba a ser un d¨ªa agitado, con muchas cenas de Navidad. Se han cancelado todas", indica su propietario, Tom Daoutis. "Claro que no tengo derecho a quejarme. Esto no es nada comparado con la tragedia que estamos viviendo", a?ade.
En la barra hay dos televisiones encendidas. En una hay un partido de baloncesto, en la otra se ven las im¨¢genes de la vigilia por las.v¨ªctimas del tiroteo. Nadie presta atenci¨®n al partido. "Esto va a volver a pasar. No puedes parar a un tipo que lleva armas y que tiene planeado matar a la gente", se lamenta uno de los clientes.
Como dijo Dannel Malloy, gobernador de Connecticut, esta tragedia dejar¨¢ huella en esta ciudad y en todo un pa¨ªs que cierra un a?o dominado por la violencia. La ciudad de Newtown fue fundada hace tres siglos. Era un territorio que pertenec¨ªa a la tribu de los Pohtatuck. Ahora viven unas 27.000 personas. El ingreso medio de sus vecinos es de uno 90.000 d¨®lares, por lo que se puede considerar una comunidad acomodada. El 3% de la poblaci¨®n vive por debajo del umbral de la pobreza. En la ¨²ltima d¨¦cada, en Newtown s¨®lo ha habido un asesinato.
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