Canto de amor a un marido reh¨¦n
Fran?oise Larribe fue liberada por Al Qaeda en Mal¨ª en 2011, pero su pesadilla persiste La guerra estall¨® y su esposo sigue secuestrado
"La mujer se sube sola al coche¡±. Fran?oise Larribe tuvo que desempolvar el espa?ol estudiado en el instituto para comprender la orden que le daba en esa lengua un saharaui al que hab¨ªa apodado Miguel. Iba a ser liberada tras cinco meses de secuestro en el norte de Mal¨ª.
Pero lo que para los dem¨¢s rehenes era un sue?o, para ella se convertir¨ªa en una pesadilla. Fran?oise, de 63 a?os, recobr¨® la libertad el 25 de febrero de 2011, pero dos a?os despu¨¦s su marido, Daniel, y otros tres rehenes franceses permanecen a¨²n en manos de la rama magreb¨ª de Al Qaeda (AQMI) en esa franja septentrional de Mal¨ª donde estall¨® la guerra hace dos meses.
¡°Por razones humanitarias acaso la dejemos en libertad¡±, hab¨ªa anunciado horas antes un tuareg negro a Fran?oise y a su marido. ¡°Nos vamos juntos o yo no me voy¡±, le contest¨® tajante la reh¨¦n, que es pareja de Daniel desde hace m¨¢s de 40 a?os. Daniel la convenci¨® despu¨¦s de que no deb¨ªa resistirse porque as¨ª levantar¨ªa el ¨¢nimo de sus dos hijas residentes en el suroeste de Francia.
Fran?oise y Daniel se repartieron las mantas con las que se tapaban cuando dorm¨ªan al aire libre, la media docena de aspirinas ¡ª¡°nuestra farmacopea¡±, ironiza¡ª y ella le dej¨® los calcetines que se pon¨ªa para dormir. Subi¨® a la camioneta, pero no a la parte trasera descubierta como le indicaron, sino a la cabina, y ech¨® la mirada hacia atr¨¢s. ¡°Daniel estaba de pie, tieso, con los ojos llenos de l¨¢grimas¡±, recuerda Fran?oise. ¡°Yo temblaba¡±. ¡°Hab¨ªa tanto dolor en nuestras miradas que hasta nuestros cancerberos parec¨ªan inc¨®modos¡±.
¡°Sus ¨²ltimas palabras fueron para decirme que aguantar¨ªa seis y hasta ocho meses m¨¢s¡± en ese inh¨®spito desierto, prosigue Fran?oise. Desde que las pronunci¨® han transcurrido m¨¢s de dos a?os. ¡°Aun as¨ª, s¨¦ que no se va a derrumbar, que resistir¨¢¡±, insiste Fran?oise. ¡°Sabe que le estamos esperando¡±. ¡°Posee recursos intelectuales y espirituales para soportarlo¡±.
Larribe vive en Nimes (suroeste de Francia), pero el jueves estuvo en Par¨ªs. Cit¨® a EL PA?S en una c¨¦lebre cafeter¨ªa-restaurante de estilo rococ¨® inaugurada en 1901. ¡°Me encanta el marco, el ambiente¡±, explica. Es una mujer con apariencia endeble, pero de la que emana mucha energ¨ªa. Es locuaz. ¡°Me gusta hablar de Daniel porque es hacer que exista¡±, recalca.
Las parrafadas que pronuncia concluyen con frecuencia con una sonrisa comunicativa, excepto cuando evoca los momentos m¨¢s penosos de su cautiverio o el sufrimiento de Daniel. ¡°No paro de pensar en su soledad y su abatimiento¡±.
Al despedirnos me dijo que aguantar¨ªa hasta ocho meses m¨¢s¡±. Han transcurrido dos a?os. ¡°Pero s¨¦ que resistir¨¢¡±
Aquella madrugada del 16 de septiembre de 2010 no fue el gato el que derrib¨® la mesa de planchar en su casa de Arlit, en el noreste de N¨ªger. El ruido lo provocaron los terroristas al penetrar en la vivienda para capturar a Daniel, a Fran?oise y tambi¨¦n, en otros alojamientos, a otros cinco trabajadores extranjeros ¡ªtres franceses, un togol¨¦s y un malgache¡ª de la multinacional Areva y de su subsidiaria Sogea-Satom.
Daniel Larribe, ge¨®logo de 62 a?os, se traslad¨® de Namibia a Arlit, donde ya hab¨ªa pasado cuatro a?os, en junio de 2010 como director de producci¨®n de Areva. Ella lleg¨® despu¨¦s tras someterse con ¨¦xito a una quimioterapia. All¨ª, ¡°en ese lugar de fin del mundo¡±, como lo describe Fran?oise, el mastodonte nuclear franc¨¦s explota una mina de la que hace 30 a?os se extra¨ªa el 40% del uranio mundial, pero que ahora ha deca¨ªdo.
La angustia de Fran?oise tras su liberaci¨®n no solo persiste, sino que se ha incrementado. Hasta enero pasado, Daniel y sus otros tres compa?eros de cautiverio llevaban solo la penosa vida de los rehenes del Sahel ¡°durmiendo al aire libre, pasando fr¨ªo de noche y mucho calor de d¨ªa, comiendo mucha pasta, con el agua racionada, sin apenas poder lavarse y, sobre todo, sin nada que hacer¡±, recuerda Fran?oise. ¡°Eso s¨ª, siempre nos trataron correctamente compartiendo con nosotros lo poco que ten¨ªan¡±.
En enero las fuerzas especiales francesas, secundadas por algunos ej¨¦rcitos africanos, intervinieron en Mal¨ª para parar el avance de los terroristas hacia Bamako, la capital, y despu¨¦s reconquistar el norte del pa¨ªs. Ahora Daniel y los dem¨¢s deben de sufrir a¨²n m¨¢s porque huyen de las bombas que lanza su propia aviaci¨®n, porque las l¨ªneas de abastecimiento est¨¢n rotas y la comida escasea a¨²n m¨¢s.
¡°Son grandes guerreros; son como una apisonadora cuando avanzan¡±. Fran?oise describe as¨ª a los soldados chadianos, a los que ha visto combatir cuando viv¨ªa en Yamena con Daniel, y que ahora preceden a los franceses en el asalto al macizo de Adrar de los Iforas, el gran reducto de los terroristas en Mal¨ª. ¡°Son feroces¡±, insiste.
Ahora Daniel y los dem¨¢s deben sufrir a¨²n m¨¢s porque huyen de las bombas que lanza su propia aviaci¨®n
Es all¨ª donde probablemente, a finales de febrero, fue abatido Abdelhamid abu Zeid, argelino de 45 a?os, jefe de la katiba (c¨¦lula) de Al Qaeda que m¨¢s occidentales secuestr¨®. Fran?oise fue interrogada por ¨¦l, a trav¨¦s de un int¨¦rprete, justo antes de ser liberada. ¡°Era un hombre diminuto, que hablaba en voz baja marcando largas pausas, pero que ten¨ªa una mirada penetrante¡±, recuerda. ¡°Nunca se separaba de su Kal¨¢shnikov, casi tan alto como ¨¦l¡±, a?ade.
Abu Zeid entreg¨® a la mujer y a sus rehenes togol¨¦s y malgache a un gigante vestido a lo tuareg a cambio de 12 millones de euros, seg¨²n Vicki J. Huddleston, exembajadora de EE UU en Mal¨ª. El gigante era Jean-Marc Gadouillet, un ex agente secreto franc¨¦s que ahora trabajaba para Areva y sus filiales. ¡°?Va a recuperar a los dem¨¢s?¡±, le pregunt¨® de entrada Fran?oise. ¡°Lo vamos a intentar¡±, le contest¨®. Lo intent¨® hasta que en diciembre de 2011 result¨® gravemente herido de bala en un control de la gendarmer¨ªa maliense cerca de Gao.
Aunque desde entonces han llegado nuevas pruebas de vida de los rehenes ¡ªla ¨²ltima, un v¨ªdeo en septiembre pasado¡ª, los canales de negociaci¨®n con los terroristas est¨¢n rotos. Si no lo estuviera, el presidente Fran?ois Hollande, que recibi¨® a sus familiares el 20 de enero, no permitir¨ªa ya el pago de un rescate. Su predecesor, Nicolas Sarkozy, hizo la vista gorda a condici¨®n de que las empresas, y no el Estado, pusieran el dinero.
Pascale Robert, la madre del m¨¢s joven de los rehenes ¡ª27 a?os¡ª, implora al Gobierno que el Ej¨¦rcito haga una pausa en su ofensiva en Mal¨ª para buscar un desenlace al m¨¢s largo secuestro de ?frica. Ahora los terroristas ya no est¨¢n en posici¨®n de fuerza. Fran?oise se conforma con pedir que se les permita ¡°no salir de la guerra como perros con el rabo entre las piernas a cambio de respetar la vida de nuestros seres queridos¡±.
?C¨®mo lo sobrelleva? ¡°Llevo tanto tiempo¡¡±. ¡°Tengo un sentimiento de culpabilidad; yo aqu¨ª y ellos all¨ª¡±. ¡°Intento que el dolor no lo sea todo en mi vida¡±. ¡°Canto en la coral de Madrigal (Nimes), leo, y escribo para Daniel cartas¡± que su destinatario no leer¨¢. Fran?oise es protestante y tambi¨¦n reza. ¡°Me movilizo en Francia para que no les olvidemos¡±. ¡°Lucho as¨ª para derrotar al mal¡±.
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