Obama: ¡°No podemos volver a tolerar una tragedia como esta¡±
El presidente visita la ciudad, conmocionada por el asesinato de 27 personas a manos de un joven
El presidente de Estados Unidos inst¨® a reconsiderar los valores de convivencia de la sociedad norteamericana durante su intervenci¨®n en la vigilia en honor de las 26 v¨ªctimas de la matanza de la escuela de Sandy Hook. En su discurso, Barack Obama no se limit¨® a brindar aliento a los familiares y a los vecinos de Newtown, el mandatario reflexion¨® adem¨¢s sobre la responsabilidad colectiva en la educaci¨®n de los ciudadanos para concluir que el pa¨ªs no estaba haciendo lo suficiente.
¡°No podemos tolerar algo como esto nunca m¨¢s. Estas tragedias deben terminar¡±, indic¨® un Obama que no borr¨® en ning¨²n momento el gesto circunspecto de su semblante. ¡°Y para ponerles fin es necesario que cambiemos¡±, advirti¨® el presidente. El mandatario realiz¨® una dura autocr¨ªtica sobre la respuesta que EE UU ha dado en los ¨²ltimos a?os a actos de violencia similares. ¡°Como naci¨®n, nos hemos dejado en el camino varias cuestiones sin responder y hemos fallado en nuestro principal deber, que es el de educar a nuestros hijos¡±.
Como naci¨®n, nos hemos dejado en el camino varias cuestiones sin responder y hemos fallado en nuestro principal deber, que es el de educar a nuestros hijos" Barack Obama
En ning¨²n momento abord¨® Obama el problema del control de las armas. Tampoco ofreci¨® ninguna respuesta concreta a las preguntas que desgran¨® ante un auditorio abarrotado. Pero fueron precisamente esos interrogantes y lo que subyac¨ªa tras ellos los que determinaron la trascendencia de un discurso que muy probablemente marque un punto de inflexi¨®n en la carrera pol¨ªtica del presidente. ¡°La legislaci¨®n no evitar¨¢ la maldad en nuestro pa¨ªs, pero si podemos dar pasos para evitar que se repitan tragedias como la de Columbine o como la de Aurora, debemos intentarlo¡±, asegur¨® el presidente. De manera sutil, Obama defendi¨® la necesidad de abordar de forma conjunta la educaci¨®n de los ciudadanos, m¨¢s all¨¢ de posturas individualistas, uno de los principios en los que tradicionalmente se ha apuntalado la idiosincrasia norteamericana.
Sin duda, las palabras del presidente sorprendieron a muchos de los que a lo largo de todo el domingo convirtieron la solitaria carretera que separa el ¨¢rbol de Navidad que ilumina el centro de Newtown del Instituto Newtown High School en un incesante peregrinaje de vecinos que, tras depositar sus ofrendas en homenaje a las 26 v¨ªctimas de la matanza de la escuela Sandy Hook a los pies del abeto, se dirigieron hacia el centro docente para asistir a la vigilia que tuvo lugar pasadas las siete y media de la tarde.
La mayor¨ªa de los que aguardaban a las puertas del instituto, desafiando una aguanieve pertinaz y g¨¦lida, estaban convencidos de que Obama no se iba a pronunciar sobre la necesidad de endurecer el control de las armas de fuego. Muchos coincid¨ªan, sin embargo, en que, despu¨¦s de la matanza de 20 ni?os, Washington deb¨ªa reaccionar. ¡°Est¨¢ muy bien la segunda enmienda, pero nuestros pol¨ªticos deber¨ªan reflexionar qu¨¦ derecho deber prevalecer, el derecho a poseer armas o el derecho a la vida¡±, indicaba Roshin Rowjee, un m¨¦dico de 43 a?os de Newtown.
Fueron precisamente esos interrogantes y lo que subyac¨ªa tras ellos los que determinaron la transcendencia de un discurso que muy probablemente marque un punto de inflexi¨®n en la carrera pol¨ªtica del presidente
¡°?A cu¨¢ntos actos como estos ha asistido Obama en este ¨²ltimo a?o? Al menos a dos¡±, se lamentaba Tessa Brown, una estudiante de 20 a?os, en referencia al tiroteo en Tucson (Arizona), a principios de a?o, y a la masacre en el cine de Aurora (Colorado) de este verano. ¡°Si el sufrimiento de esas v¨ªctimas y el de las de Newtown no son un est¨ªmulo para que la Casa Blanca haga algo sobe las armas no s¨¦ qu¨¦ m¨¢s tiene que pasar¡±, se preguntaba.
Pocas horas despu¨¦s, Obama hac¨ªa referencia precisamente a esas dos matanzas para apelar a la necesidad de que no vuelvan a repetirse. Desde que ocup¨® el Despacho Oval, el presidente ha asistido a cuatro actos semejantes. El primero en 2009, cuando un miembro del Ej¨¦rcito abri¨® fuego con dos pistolas en Fort Knox acabando con la vida de 13 personas, una m¨¢s de las que murieron el verano pasado en el cine de Aurora, Colorado, en otro tiroteo. Entonces la Casa Blanca asegur¨® que no se planteaba cambiar la legislaci¨®n sobre las armas. En esta ocasi¨®n la respuesta, aunque no tan clara, s¨ª parece diferente.
Rowjee y Tessa solo eran dos de los centenares de personas que formaban parte de cola a la entrada del Newtown High School que se form¨® tres horas antes del inicio de la vigilia. En perfecto orden y en un silencio sobrecogedor vecinos de todas las edades, razas y credos guardaron una fila que pr¨¢cticamente daba la vuelta al centro. Muchos iban acompa?ados de sus hijos peque?os que llevaban mu?ecos de peluche como ofrenda para los 20 ni?os asesinados por Adam Lanza. ¡°Trato de explicarles a mis hijos que lo que pas¨® el viernes es un hecho aislado, que hay mucha m¨¢s gente buena que malvada¡±, indicaba Heather Cook, de 33 a?os y sin trabajo estable, aferrada a su hijo de cinco a?os.?
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