Los ¨¢rabes de Israel ignoran las urnas
La mayor¨ªa del mill¨®n y medio de palestinos que viven en el Estado jud¨ªo dan la espalda a un Parlamento que les discrimina desde 1948
Las quinielas electorales importan m¨¢s bien poco a los habitantes de Um al Fahm, una ciudad israel¨ª poblada exclusivamente por ¨¢rabes. La participaci¨®n de esta minor¨ªa ha ca¨ªdo en picado en las elecciones de la ¨²ltima d¨¦cada porque creen que, a pesar de sumar un quinto de la poblaci¨®n de Israel, su voto cuenta menos que el de la mayor¨ªa jud¨ªa del pa¨ªs. Saben que los partidos ¨¢rabes est¨¢n condenados a la irrelevancia pol¨ªtica en el Parlamento y que su capacidad de maniobra es muy limitada.
La apat¨ªa pol¨ªtica y la fragmentaci¨®n de su voto es una tendencia que podr¨ªa incluso agravarse en las elecciones generales del 22 de enero. Los islamistas del norte son la principal fuerza a favor del boicoteo electoral porque, seg¨²n su l¨ªder, el jeque Raed Saleh, ¡°el sistema israel¨ª hace que los diputados ¨¢rabes no puedan ayudar a la poblaci¨®n¡±.
Esta ciudad, sin embargo, pide a gritos un gran cambio. Algunos barrios recuerdan a las favelas latinoamericanas, casi igual de pobres, aunque mucho m¨¢s seguros. Un breve recorrido por Um al Fahm basta para darse cuenta de que las autoridades israel¨ªes hace tiempo que han olvidado esta localidad del norte del pa¨ªs; de que la diferencia entre los recursos que invierte el Estado en las zonas ¨¢rabes y los esfuerzos que dedica al resto del pa¨ªs es abismal.
De eso se quejan tradicionalmente los ¨¢rabes de Israel, aquellos que se quedaron en el pa¨ªs despu¨¦s de la guerra de 1948 y que hoy suman alrededor de un mill¨®n y medio de habitantes. Se quejan de que el Estado israel¨ª, de mayor¨ªa jud¨ªa, les discrimina. De eso y del boicot al que someten a los partidos ¨¢rabes el resto de las formaciones pol¨ªticas, de los que desconf¨ªan y a menudo consideran el enemigo en casa. Los recelos son mutuos y crecientes, como muestra un estudio del Abraham Fund, que refleja un descenso del 20% de la participaci¨®n electoral de los ¨¢rabes en Israel en la ¨²ltima d¨¦cada. Hoy, un 50% de los palestinos de Israel dicen que piensan votar en las pr¨®ximas elecciones generales, frente a un 70% de los jud¨ªos israel¨ªes.
En este contexto pol¨ªtico es en el que hacen su agosto los islamistas del norte de Israel. Ofrecen a la poblaci¨®n los servicios de los que el Estado les priva y consolidan apoyos a un ritmo que preocupa a las autoridades en Israel. Su l¨ªder, el jeque Raed Saleh, se ha convertido en la figura m¨¢s prominente de la comunidad ¨¢rabe de Israel. Entra y sale de las c¨¢rceles israel¨ªes con cierta frecuencia y sus posiciones respecto a Israel son similares a las de Ham¨¢s. Son una legi¨®n los ¨¢rabes en Israel ¡ªreligiosos y seculares¡ª que encuentran en Saleh a una voz cre¨ªble de la resistencia frente a Israel. A diferencia de los islamistas del sur, el movimiento de Saleh promueve el boicoteo electoral.
En su oficina, rodeado de maquetas que reproducen la Explanada de las Mezquitas de Jerusal¨¦n, Saleh detalla la larga lista de servicios que prestan. Cl¨ªnicas, becas para estudiantes, cestas de comida para las familias necesitadas, atenci¨®n a los hu¨¦rfanos¡ Una red asistencial que recuerda mucho a la de los Hermanos Musulmanes en Egipto o a la de Ham¨¢s en Gaza. ¡°Ayudamos a los desfavorecidos a la vez que promovemos la identidad palestina. Eso explica el apoyo que recibimos¡±, sostiene el jeque Saleh, con barba y tocado isl¨¢mico.
Junto a sus supuestos m¨¦ritos, las campa?as israel¨ªes en contra de la minor¨ªa les han granjeado no pocos apoyos, seg¨²n los observadores. El controvertido ministro de Exteriores israel¨ª, Avigdor Lieberman, reci¨¦n dimitido tras su imputaci¨®n por abuso de confianza, ha contribuido especialmente a trav¨¦s de numerosas declaraciones e iniciativas legislativas destinadas a recortar los derechos de los ¨¢rabes-israel¨ªes. Cuanto m¨¢s asfixian las instituciones israel¨ªes a la comunidad ¨¢rabe, m¨¢s apoyos cosecha la l¨ªnea dura, como la del islamismo de Saleh.
En la otra punta de la ciudad, al pie de la mezquita de Abu Ubeida, una cl¨ªnica del movimiento islamista registra una intensa actividad a media ma?ana. Mohamed Mahamid, su director, explica que por cuatro euros los enfermos reciben asistencia. ¡°Hay mucha desigualdad respecto a los servicios que reciben los jud¨ªos¡±, se queja el director, que asegura que no va a votar ¡°porque el poder de los partidos ¨¢rabes en la Kneset [Parlamento israel¨ª] se aproxima a cero¡±.
La brecha pol¨ªtica y asistencial coincide con la profunda desconfianza mutua entre ¨¢rabes y jud¨ªos en Israel, que a pesar de compartir pasaporte y fronteras se dan la espalda. Manar Mahamid, una estudiante de Magisterio de Um al Fahm, que dice que s¨ª que va a votar para defender sus derechos, resume el sentir de muchos en su comunidad. ¡°En cuanto me ven con el hiyab piensan que soy terrorista. Entre los jud¨ªos hay gente maja, que me trata bien, pero en el fondo s¨¦ que nos odian¡±. Antes de salir a la carrera carpeta en mano, ilustra a la perfecci¨®n la crisis de identidad que sufren muchos palestinos-israel¨ªes. ¡°Luego en Cisjordania tampoco les gustamos a todos. Hay algunos palestinos que nos consideran terroristas israel¨ªes por vivir aqu¨ª¡±.
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