Las tensiones sectarias reaparecen en Irak diez a?os despu¨¦s de la guerra
Los sun¨ªes llevan meses manifest¨¢ndose para pedir el fin de las detenciones arbitrarias y la anulaci¨®n de las leyes antiterroristas La guerra entre sun¨ªes y chi¨ªes desangr¨® el pa¨ªs entre 2006 y 2008
Las costuras sectarias vuelven a tensarse en Irak. Desde el pasado diciembre, los sun¨ªes vienen organizando manifestaciones semanales para pedir el fin de las detenciones arbitrarias, la anulaci¨®n de las leyes antiterroristas y la puesta en libertad de sus correligionarios v¨ªctimas de esas normas que aseguran les afectan de forma desproporcionada. Hasta ahora, el primer ministro Nuri al Maliki (chi¨ª) ha logrado bandearlas, pero cada vez hay m¨¢s voces que alertan de que sin compromisos sustanciales esas protestas constituyen una bomba de relojer¨ªa que puede devolver al pa¨ªs a la guerra entre confesiones que lo desangr¨® entre 2006 y 2008.
¡°La comunidad sun¨ª se siente excluida. Algunos sectores la han equiparado con el Baaz de Sadam Husein para apartarla de la direcci¨®n del pa¨ªs¡±, explica el presidente del Parlamento, Osama al Nujayfi, en la actualidad el sun¨ª en la m¨¢s alta posici¨®n del Estado. ¡°El primer ministro es responsable de esa pol¨ªtica¡±, denuncia con firmeza. ¡°Los manifestantes piden que se les deje participar en la Administraci¨®n del pa¨ªs¡±, a?ade.
Las quejas no son nuevas. Desde el derrocamiento del dictador, los sun¨ªes se han considerado discriminados. Pero el estilo autoritario de gobernar de Al Maliki ha a?adido le?a al fuego. Fuentes diplom¨¢ticas europeas reconocen que ¡°ha marginado a los ministros sun¨ªes, dado un car¨¢cter claramente chi¨ª a las fuerzas armadas y asumido el control directo del aparato de seguridad que es responsable de detenciones en masa, tortura y uso de c¨¢rceles secretas¡±. De ah¨ª que esa comunidad, que se considera la principal v¨ªctima de esas pol¨ªticas, insista en pedir cambios.
Las protestas est¨¢n siendo las m¨¢s importantes y numerosas desde las que siguieron a la invasi¨®n de 2003. Cada viernes, a la salida de las plegarias, miles de descontentos en Faluya, Ramadi, Mosul y otras ciudades salen a la calle al grito de ¡°Erhal¡± (Vete) dirigido a Al Maliki. Aunque el descontento con el primer ministro no se limita a los sun¨ªes, las manifestaciones no han prendido ni en el sur chi¨ª ni en el norte kurdo. S¨®lo los sadristas (un movimiento pol¨ªtico chi¨ª cr¨ªtico con Al Maliki) han expresado algunas simpat¨ªas. El problema es que tambi¨¦n lo han hecho Al Qaeda y nost¨¢lgicos del r¨¦gimen de Saddam. Esl¨®ganes como ¡°demos una patada en el culo a los saf¨¢vidas¡±, como la propaganda del dictador equiparaba a los chi¨ªes con Ir¨¢n, y ¡°vamos a tomar Bagdad¡±, han alarmado a esa comunidad. Tambi¨¦n atentados como el del pasado domingo en Basora, en respuesta a los cuales surgen rumores de nuevas milicias chi¨ªes a las que Teher¨¢n estar¨ªa armando para un futuro conflicto sectario.
Desde el derrocamiento del dictador Sadam Husein los sun¨ªes se han sentido discriminados
Al Maliki, tras acusar a los manifestantes de ser un ¡°instrumento de potencias extranjeras¡±, tambi¨¦n ha reconocido que algunas de sus reivindicaciones tienen fundamento y formado un comit¨¦ para solucionarlas. Este ha dado algunos pasos como poner en libertad a varios miles de presos, readmitir a 14.000 empleados p¨²blicos purgados por baazistas y volver a pagar las pensiones a 74.000 exfuncionarios de la ¨¦poca de Sadam. Pero, sobre todo, el jefe del Gobierno ha pedido contenci¨®n a las fuerzas de seguridad. No obstante, la muerte por disparos de la polic¨ªa de ocho manifestantes en Faluya a finales de febrero y de uno m¨¢s en Mosul hace diez d¨ªas, han llevado a dimitir a los ministros de Hacienda y Agricultura, ambos sun¨ªes.
¡°Incluso si el Gobierno libera a todos los presos y les devolviera a todos sus empleos, los manifestantes seguir¨ªan diciendo que no ha satisfecho sus demandas porque no lo ha hecho de forma legal, a trav¨¦s del Parlamento, que es el representante del pueblo¡±, apunta Hakim al Zamili, un diputado sadrista que es miembro del Comit¨¦ de Seguridad del Parlamento.
Al Zamili ha confirmado a este diario que el gran ayatol¨¢ Ali Sistan¨ª, el l¨ªder espiritual de los chi¨ªes, intervino a trav¨¦s de sus representantes para se atendieran ¡°las demandas legales¡± de los sun¨ªes. Pero precisa que ¡°el Gobierno no ha puesto en pr¨¢ctica todas las recomendaciones y pautas¡± del respetado religioso.
¡°El Gobierno podr¨ªa hacer m¨¢s¡±, declar¨® recientemente el enviado de la ONU para Irak, Martin Kobler, en una entrevista con Associated Press. Fuentes a esa organizaci¨®n en Bagdad estiman que al margen de las reclamaciones pol¨ªticas en las que la ONU no entra, hay problemas de derechos humanos y de mera aplicaci¨®n de la ley, que exigen una respuesta inmediata. Otra cosa s¨®lo agrandar¨¢ la desafecci¨®n sun¨ª y alejar¨¢ la posibilidad de reconciliaci¨®n que necesita el pa¨ªs.
¡°Las manifestaciones van a terminar beneficiando a los extremistas sun¨ªes porque en las pr¨®ximas elecciones [a los gobiernos provinciales en abril] lo m¨¢s probable es que [en las zonas sun¨ªes] los votantes castiguen a los pol¨ªticos que han cooperado con Al Maliki, los considerados moderados, y en consecuencia los votos se vayan hacia otros m¨¢s radicales¡±, asegura un observador occidental.
El peligro radica en que el enfrentamiento regional entre Arabia Saud¨ª e Ir¨¢n pueda explotar ese conflicto sectario, una posibilidad que muchos analistas dan por hecha con la ca¨ªda de Bachar el Asad en Siria (donde los sun¨ªes son la mayor¨ªa y mantienen v¨ªnculos familiares y tribales en Irak).
¡°Las bases sociales de la vieja insurgencia iraqu¨ª siguen intactas y son susceptibles a las intrigas saud¨ªes. Todav¨ªa hay cientos de miles de soldados sun¨ªes desmovilizados, incluido el cuerpo de oficiales, a los que irrita el poder chi¨ª en Bagdad¡±, advierte el analista pol¨ªtico y militar Brian M. Downing.
?Primavera iraqu¨ª?
A las afueras de Ramadi, la capital de Al Anbar, el coraz¨®n sun¨ª de Irak, los manifestantes han instalado un campamento con medio centenar de tiendas a inspiraci¨®n de los levantados durante las revueltas de Egipto, Bahr¨¦in o Yemen.
¡°Irak es distinto que T¨²nez, Egipto o Libia porque tenemos cierto nivel de democracia que permite las protestas y la libertad de expresi¨®n; por otro lado somos m¨¢s diversos, pero a diferencia de Siria, aqu¨ª los chi¨ªes que est¨¢n en el poder son la mayor¨ªa, no la minor¨ªa¡±, discrepa sin embargo el diputado Haval Kwestani, del partido kurdo Goran (Cambio).
¡°Incluso si cae el Estado de la Ley [el partido de Al Maliki], el poder va a seguir en manos de la comunidad chi¨ª¡±, constata Kwestani. ¡°Los ¨¢rabes sun¨ªes tienen que dejar de so?ar, no van a volver a mandar. Ir¨¢n no lo permitir¨ªa¡±.
No obstante Kwestani muestra su preocupaci¨®n porque las protestas puedan hacer caer al Gobierno y eso abra la puerta a la interferencia de los pa¨ªses vecinos. En su opini¨®n, la fractura entre sun¨ªes y chi¨ªes es a¨²n m¨¢s profunda que entre ¨¢rabes y kurdos.
¡°Raz¨®n no le falta¡±, opina una profesora universitaria chi¨ª laica que observa con escepticismo y cansancio las disputas entre los pol¨ªticos. ¡°Si las cosas se ponen mal, los kurdos tienen su reducto en el norte y existe una frontera aunque sea difusa. Pero entre chi¨ªes y sun¨ªes no hay fronteras. Vivimos mezclados en las ciudades¡±, apunta. Incluso en las familias.
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