Cameron llega m¨¢s debilitado que nunca a la crucial cita presupuestaria
Los recortes presiden un desangelado presupuesto brit¨¢nico
El primer ministro David Cameron y su lugarteniente al frente del Tesoro, George Osborne, dif¨ªcilmente van a contentar a los cr¨ªticos que les reclaman medidas radicales para poner en marcha la econom¨ªa brit¨¢nica. Los presupuestos del a?o fiscal que arranca en abril, uno de los momentos cumbres del curso pol¨ªtico en los Comunes, van a estar marcados por un recorte adicional del gasto de los departamentos ministeriales por 2.500 millones de libras (2.900 millones de euros) que amenaza con no contentar a nadie. Ni a la oposici¨®n laborista que reclama m¨¢s gasto p¨²blico ni a la derecha tory que exige todo lo contrario: menos gasto p¨²blico y menos impuestos.
Cameron y Osborne llegan m¨¢s debilitados que nunca a la cita presupuestaria. El canciller del Exchequer se enfrenta al peligro de una tercera recesi¨®n, el pa¨ªs ha perdido la vitola de la triple A en la calificaci¨®n de sus emisiones de deuda p¨²blica y esta ma?ana se ha desayunado con la mala noticia de que el paro ha subido entre noviembre y enero, rompiendo la tendencia a la baja del ¨²ltimo a?o. Son datos que cuestionan la eficacia de la medicina administrada por el responsable del Tesoro, que este mediod¨ªa insistir¨¢ sin embargo en que la austeridad es la ¨²nica alternativa posible en estos momentos.
No se espera anuncios espectaculares en los presupuestos, y eso va en contra de lo que necesita el primer ministro. Cameron, con los conservadores claramente detr¨¢s de los laboristas en los sondeos electorales, parece cada vez m¨¢s un primer ministro desorientado. Incapaz de convencer a sus cr¨ªticos dentro del partido y de convencer de la eficacia de su gesti¨®n a los brit¨¢nicos en general.
Su ¨²ltima apuesta pol¨ªtica, romper las conversaciones de los tres grandes partidos sobre la pol¨¦mica regulaci¨®n de la prensa para dar marcha atr¨¢s 72 horas despu¨¦s, no parece haberle salido bien. Sus aliados naturales, la prensa conservadora, se ha echado a su yugular y no descarta incluso desairar al primer ministro rechazando incorporarse al nuevo sistema regulador.
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