El estado del sistema
Est¨¢ sancionado cualquier gesto ostensible de desprecio a la m¨¢xima autoridad del pa¨ªs
Una vez al a?o, y solo una vez al a?o, el presidente de Estados Unidos se dirige al pleno de ambas c¨¢maras del Congreso para repasar el estado de la Uni¨®n. La divisi¨®n de poderes establecida en este pa¨ªs quiere al jefe del Ejecutivo lejos del Capitolio. Hasta principio del siglo pasado, el presidente se limitaba a enviar por escrito su mensaje, evitando una presencia f¨ªsica que se interpretaba como una injerencia.
Actualmente, el discurso sobre el estado de la Uni¨®n es, sobre todo, una celebraci¨®n del sistema pol¨ªtico norteamericano. El presidente, sus ministros, los legisladores, los miembros del Tribunal Supremo, los jefes de las Fuerzas Armadas y algunos representantes del pueblo llano comparten espacio, con televisi¨®n en directo, en una ceremonia que pretende refrendar la unidad de toda la naci¨®n en la causa com¨²n de su supervivencia y mejoramiento.
Por un rato, se aparcan las discrepancias y se resaltan las coincidencias. El presidente es recibido en pie y con un largo aplauso por los miembros de ambos partidos, y est¨¢ social y protocolariamente sancionado cualquier gesto ostensible de desprecio a la m¨¢xima autoridad del pa¨ªs, como la que, ins¨®litamente, se produjo hace dos a?os, cuando un congresista republicano grit¨® ¡°?mentira!¡± en plena intervenci¨®n de Barack Obama.
La salud de un sistema pol¨ªtico se mide por el nivel de compromiso de la sociedad que lo sostiene y por la calidad de la clase pol¨ªtica que se ocupa de su funcionamiento diario. La clase pol¨ªtica es parte de la sociedad y una de sus varias expresiones. El Tea Party fue la explosi¨®n de un sector de la sociedad que se sinti¨® amenazado por el cambio racial y cultural que representaba Obama. Algunos de las principales iniciativas del presidente, como el control de armas o la protecci¨®n del medio ambiente, depender¨¢n de la capacidad de la sociedad para impulsarlas y defenderlas.
De eso depende tambi¨¦n el destino del Partido Republicano y su protagonismo en los pr¨®ximos a?os. Es dudoso si una sociedad pol¨ªticamente polarizada dio lugar a una clase pol¨ªtica polarizada o al rev¨¦s. Pero lo cierto es que los republicanos corren hoy el riesgo de verse marginados por una sociedad que cambia y exige a sus pol¨ªticos una actitud m¨¢s constructiva.
En ¨²ltima instancia, de eso depende la estabilidad del sistema. El obstruccionismo actual no solo amenaza la presidencia de Obama sino la credibilidad de EE UU como gran potencia.
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