Am¨¦rica Latina tras Ch¨¢vez
El Chavismo S. A. nunca puede suceder del todo a un mito. La pugna est¨¢ abierta
A un caudillo, Hugo Ch¨¢vez, le ha sucedido un sindicato. Y no porque Nicol¨¢s Maduro, presidente encargado y candidato a sucederse a s¨ª mismo, haya sido sindicalista, sino porque el clan dirigente del chavismo, cualesquiera que sean sus diferencias internas, entiende la necesidad de formar un sindicato de trabajadores del poder, que se asegure la jefatura del Estado para los pr¨®ximos a?os. Pero una empresa, el Chavismo S. A., nunca puede suceder del todo a un mito. Por eso, la pugna por la direcci¨®n del movimiento bolivariano est¨¢ abierta.
Los dos miembros del equipo promotor que, hist¨®ricamente, tienen mayores derechos a tratar de llenar el vac¨ªo dejado por la muerte del l¨ªder venezolano, Rafael Correa, por Ecuador, y Evo Morales, por Bolivia, adem¨¢s de carecer de base demogr¨¢fica y econ¨®mica para que se los tome en serio, son m¨¢s bolivarianos de ocasi¨®n de lo que sus declaraciones habitualmente denotan. El presidente boliviano cuando exalta gestas de la independencia se refiere a remotas insurrecciones ind¨ªgenas con mucho mayor entusiasmo de lo que pueda hacerlo del Libertador caraque?o. Morales pretende deshispanizar Bolivia y eso excluye como proyecto de futuro todo lo que Sim¨®n Bol¨ªvar pudiera barruntar para el altiplano. Y el presidente de Ecuador se ha encontrado muy solo en lo que tambi¨¦n concibe como epopeya nacional refundadora, consciente de que ni el indigenismo como soluci¨®n a la manera de La Paz, ni la virulencia piti-yanqui de Caracas, eran sus mayores objetos de deseo. Puede que a los amigos se los elija pero a los aliados, raramente, y por ello Correa ha procurado dejar siempre abierta la puerta a Europa. Es Washington, quien con su desatenci¨®n incomodada, feder¨® a los tres bolivarianos.
Y as¨ª podr¨ªa surgir, como asegura Mariano Obarrio en La Naci¨®n de Buenos Aires, una tercera y llamativa candidatura. La de Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner, presidenta de Argentina, que aspira a refundar tambi¨¦n su visi¨®n de un antiguo peronismo. El pa¨ªs se vio, sin embargo, durante la mayor parte del siglo XX como una prolongaci¨®n de Europa en el cono sur, como una naci¨®n de eurodescendientes excepto en sus l¨ªmites septentrionales lindantes con Bolivia, y aunque el peronismo estableci¨® una narrativa propia que era obrerista y perfectamente asimilable a lo europeo, todav¨ªa hoy es debatible cuan latinoamericana se siente Argentina, y cuanto es su apetito por enfrentarse a Estados Unidos.
Am¨¦rica Latina, con mayor peso internacional y mayor conciencia de s¨ª misma que jam¨¢s en el pasado, pero tambi¨¦n, quiz¨¢s por ello, m¨¢s dividida, conoce hoy una jerarquizaci¨®n y un juego de equilibrios entre Estados, como el que inauguraba en Europa el tratado de Westfalia en 1648. A favor de la retirada de M¨¦xico de los asuntos latinoamericanos, a lo que hoy asegura que va a poner remedio el presidente Pe?a Nieto, Brasil encontraba un campo relativamente libre para su postureo de gran potencia, aunque de labios para afuera abrazara a la otra prima donna de la izquierda, el presidente venezolano. El servicio que Hugo Ch¨¢vez ha prestado a sabiendas o no al presidente Lula ha sido impagable. El radicalismo del exteniente coronel permit¨ªa a Brasil presentarse al mundo como actor-representante de una izquierda bon enfant, con la que a Occidente ten¨ªa que interesarle tratar. Y todav¨ªa con Ch¨¢vez muy en activo, el polo radical bolivariano sufr¨ªa sendos tropiezos: Manuel Zelaya, derrocado por un golpe militar en Honduras (2009) y Fernando Lugo, destituido con mayores afeites de legalidad en Paraguay (2012), eliminaban a dos catec¨²menos de la n¨®mina chavista. Un radicalismo que no creciera serv¨ªa como nadie a las aspiraciones geopol¨ªticas de Brasilia.
Si la presidenta Fern¨¢ndez logra hacer cre¨ªble la continuidad del bloque,Dilma Rousseff podr¨¢ contar de nuevo con una izquierda a su izquierda, casi tan estrepitosa como la caraque?a, pero que, al mismo tiempo, reedita una rivalidad continental Buenos Aires-Brasilia de alto pedigr¨ª hist¨®rico. Y la narrativa brasile?a es la de mediador natural entre Occidente y ese radicalismo latinoamericano. ?Optar¨¢ a una nueva reelecci¨®n y tratar¨¢ de llenar ese espacio la se?ora de la Casa Rosada? No toda la eurodescendencia argentina estar¨¢ encantada.
Si Nicol¨¢s Maduro consigue instalar al sindicato en Miraflores, se hallar¨¢ sumamente ocupado poniendo orden en una econom¨ªa traqueteante y en redefinir un legado urgido de mirar hacia adentro. La geopol¨ªtica en la que se mov¨ªa ¨¢gilmente el gran l¨ªder bolivariano estar¨¢ en almoneda. Y Am¨¦rica Latina seguir¨¢ muy atenta ese proceso, en especial la Cuba castrista, que mal puede salir ganando con todos esos cambios.
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