Menor asistencia de la prevista a la misa de inicio del papado
La delegaci¨®n argentina y la italiana, las m¨¢s numerosas Tambi¨¦n asistieron una amplia representaci¨®n jud¨ªa y una larga lista de responsables ortodoxos
Antes de empezar la misa solemne que ha inaugurado este martes su pontificado, el papa Francisco habl¨® a sus compatriotas, reunidos en una vigilia en la plaza de Mayo de Buenos Aires. Les dedic¨® un breve saludo en espa?ol, y les pidi¨® que rezaran por ¨¦l. En Buenos Aires no eran todav¨ªa las tres de la madrugada, y en Roma faltaba todav¨ªa media hora para el comienzo de la misa de entronizaci¨®n. Pero ya era evidente el error may¨²sculo de las previsiones de asistencia. Y el mill¨®n de asistentes qued¨® en poco m¨¢s de 100.000.
Por motivos que no acaban de estar claros, la ceremonia m¨¢s importante de las celebradas hasta ahora por el papa Bergoglio no atrajo a las multitudes que se hab¨ªan visto hasta ahora en sus apariciones anteriores. ¡°Han asustado a la gente, con tantas medidas de seguridad, y claro, no se han presentado¡±, se quejaba una anciana, apoyada en las barreras de seguridad que acordonaban la plaza de P¨ªo XII, a unas pocas decenas de metros de la de San Pedro.
Mientras el Papa, vestido con sotana blanca y a bordo de un jeep, daba la vuelta a la plaza de San Pedro saludando a la gente, la v¨ªa de la Conciliazione, intransitable el 13 de marzo tras el anuncio del ¡®Habemus Papam¡¯, o el pasado domingo a la hora del ¨¢ngelus, permanec¨ªa casi vac¨ªa pese al tiempo espl¨¦ndido.
Fue una escena extra?a, despu¨¦s de los gigantescos ba?os de multitudes que ha protagonizado hasta ahora el papa jesuita. El hecho de que el d¨ªa de San Jos¨¦ sea laborable en Italia podr¨ªa ser una explicaci¨®n. Am¨¦rica est¨¢ lejos, y el propio Bergoglio se ha ocupado de desanimar a sus compatriotas, pidi¨¦ndoles que en lugar de presentarse en Roma, dieran el dinero del viaje a los pobres. Incluso los prudentes c¨¢lculos del portavoz vaticano, Federico Lombardi, que habl¨® de una posible asistencia de unas 250.000 personas, se quedaron largos. Mucho m¨¢s, los de los medios italianos que pronosticaron un mill¨®n de peregrinos. Tampoco se cumplieron las expectativas de asistencia en la coronaci¨®n de Benedicto XVI, el 24 de abril de 2005. Aunque, entonces, solo se habl¨® de la llegada de medio mill¨®n de peregrinos.
El gigantesco despliegue de seguridad funcion¨® con precisi¨®n, y los accesos a San Pedro aparecieron despejados, sin agobios ni aglomeraciones. Las delegaciones pol¨ªticas y religiosas ocuparon sus sitios cerca del sagrado de la bas¨ªlica de San Pedro, sin que se escucharan en la plaza m¨¢s gritos que los de una amplia delegaci¨®n argentina, que caminaba haciendo ondear varias banderas. ¡°?Argentina! Viva, Viva¡±, gritaba Nancy Nasi, secretaria parroquial y una de las organizadoras de una expedici¨®n, de la obra de San Honorio. ¡°Venimos de Mendoza, cerca de la frontera con Chile, pero es Argentina, ?eh!¡±, explicaba. ¡°Somos un grupo de 44 personas. Llev¨¢bamos un a?o preparando este viaje. Llegamos el domingo por la noche, justo a tiempo para venir a la misa de hoy. F¨ªjese que alegr¨ªa¡±.
Al frente del grupo, Carlos V¨¢zquez y Pablo Gonz¨¢lez se declaraban entusiasmados. ¡°El mundo va a ver que Bergoglio es un ser humano espectacular. Humilde y generoso¡±, dec¨ªa V¨¢zquez, un hombre m¨¢s bien grueso, en los cuarenta. ?Menos aristocr¨¢tico que Benedicto XVI, m¨¢s cercano a la gente? ¡°Bueno, no se les debe comparar. Cada uno tiene su carisma¡±, puntualizaba Gonz¨¢lez, un joven en la treintena, alto y moreno.
Un poco m¨¢s lejos, grupos de religiosos se agolpaban en las vallas de madera que separaban las distintas zonas reservadas para el p¨²blico. Las pantallas de v¨ªdeo mostraban los tocados espectaculares de los responsables de las iglesias orientales, y un poco m¨¢s lejos, a los l¨ªderes pol¨ªticos de medio mundo. El presidente de Portugal, Anibal Cavaco Silva; la de Brasil, Dilma Roussef, no lejos de Cristina F. de Kirchner, que encabezaba una de las delegaciones m¨¢s numerosas, la argentina, solo superada, por razones obvias, por la italiana.
En la lista de jefes de Estado y de Gobierno ofrecida por la oficina de prensa vaticana no figuraba, incomprensiblemente, el primer ministro espa?ol, Mariano Rajoy. Las mismas fuentes confirmaron la presencia de una larga lista de l¨ªderes de la Iglesia ortodoxa, encabezada por el patriarca ecum¨¦nico Bartolom¨¦ I, una especie de papa ortodoxo. De menor nivel fue la representaci¨®n anglicana, y, ampl¨ªsima, la jud¨ªa.
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