Acartonamiento pol¨ªtico y vida teatral
Ensayo de La Tempestad . Foto de Yulia Kriskovets
Mientras las relaciones pol¨ªticas ruso-norteamericanas se agrian o, como m¨ªnimo, se acartonan c¨®mo m¨¢scaras en espera de mejores tiempos, la cultura tiende puentes entre los norteamericanos y los artistas nacidos o criados en Rusia y tambi¨¦n en los Estados postsovi¨¦ticos. Ejemplo de ello es el teatro, como he podido observar durante una estancia de cuatro meses en Washington. Dos de los ¨¦xitos de cr¨ªtica y p¨²blico de esta temporada en la capital norteamericana se han visto protagonizados por oriundos de la ex URSS. Se trata del ruso Yuri Urnov, director invitado en el ¡°Woolly Mammoth¡±, y del georgiano Paata Tsikurishvili, que dirige el Synetic Theater, una compa?¨ªa donde conviven georgianos, rusos, ciudadanos de los Pa¨ªses B¨¢lticos y del Este de Europa.
Urnov, que desembarc¨® en EEUU por primera vez en 1991, ha puesto en escena ¡°You for Me for You¡± de Mia Chung, la historia de dos hermanas norcoreanas contada en clave de realismo m¨¢gico. Tsikurishvili ha convertido el escenario en una piscina para presentar su versi¨®n de ¡°La Tempestad¡± de William Shakespeare con gran despliegue imaginativo. Su puesta en escena, que evoca el hundimiento del Titanic y el Se?or de los Anillos, se apodera de todo el p¨²blico por su capacidad de seducci¨®n, m¨¢s all¨¢ de las salpicaduras que obligan a permanecer con el impermeable puesto a los espectadores de las primeras filas.
Con su atm¨®sfera dominada por bur¨®cratas y lobbistas, Washington no es ciertamente la ciudad m¨¢s trepidante del mundo, pero ha hecho grandes progresos para ampliar sus recursos culturales. Blair Ruble, director del programa de sostenibilidad global del Wilson Center, opina que la capital estadounidense ¡°ha emergido como una importante ciudad teatral en los ¨²ltimos veinte a?os¡±, lo que es una sorpresa, afirma, para quienes recuerdan c¨®mo era hace una generaci¨®n. ¡°Los peque?os teatros comenzaron a abrirse en barriadas marginales a fines de los ochenta y principios de los noventa¡± para unirse al Kennedy Center y la Arena Stage. ¡°Algunas de aquellas compa?¨ªas como The Studio Theater y Whoolly Mammoth adquirieron importancia¡± y ¡°durante el boom de principios de los 2000, construyeron nuevos locales.
Con el tiempo ¡°sucedi¨® algo extraordinario¡± y ¡°Washington se convirti¨® en una importante ciudad teatral, en la cual los que acuden al teatro son m¨¢s que los que van a ver acontecimientos deportivos¡±. Washington tiene un gusto conservador, no genera su propia comunidad de autores y a¨²n no est¨¢ a la altura de Nueva York o Chicago, pero compite con San Francisco y Boston o Los ?ngeles, explica Ruble. Y a?ade que gente del teatro de Europa del Este comenz¨® a llegar a Washington hace dos d¨¦cadas, porque para ellos esa ciudad era un ¡°buen compromiso¡± entre la s¨²per competitiva Nueva York y el car¨¢cter provinciano de otras localidades con centros universitarios. Algunos artistas abandonaron la capital camino de Chicago o Florida, pero otros se quedaron, y el ejemplo por excelencia es Paata Tsikurishvili, cuyo teatro es uno de ¡°los m¨¢s innovadores¡± de la ciudad, se?ala Ruble.
Tsikurishvili, de 46 a?os, se gradu¨® en la escuela de arte dram¨¢tico de Shota Rustaveli de Tbilisi en 1987 y viaj¨® por toda la Uni¨®n Sovi¨¦tica trabajando como actor. Cuando la URSS se desintegr¨®, Georgia no estaba para teatro y tuvo que emigrar. En la d¨¦cada de los noventa se instal¨® en Alemania, pero posteriormente cruz¨® el Atl¨¢ntico, y en EEUU descubri¨® entre otras cosas, que el Estado no subvenciona el teatro y que debe trabajar 24 horas con el fin de conseguir fondos para sus puestas en escena.
¡°Cuando no estoy ensayando, estoy buscando dinero. Es muy fatigoso y no tengo vida privada, pero estoy libre de dictaduras¡± dice. ¡°Tengo una experiencia ¨²nica por haber convivido con tantas culturas diferentes cuando viajaba representando pantomimas por la URSS, afirma. En oto?o de 2012, en una gira financiada por el departamento de Estado norteamericano, Tsikurishvili volvi¨® a Georgia tras 20 a?os de ausencia y llen¨® de bote en bote el teatro Rustaveli de Tbilisi.
La amplia y variada vida del teatro en Rusia tiene sus entusiastas en EEUU. Personaje clave en la difusi¨®n del teatro ruso es Philip Arnoult, fundador y director del Centro de Desarrollo Internacional del Teatro de Baltimore y profesor en la universidad de Towson. En febrero, en el Woodrow Wilson, Arnoult traz¨® un panorama de las tendencias, autores y obras de las provincias rusas, desde los teatros de Siberia Oriental como el de Komsomolsk na Amure al Teatro del Di¨¢logo de Kostrom¨¢, pasando por los Urales (el teatro Kolyada de Yekaterinburgo) y las manifestaciones moscovitas como el Teatr. Doc o el teatro Gogol del pol¨¦mico Kiril Serebriannikov. En la amplia geograf¨ªa rusa, el ojo experto de Arnoult detecta una enorme riqueza de matices, tendencias, autores y nuevas maneras de relacionarse con el auditorio. Gracias a Arnoult, especialistas de ambos pa¨ªses han intercambiado sus experiencias. Los rusos son conocidos en Nueva York, Austin, San Francisco, Los ?ngeles o Chicago, y los norteamericanos acuden en busca de talentos al festival Zolotaya Maska que se celebra anualmente en Mosc¨². Mientras tanto, decenas de obras del nuevo teatro ruso se traducen al ingl¨¦s, al margen del acartonamiento de la pol¨ªtica.
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