Los atlas del futuro
En las ¨¦pocas de crisis regresa el fatalismo. Las teor¨ªas deterministas se abren paso con facilidad. Es el para¨ªso de la econom¨ªa, aunque los economistas se equivoquen. Y es el momento propicio para el regreso de la geopol¨ªtica ¡ªuna disciplina interesante pero sospechosa, que utilizaron los nazis para justificar su teor¨ªa del espacio vital y su pol¨ªtica agresiva y expansionista¡ª, en forma incluso de geoeconom¨ªa.
No todo es imperialismo en los conceptos geopol¨ªticos, aunque no hay dudas sobre los or¨ªgenes imperialistas de una ciencia que pretende explicar los comportamientos pol¨ªticos por los condicionamientos del entorno geogr¨¢fico. Hay tambi¨¦n algo reactivo en la recuperaci¨®n de un pensamiento duro, que observa a los seres humanos desde una perspectiva estratosf¨¦rica, la de los sat¨¦lites que nos mandan im¨¢genes de la tierra. Tras las ¨¦pocas ideol¨®gicas, y las ¨¦pocas de la virtualidad digital como la nuestra, es l¨®gico que surjan reacciones reduccionistas.
Kaplan nos introduce al pensamiento geopol¨ªtico pero, sobre todo, nos invita a adoptar una conciencia geogr¨¢fica a la hora de acercarnos a los conflictos mundiales. Hag¨¢mosle algo de caso, sin necesidad de dejarnos convencer ni entrar en debates filos¨®ficos sobre la libertad y el determinismo en la historia de las naciones. Volvamos por un momento a los mapas, aprovechando el a?o nuevo, momento propicio para interesarse por las noticias que trascienden la novedad de un solo d¨ªa o una semana.
No nos bastan para este ejercicio los viejos atlas coloreados de geograf¨ªa f¨ªsica y pol¨ªtica, que nos mostraban el patchwork de las fronteras y soberan¨ªas nacionales de colores, aunque alguna utilidad pueden tener en un momento de agudizaci¨®n de rivalidades nacionales. En Asia, por ejemplo, donde nos servir¨¢n para escudri?ar el mar de China en busca del archipi¨¦lago de las Spratley, las islas Paracelso o las Diaoyu (Senkaku en japon¨¦s), todas ellas disputadas entre China y sus vecinos. O en el ?rtico, donde nos permitir¨¢n atisbar las futuras rutas de navegaci¨®n entre Asia y Europa.
Estos son los mapas cl¨¢sicos de superficie que albergan unos nuevos mapas menos conocidos, pero m¨¢s interesantes para nuestra ¨¦poca, una nueva cartograf¨ªa que debe recoger, precisamente, las novedades que nos proporcionan tanto la tecnolog¨ªa como las modificaciones del planeta producidas por el calentamiento global. Las primeras levantan, por ejemplo, la nueva cartograf¨ªa de los yacimientos de gas y de petr¨®leo que va a revolucionar la econom¨ªa de la energ¨ªa. Las segundas, tanto las costas en peligro como los resultados de la fusi¨®n en los casquetes polares, de efectos ambivalentes sobre la econom¨ªa humana: cat¨¢strofes de un lado y nuevos recursos del otro.
Basta con centrarnos, de momento, en los efectos de la cartograf¨ªa del subsuelo terrestre y marino que alberga nuevos yacimientos gas¨ªsticos y petrol¨ªferos para concluir muy r¨¢pidamente en la utilidad de la geopol¨ªtica para entender los tiempos que nos esperan. A los avances en la extracci¨®n en fondos marinos a gran profundidad se han a?adido los enormes progresos en detecci¨®n de yacimientos, en extracci¨®n horizontal y en el llamado fracking, que consiste en extraer gas o petr¨®leo de los esquistos bituminosos en las profundidades del subsuelo.
Estados Unidos asegurar¨¢ su suministro de petr¨®leo para los pr¨®ximos cien a?os y en 2020 tendr¨¢ una total autonom¨ªa energ¨¦tica, adem¨¢s de exportar gas licuado al resto del mundo y principalmente a Europa. Hay probabilidades de que Polonia se convierta tambi¨¦n en un gigante gas¨ªstico, liberado de la dependencia energ¨¦tica de Rusia. Esta ¨²ltima, al igual que los pa¨ªses ¨¢rabes productores de gas y de petr¨®leo, deber¨¢ acomodarse a la nueva situaci¨®n. Recordemos que el conflicto entre Repsol y Cristina Kirchner tiene su origen en la explotaci¨®n del yacimiento de Vaca Muerta, una enorme bolsa de arcilla bituminosa.
Las t¨¦cnicas extractivas, que consisten en inyectar un c¨®ctel de agua y componentes qu¨ªmicas a alta presi¨®n, suscitan muchas reservas por sus efectos contaminantes en las aguas sub¨¢lveas e incluso sobre la salud de las poblaciones afectadas. Pero a la vez estos yacimientos pueden ser una bendici¨®n econ¨®mica, como se espera que le suceda a Barack Obama en su segundo mandato con un boom inmediato del gas y del petr¨®leo de piedra. Habr¨¢ que optar.
El mapa del siglo XXI est¨¢ mutando gracias a la energ¨ªa oculta e inagotable que hay bajo la superficie de la tierra. Y unas nuevas e inesperadas relaciones de poder nos esperan bajo los nuevos atlas todav¨ªa desconocidos.
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