Bibi, un rey venido a menos
Netanyahu sintoniza con el israel¨ª medio, ¨¢vido de protecci¨®n y firmeza
Benjam¨ªn Netanyahu, alias Bibi, ha demostrado ser un animal pol¨ªtico incombustible. A la recta final de estos comicios lleg¨® como claro favorito. No se trata de que a la mayor¨ªa de israel¨ªes ¡ªtampoco a muchos de sus votantes¡ª les entusiasme su gesti¨®n durante estos cuatro ¨²ltimos a?os. Tampoco de que sea un pol¨ªtico especialmente carism¨¢tico. Su resistencia pol¨ªtica, seg¨²n votantes, encuestas y expertos, obedece m¨¢s bien a su capacidad de sintonizar con el israel¨ª medio, de ofrecer a los votantes la firmeza y la seguridad que demandan, sobre todo en tiempos de incertidumbre regional. Temen que las revoluciones ¨¢rabes no les traigan nada bueno.
De Bibi se f¨ªan, porque a pesar del reguero de crisis diplom¨¢ticas y errores pol¨ªticos cometidos durante la legislatura que ahora termina, dicen que el primer ministro consigue transmitir la sensaci¨®n de que tiene la situaci¨®n bajo control. De su mano, muchos israel¨ªes ir¨ªan a la guerra. Con Ir¨¢n o con quien sea. Se f¨ªan, a pesar de que los que le conocen bien ¡ªincluida buena parte de la clase pol¨ªtica, militar e intelectual del pa¨ªs¡ª le consideran un hombre irracional, hasta mesi¨¢nico, al que mueve un ferviente deseo de pasar a la historia como el l¨ªder que salv¨® al pueblo jud¨ªo del desastre. De ¨¦l se f¨ªan. Del resto de candidatos, algo menos.
De puertas para fuera, frente a un mundo exterior crecientemente cr¨ªtico con Israel, Bibi presume de firmeza. Mientras la comunidad internacional pide a gritos a Israel que deje de torpedear con los asentamientos la creaci¨®n de un Estado palestino, Netanyahu hace caso omiso y acelera la expansi¨®n de las colonias en las zonas m¨¢s sensibles. Y eso es algo que tambi¨¦n convence a muchos ciudadanos, que le consideran lo suficientemente fuerte como para resistir hasta el final las presiones exteriores. Otros candidatos, dicen muchos votantes, claudicar¨ªan a la primera.
As¨ª estaban las cosas hace un mes, cuando Naftali Bennett irrumpi¨® con fuerza demoledora en el ¨²ltimo tramo de la campa?a. Probablemente, Netanyahu no contaba con encontrarse con un rival capaz de sintonizar tanto o incluso en ocasiones m¨¢s que ¨¦l con el israel¨ª de a pie. La irrupci¨®n de Bennett, un joven multimillonario, excombatiente de una unidad de ¨¦lite del Ej¨¦rcito y, en definitiva, el yerno que a muchas madres israel¨ªes les gustar¨ªa tener, ha desbaratado la ecuaci¨®n pol¨ªtica israel¨ª. Su mete¨®rica ascensi¨®n no ha puesto en peligro la hegemon¨ªa de Netanyahu, pero s¨ª ha dejado claro que Bibi tendr¨¢ que contar con ¨¦l en la pr¨®xima legislatura si acaba formando Gobierno. La influencia de Bennett, un hombre que se opone frontalmente a la creaci¨®n de un Estado palestino, se ha dejado sentir durante una campa?a en la que Netanyahu ha ido halconizando su mensaje a medida que Bennett escalaba en los sondeos. Se tom¨®, adem¨¢s, con escasa deportividad la ascensi¨®n de la ultraderecha y se ha lanzado durante la campa?a al acoso y derribo dial¨¦ctico; algo que no ha acabado de gustar al electorado.
M¨¢s all¨¢ de errores t¨¢cticos o estrat¨¦gicos, de d¨¦ficits presupuestarios o de ausencia de resultados, lo cierto es que Bibi sobrevive. Tal vez, en parte, debido a la ausencia de un candidato cre¨ªble en el llamado bloque de centroizquierda. Pero tambi¨¦n porque ha sido capaz de azuzar los miedos que residen en el interior de muchos israel¨ªes. En un contexto de ¡°el mundo contra m¨ª¡± y de pa¨ªs-fortaleza, Netanyahu, capaz de equiparar el programa nuclear iran¨ª con el Holocausto, se mueve como pez en el agua. Por eso puede que no sea ya el rey Bibi, como le apod¨® la revista Time, pero si logra poner en pie una coalici¨®n de Gobierno tras las elecciones tendr¨¢ reinado para un rato.
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