La abuela de hierro
Thatcher gan¨® una guerra, puso patas arriba la econom¨ªa de su pa¨ªs y, junto a Reagan, emprendi¨® una revoluci¨®n conservadora que culmin¨® con la ca¨ªda del comunismo
Nada m¨¢s entrar en su despacho, y tras estrecharte la mano con exacta cortes¨ªa, lady Thatcher se?ala un sof¨¢ y dice: ¡°Si¨¦ntese ah¨ª¡±. Y el tono es tan conminatorio y tan preciso (no te est¨¢ diciendo por pura f¨®rmula social que tomes asiento, sino orden¨¢ndote que te sientes ya en ese sill¨®n) que una se deja caer de inmediato sobre el sof¨¢, aferrada al bolso y a la grabadora, para descubrir a los pocos instantes que todav¨ªa hay que hacer las fotos, y que eres la ¨²nica persona de la sala que est¨¢ sentada, y que tienes que volver a levantarte. Esto pasa por ser demasiado d¨®cil ante la voz de mando. Pero qu¨¦ voz de mando, y que costumbre de usarla y de sentarles a todos se le advierte.
¡ªDice usted en sus memorias que cuando lleg¨® al poder en 1979 pens¨® una frase del antiguo primer ministro ingl¨¦s Chatham: ¡°S¨¦ que puedo salvar este pa¨ªs y que nadie m¨¢s puede". Me pasma su nivel de confianza en s¨ª misma.
¡ªPero yo creo que eso es porque otras personas pueden haber probado suerte, pero no han perseverado lo suficiente con la pol¨ªtica correcta. El Gobierno del se?or Heath, por ejemplo, del cual yo fui miembro [ministra de Educaci¨®n] en 1970, ten¨ªa al principio un programa pol¨ªtico muy parecido al nuestro. Pero luego las cosas se pusieron feas en el pais. y me temo que entonces abandonamos algunas de las lineas maestras de nuestra pol¨ªtica,?e incluso se empezaron a implantar algunas medidas socializantes. ?Fue asombroso! Y yo aprend¨ª mucho de todo aquello. Aprend¨ª que si quieres lanzar una pol¨ªtica verdaderamente nueva tienes que mantenerla con firmeza a trav¨¦s de todas las dificultades que origine en los primeros momentos hasta que los beneficios se hagan evidentes. En general, todo cambio de este tipo te lleva unos tres a?os hasta que los beneficios son visibles. Es como una medicina: no es agradable tom¨¢rsela, pero sabes que si la tomas durante el tiempo suficiente se har¨¢n evidentes los beneficios y tu cuerpo recuperar¨¢ la salud. Una naci¨®n es lo mismo.
Si quieres lanzar una pol¨ªtica nueva, tienes que mantenerla con firmeza a trav¨¦s de todas las dificultades que origine en los primeros momentos, hasta que los beneficios se hagan evidentes¡±
Si no fuera por su aspecto un tanto ortop¨¦dico, por el peinado de acero batido, el perfil impasible, los r¨ªgidos trajes de se?orona y las perlas inevitables, que m¨¢s que un adorno parecen remaches del blindado mecanismo de su persona. Margaret Thatcher seria una mujer bastante atractiva. En sus fotos de juventud est¨¢ guapa: buenos p¨®mulos, buenos labios, un rostro fuerte y original encendido por una mirada voluntariosa. Hoy, el azul de sus ojos est¨¢ un poco aguado por la edad y su cutis sonrosado es el de una abuela bien cuidada. Una abuela coqueta y dura de pelar, matriar- ca de una familia numerosa. Antes de dejarse retratar se pasa revista a si misma de arriba abajo: los zapatos, las perlas, las manos, la postura. Se rccoloca la falda con unos tironci- tos: ¡°Es que esto [el aspecto f¨ªsico] es importante, ?no es cierto?¡±, me dice en un aparte de intimidad femenina, con una complicidad un tanto mayest¨¢tica. pero complicidad al fin. Es una mujer que no r¨ªe, que apenas si sonr¨ªe. "?Podr¨ªa sonre¨ªr un poco?", le pregunt¨® el fot¨®grafo. Y ella lo intent¨® y espachurr¨® los labios.
¡ªLeyendo su libro se saca la impresi¨®n de que sus a?os como primera ministra han sido una largu¨ªsima batalla en solitario que ha entablado usted contra todo el mundo.
¡ªS¨ª, algunas de las batallas s¨ª fueron muy solitarias. No hubiera podido llevar adelante los cambios sin la ayuda de unos pocos amigos, pero lo cierto es que al final la batalla del Sistema Monetario Europeo fue absolutamente solitaria. Creo que al final la ¨²nica que se opon¨ªa era yo. Y cinco o seis semanas antes de irme dije: ¡°Bueno, vale, prob¨¦moslo, pero s¨®lo con la condici¨®n de que no lo us¨¦is como un sistema r¨ªgido¡±. Y en el momento en que me fui se manej¨® como un sistema r¨ªgido, y por supuesto que eso estaba condenado a fracasar... Pero, en conjunto, el total de los 11 a?os y medio en el poder fue fascinante. Cuando miro hacia atr¨¢s me doy cuenta de que fueron a?os muy importantes. Nos las arreglamos para cambiar muchas cosas en el Reino Unido; pero, aparte de la pol¨ªtica interna. creo que lo m¨¢s importante que he hecho en mi vida es el hecho de que Ronald Reagan y yo estuvimos trabajando muy juntos en la escena internacional.
¡ª?Y desde cu¨¢ndo tuvo usted tan claro su destino? Porque en agosto de 1974, s¨®lo seis meses antes de ser elegida jefa del Partido Conservador, usted dijo: ¡°Pasar¨¢n muchos a?os, y ni siquiera suceder¨¢ en mi tiempo, antes de que una mujer pueda liderar el Partido Conservador o convertirse en primera ministra¡±.
El fulgor y la ca¨ªda
Las memorias de Margaret Thatcher son. sobre todo, la orgullosa reafirmaci¨®n de su val¨ªa, un recuento de sus logros como l¨ªder mundial. Nos enteramos asi de c¨®mo aconseja y guia a su adorado Ronald Reagan, de cuya pol¨ªtica internacional Thatcher (ue. o eso viene a decir ella, la memora en la sombra. Y por las noches, tras decidir los destinos del planeta, se met¨ªa en la cocina a preparar la cena. Aunque extremadamente conservadoras, las ideas de Thatcher han estado en general bien estructuradas y han sido defendidas con inteligencia. Sus puntos m¨¢s d¨¦biles y m¨¢s irracionales quiz¨¢ sean los relativos a su prejuicios nacionalistas; y asi, sostiene, por ejemplo, que el pueblo brit¨¢nico posee un sentido esencial de la justicia, ¡°cosa que no sucede con los europeos continentales". En realidad, esa desconfianza crecientemente paranoica hacia Europa fue una de las razones de su?ca¨ªda? La otra pudo ser el autoritarismo con que trataba a sus compa?eros de Gobierno y partido:
"Soy extraordinariamente paciente, siempre y cuando al final consiga salirme con la m¨ªa*, dijo en 1983. Y en 1987: "No me importa lo que digan mis ministros en tanto en cuanto hagan lo que yo digo'. Gan¨® tres elecciones seguidas con mayor¨ªa, y esa embriaguez de poder quiz¨¢ profundizara su tendencia al despotismo. Tras once a?os y medio de Gobierno Thatcher, los conservadores decidieron convocar elecciones internas para nuevo l¨ªder del partido. Su oponente, Heseltine, no gan¨®, pero ella tampoco consigui¨® la mayor¨ªa necesaria en la primera ronda. Entonces sus ministros, todos menos dos. le aconsejaron que no se presentara a la segunda ronda. ?sa es la traici¨®n que ella no perdona. Thatcher dimiti¨® en noviembre de 1990. pero desde entonces contin¨²a en la retaguardia luchando ferozmente por sus ideas. Ya lo dijo en un articulo que public¨® en 1992, hablando en una mayest¨¢tica tercera persona: 'El thatcherismo vivir¨¢: seguir¨¢ vivo mucho despu¨¦s de que Thatcher haya muerto*.
¡ªEs que yo no pensaba .que fuera f¨¢cil convertirse en primera ministra, no puedo decir que por entonces me lo esperara. Pero la vida est¨¢ llena de sorpresas. Y cuando el Partido Conservador insisti¨® en que Heath. que era por entonces el l¨ªder, se sometiera a unas nuevas elecciones internas, porque ya hab¨ªa perdido tres de cuatro elecciones generales, pues alguien ten¨ªa que hacerlo, alguien tenia que presentar su candidatura. Y yo esperaba que se presentara sir Keith Joseph, que es un hombre notable. Pero ¨¦l no se ve¨ªa a s¨ª mismo en esc papel. Y cuando me dijo que no ser¨ªa candidato, pues dije: "Muy bien, si t¨². que es a quien yo hubiera apoyado, no te presentas, entonces me presentar¨¦ yo". Y mucha gente esperaba que mi candidatura fuera simplemente una especie de se?uelo para que se presentaran muchos otros, pero result¨® que no lo hizo nadie, y, para asombro de lodos, gan¨¦ en la primera ronda. Entonces si que aparecieron nuevas candidaturas y muchos volvieron a pensar que yo no ganar¨ªa la segunda ronda. Y. de nuevo para su asombro, la gan¨¦. No s¨¦ c¨®mo sucedi¨®, pero sucedi¨®. Y la verdad es que el titulo de este libro de memorias que acabo de publicar bien podr¨ªa haber sido Sucedi¨® lo inesperado. Porque este tipo de cosas me han pasado toda la vida. Lo que ocurre es que luego t¨² sacas partido de las oportunidades que la vida te da. Y ¨¦sa es la clave de todo. Yo podr¨ªa haberme dicho: es imposible. Pero me dije: vamos a probar.
¡ªSi, le¨ª en The Times que, al recibir un premio de poes¨ªa a los nueve a?os, usted declar¨®: ¡°No ha sido la suerte. Me lo merec¨ªa". Es lo mismo que siente ahora, ?no? No ha sido la suerte: me lo he trabajado.
¡ªSi, yo tambi¨¦n le¨ª eso, y no s¨¦ si la frase es cierta, quiz¨¢ sea ap¨®crifa. Pero, bueno, en cualquier caso el sentimiento si que es ¨¦se, si. Trabaje por ello.
Posee la se?ora Thatcher un orgullo fiero y fri¨® que cada dos por tres se cuela en la conversaci¨®n como un cuchillo. No ha perdonado a¨²n a sus compa?eros que la abandonaran y la obligaran a dimitir con una maniobra que ella considera mezquina y traidora, como bien explica en sus memorias en un cap¨ªtulo brutal contra sus antiguos colegas. Cree tener, en fin, una cuenta pendiente con la historia, y se afana en cobr¨¢rsela con tozuda insistencia. En esto es como esas abuelas o esos abuelos que guardan en su coraz¨®n un gran agravio, y a los que todas las palabras se les vuelven referencias machaconas al asunto. Y asi. si habla de "aquellos que s¨®lo te apoyan cuando las cosas marchan bien", ya sabemos a qui¨¦n est¨¢ se?alando; cuando menciona que Heath hab¨ªa perdido tres elecciones generales de cuatro, est¨¢ queriendo resaltar que a ella la echaron habiendo ganado tres elecciones generales de tres. Y cuando dice que lo m¨¢s importante de su vida es la estrecha colaboraci¨®n con Reagan, est¨¢ indicando su certidumbre, evidente en el libro, de ser ella la m¨¢xima responsable (con cierta ayuda del presidente norteamericano) de la ca¨ªda del sistema comunista y del fin de la guerra fr¨ªa. Desde luego, parece indudable que Margaret Thatcher es uno de los lideres pol¨ªticos m¨¢s importantes del siglo XX. pero de entre todos los habitantes de la Tierra posiblemente sea ella misma la que menos dudas alberga al respecto.
¡ªNunca di nada por hecho en mi vida, nunca. Cuando fui elegida l¨ªder de los conservadores no di por hecho que volver¨ªamos al poder, y si no hubi¨¦ramos ganado las elecciones de 1979 creo que seguramente habr¨ªa habido otro cambio en el liderazgo del partido y que habr¨ªan puesto a otro en mi lugar. Pero en 1979 ganamos. Y para el a?o 1983 ya hab¨ªamos vuelto la econom¨ªa del reves y hab¨ªamos pasado la crisis de las Malvinas. De numera que mostramos firmeza: firmeza en el frente nacional, firmeza en el frente europeo, firmeza en el frente internacional. y por eso volvimos a ganar las elecciones con una enorme mayor¨ªa. Los brit¨¢nicos ten¨ªan instintivamente la sensaci¨®n de que esa decadencia en la que estaban viviendo no era propia de ellos. Y yo fui justamente elegida para dar la expresi¨®n de ese sentimiento. Enderezar la situaci¨®n nos cost¨® una etapa primera muy dif¨ªcil, una ¨¦poca muy dura de unos dos a?os, durante los cuales creo que yo estaba en lo m¨¢s bajo en las encuestas de opini¨®n, el peor primer ministro en no se cu¨¢nto, etc¨¦tera. Pero yo segu¨ª adelante. Sabiendo y creyendo que al final terminar¨ªa funcionando.
¡ªCuenta usted en sus memorias c¨®mo aprendi¨® el funcionamiento del mercado internacional desde muy chiquitita. observando c¨®mo trabajaba su padre en la tienda de ultramarinos que ten¨ªan.
¡ªSi. en nuestra tienda ten¨ªamos productos de lodo el mundo. Yo ve¨ªa de d¨®nde venia el t¨¦, y el caf¨¦, y las frutas... Era un sistema de cooperaci¨®n internacional, si quiere verlo de ese modo: en la otra punta del mundo se ganaban la vida vendi¨¦ndote cosas a ti y t¨² te ganabas la vida vendi¨¦ndoles cosas a ellos. ?sta es la mayor. la m¨¢s persistente, la m¨¢s efectiva forma de cooperaci¨®n internacional, y est¨¢ hecha por gente com¨²n y corriente.
¡ªPara usted, el mercado libre es una idea rom¨¢ntica. En el libro incluso habla del ¡°complejo romance de las fuerzas del mercado¡±.
¡ªEl ideal tiene una parte rom¨¢ntica, pero en la pr¨¢ctica has de ser persistente con tus ideas.
¡ªMe parece que los neoliberales radicales, de los que usted es la madre y la impulsora, han sustituido en el mundo la colapsada fe marxista por la fe en el mercado libre. En realidad, la actitud b¨¢sica de unos y otros es muy parecida, el mismo idealismo extremo, la misma...
¡ªEl mercado libre no es un concepto idealista. Es la f¨®rmula m¨¢s vieja de organizaci¨®n com¨²n que conoce la humanidad, la plaza del mercado. No es una teor¨ªa econ¨®mica, es la vida tal cual es.
¡ªS¨ª. usted puede decir que sus ideas se basan en la antiqu¨ªsima plaza de mercado, de la misma manera que los marxistas pod¨ªan decir que su comunismo se basaba en las comunidades primitivas, antes de que existiera la propiedad privada, pero...
¡ªNo creo. No creo que tener el control de todos los medios de distribuci¨®n... ?De distribuci¨®n? (consulta r¨¢pidamente con la mirada a su ayudante, que est¨¢ tomando notas a su lado]: si. no creo que tener el control de todos los medios de producci¨®n, de distribuci¨®n y de cambio estuviera en el principio de la... Bueno, me podr¨ªas decir que los antiguos romanos, los antiguos reyes hicieron eso. pero en los pueblos siempre hubo plaza de mercado. Y por supuesto tambi¨¦n est¨¢n los tiempos b¨ªblicos, se habla de hacer acopio de la producci¨®n en los siete a?os buenos para los siete a?os malos, pero no creo que haya habido un completo control de la propiedad salvo en las sociedades esclavistas, eso si. desde luego de ah¨ª es de donde viene tu comunismo.
Lo m¨¢s importante que he hecho en mi vida es trabajar con el presidente de Estados Unidos. Ronald Reagan y yo hemos estado colaborando muy juntos en la escena internacional¡±
Margaret Thatcher parece haber perdido un poco el pulso de su respuesta, enredada con sus citas de los romanos y de la Biblia: ya hab¨ªa le¨ªdo yo en alg¨²n lado que su fuerte no era la historia. O quiz¨¢ es que la sola menci¨®n al marxismo. su gran obsesi¨®n. le ha desbaratado ligeramente la linea del pensamiento. Una vez nombrada la bicha, sale a la palestra la That- cher ancestral dispuesta a ablandar mi alma con una homil¨ªa llena de citas b¨ªblicas. Es una misionera, una guerrera de la fe. A veces, cuando expone el cogollo de sus ideas, su voz adquiere las resonancias l¨ªricas de un predicador. Es una buena actriz, pero justamente de la escuela del pulpito: esto es. con el ¨¦nfasis excesivo de quien tiene que conmover a toda una iglesia y con la necesidad de crecr lo que interpreta. Por lo dem¨¢s. lo marcial la enardece. Toda una pared de su antesala est¨¢ llena de recuerdos de la guerra de las Malvinas: fotos de destructores y de aviones, el mapa militar de los campos minados de la zona, dibujos de soldados... En las otras dos paredes, fotos de sus Gobiernos y de las reuniones de la Commonwealth. Ni un solo retrato de las cumbres de la CE.
¡ªYo m¨¢s bien estaba hablando de las comunidades primitivas que...
¡ªAyudarse los unos a los otros es m¨¢s antiguo que el socialismo. Es b¨ªblico. Es una de las obligaciones de la sociedad en la que vives. Tu primera obligaci¨®n es cuidar de ti mismo y de tu familia. Bien, tu segunda obligaci¨®n es cuidar de tu vecino si necesita ayuda. De modo que es b¨ªblico, son las obligaciones de la sociedad libre. Como dec¨ªa Mois¨¦s, tienes que amar a tu pr¨®jimo como a ti mismo. e< una obligaci¨®n de la sociedad. Una obligaci¨®n que se extiende a toda la comunidad, porque vives en colectividad, no vives aislado. Y ¨¦sa es la mayor manifestaci¨®n de libertad, que aceptes tus responsabilidades y aceptes algunas obligaciones para con el pr¨®jimo lo mismo que el pr¨®jimo acepta algunas obligaciones para contigo. Eso es la vida. Mientras que con el comunismo, ?mira c¨®mo es el credo comunista y lo que luego sucede en la realidad!
¡ªYa. Mire, yo no soy ni he sido comunista...
¡ªAh.
¡ªY no tengo ning¨²n inter¨¦sen discutir sobre las bondades y las maldades del marxismo. Lo que quer¨ªa decir es que usted rodea sus ideas con un marco de pasi¨®n, emoci¨®n, idealismo y fe.
¡ªSi, lo hago.
¡ªY yo veo en usted el mismo tipo de fe absoluta que ten¨ªan los marxistas.
¡ªEsto es m¨¢s fuerte que el marxismo.
¡ªY toda fe de ese tipo supone una simplificaci¨®n de la realidad.
¡ªSi, el marco es siempre m¨¢s simple que el cuadro. En el cuadro hay m¨¢s detalles. Pero los principios son simples.
¡ªPero usted no puede aplicar esos principios para explicar absolutamente todo. Eso es una fe. un dogma, no un an¨¢lisis racional.
¡ªEsos principios no pueden explicarlo todo, pero explican una aproximaci¨®n a la vida. Digamos que la sociedad libre reconoce que todas las personas tienen talentos y habilidades. y que tienes derecho a desarrollar esas habilidades en uni¨®n a otras personas que a su vez tienen sus talentos y sus habilidades propias. Para todo esto debe existir un marco de ley y de justicia, porque en el mundo tambi¨¦n hay mucho mal. y esc mal ha de ser constre?ido por el Estado. Y este marco de vida nos ha dado una sociedad mucho mejor que cualquier otra alternativa.
¡ªMire, hoy que hay tanto c¨ªnico en la pol¨ªtica. usted destaca por su cualidad de creyente. Eso. el ser tan creyente en su doctrina, es lo que le confiere grandeza, lo que ha hecho que entre usted en la historia. Pero, al mismo tiempo, eso es tambi¨¦n lo que la hace temible.
¡ª?Ah?
¡ªPorque alguien que tiene unas ideas tan firmes, tan poco flexibles... Parecer¨ªa que usted nunca duda. Y alguien que no duda nunca amedrenta bastante, ?no cree?
¡ªLo que sucede es que tus ideas son m¨¢s fuertes y m¨¢s firmes precisamente porque las has cuestionado antes, y aun as¨ª salen reafirmadas de tu cuestionamiento. Una idea realmente no toma ra¨ªces si no la has cuestionado, de manera que la educaci¨®n, en principio, es preguntar cosas para reafirmar tus creencias. Pero hubo un tiempo en el que la educaci¨®n simplemente intentaba desprestigiar todo tipo de creencias, y en ese momento los comunistas impusieron su credo en las personas que se hab¨ªan desnudado de todas las creencias anteriores.
Y el conocido t¨®pico de los comunistas vuelve a colarse en la conversaci¨®n: su obsesi¨®n es tediosa. En persona. Margaret That- cher no habla de la misma manera que en televisi¨®n. En sus actos p¨²blicos se expresa muy lentamente y con un acento exagerad¨ªsimo, como una caricatura de la clase alta. Pero en la intimidad de nuestra entrevista habla mocho m¨¢s deprisa, mucho m¨¢s natural, sin esc deje forzado y ampuloso. De modo que su voz p¨²blica es la voz de la representaci¨®n, la voz del p¨²lpito.
¡ªPero esas creencias no deben ser impuestas en los dem¨¢s, ?no?
¡ªUno no impone la libertad. Todos deben tenerla.
¡ªYa. pero es que todo el mundo habla de libertad. Los sovi¨¦ticos tambi¨¦n hablaban de libertad. por ejemplo, y ya ve con qu¨¦ resultado.
¡ªEs que violentaban las palabras. Tambi¨¦n hablaban de democracia, de centralismo democr¨¢tico. El violentar las palabras era una de sus t¨¦cnicas.
¡ªNo era mi intenci¨®n volver a hablar de los sovi¨¦ticos, sino indicar que no todos tenemos la misma idea de lo que es la libertad.
¡ªCreo que hay ciertas ideas que deben ser observadas, y la mejor expresi¨®n de libertad, desde luego, est¨¢ en la Constituci¨®n americana.
¡ª?Muestra usted siempre tal certidumbre en todo! Le dir¨¦ que en su libro de memorias, y son casi 800 p¨¢ginas, no he encontrado una sola duda.
¡ª?Estupendo!
¡ª?Si? Pues a mi eso me parece... Bueno, me temo que yo soy demasiado dubitativa y queja- m¨¢s podr¨ªa ser primera ministra.
¡ªOh, no, no. A veces la gente me decia: "Yo no podr¨ªa catar en pol¨ªtica porque veo todos los aspectos de una cuesti¨®n", y yo les contestaba: ¡°Eso mismo hago yo. mi trabajo consiste en analizar todos los aspectos de una cuesti¨®n. La diferencia entre usted y yo es que yo tengo que tomar una decisi¨®n cuando he visto lodos los aspectos y usted se esconde y no la toma¡±.
Hubo un tiempo en el que la educaci¨®n intentaba desprestigiar todo tipo de creencias, y en ese momento los comunistas impusieron su credo en las personas que se hab¨ªan desnudado de todas creencias anteriores¡±
Cuando tuvo que marcharse de su cargo pas¨® a?os muy malos. Entonces declar¨® que a veces no sabia en qu¨¦ d¨ªa viv¨ªa, cosa que jam¨¢s le suced¨ªa en Downing Slreet: ¡°Es que mientras est¨¢s en el cargo tienes la vida muy organizada, muy estructurada", explica ahora, ¡°y esa estructura desaparece un d¨ªa de repente y tienes que construirte un nuevo marco vital¡±. Ahora Mar- garct Thatcher est¨¢ contenta, porque el libro ha salido, y es un ¨¦xito, y adem¨¢s con el ha abofeteado a sus enemigos, y ella est¨¢ en todos los peri¨®dicos del planeta, y su fundaci¨®n, la Fundaci¨®n Thatcher, creada para difundir sus ideas en el mundo, marcha viento en popa. Aqui estamos precisamente, en la fundaci¨®n, haciendo la entrevista, rodeados por una decena de chicos y chicas devotos a su causa: sus nietos pol¨ªticos. Y es que la Thatcher de hoy tiene algo pulqu¨¦rrima abuela. Ha regido los destinos mundiales, ha galvanizado el liberalismo, ha creado un terremoto en el ambiente pol¨ªtico de este final de siglo. Pero hoy la encuentro demasiado obsesionada con ideas arcaicas, demasiado inflexible, simple y repetitiva, cabezota como una abuela cabezota. Quiz¨¢ siempre fue as¨ª, pero me parece que antes debi¨® de tener dentro mucha m¨¢s dinamita. Eso si, contin¨²a manteniendo su orgullo y su desplante. Sigue siendo de hierro, aunque sea abuela.
¡ªSupongo que en el ambiente conservador de su ¨¦poca no estaba muy bien visto que una mujer tuviera un trabajo propio...
¡ªYo creo que el mundo subestima lo mucho que la mujer ha trabajado siempre y desde siempre. En las granjas, por ejemplo, o atendiendo los negocios familiares. En esas labores, la mujer ha trabajado desde siempre. Lo que empez¨® a ser distinto, claro, es que saliera a emplearse fuera de casa. Yo nunca hubiera podido hacer mi carrera pol¨ªtica, soy absolutamente franca sobre esto, si no hubiera vivido en Londres y mi esca?o de diputada no hubiera sido tambi¨¦n por Londres. Si hubiera vivido en .Escocia, por ejemplo, no hubiera podido ser miembro del Parlamento, y en vez de empezar mi carrera de diputada cuando mis hijos gemelos cumplieron seis a?os, como hice, hubiera tenido que esperar a que cumplieran 18 o 20. Hubiera sido demasiado vieja para empezar. De modo que tuve suerte, porque nunca estuve demasiado lejos de mi casa.
¡ªPero usted no se adecuaba en absoluto a la imagen de mujer del Partido Conservador. El acento de los conservadores siempre se ha puesto en la mujer como ama de casa.
¡ªAhora no tanto. Es que. adem¨¢s, la revoluci¨®n tecnol¨®gica ha beneficiado m¨¢s a la mujer que al hombre. Porque el trabajo improbo de las cocinas antiguas, de los suelos de piedra, de las mesas de madera que hab¨ªa que raspar... Hoy tienes lavadoras, y batidoras, y neveras, y aspiradores, de modo que puedes hacer todo en la casa, tenerlo todo limpio y dispuesto y preparado. y a los ni?os bien atendidos, en un tiempo comparativamente muy peque?o. Asi es que la mujer tiene mucho m¨¢s tiempo hoy para usarlo constructivamente porque ya no te lleva tanto tiempo limpiar tu casa.
Lo mismo que llegu¨¦ me fui, con la ¨²nica salvedad de que nunca me fui derrotada en las urnas. Uno no es imprescindible en pol¨ªtica. Ni siquiera lo era Winston Churchill, que fue el m¨¢s grande de todos¡±
¡ª?Y por qu¨¦ no limpian la casa tambi¨¦n los hombres? Con la aspiradora, la lavadora...
¡ªMire, los hombres no pueden dar a luz.
¡ªClaro que no, pero si pueden cuidar a los ni?os.
¡ªS¨ª, claro, claro que pueden ayudar, y muchos de ellos lo hacen, los s¨¢bados y los fines de semana.
¡ª?El ser mujer le ha puesto las cosas m¨¢s dif¨ªciles en su carrera pol¨ªtica?
¡ªYo no dir¨ªa eso. No dir¨ªa eso. De hecho, por ser una mujer casada, y dado que mi marido ten¨ªa buenos ingresos, nunca tuve que preocuparme del aspecto econ¨®mico que conllevaba el perder tu esca?o. Es decir, si me derrotaban en unas elecciones, mis hijos no sufrir¨ªan por ello, de manera que mis decisiones no se vieron influidas por el hecho de que pudieran afectar a la estabilidad de mi familia.
¡ªPero cuando sali¨® usted del cargo dijo que sus compa?eros no le hab¨ªan perdonado nunca que fuera mujer y perteneciera a la clase media.
¡ªBueno, s¨ª, si, hubo algo de eso, s¨ª, es cierto, en todas las sociedades hay prejuicios y a veces salen a flote. Pero no olvides que tuve una maravillosa oportunidad en aquellos once a?os y medio. ?Qui¨¦n podr¨ªa quejarse de eso? Y se ha acabado, aquello termin¨®. Lo mismo que llegu¨¦ me fui, con la ¨²nica salvedad de que nunca fui derrotada en las urnas. Pero nunca intentar¨¦ volver. Vendr¨¢ nueva gente, y tiene que tener su oportunidad de la misma manera que yo tuve la m¨ªa.
¡ªEn el libro dice usted de su antiguo ministro Geoffrey Howe: ¡°Pensaba que se habia convertido en una persona imprescindible, una ilusi¨®n muy peligrosa para un pol¨ªtico". ?No cree que sus enemigos pueden haber dicho algo semejante sobre usted?
¡ªNo, ?por qu¨¦? Yo podr¨ªa haberme quedado, podr¨ªa haber optado a la segunda vuelta en las elecciones internas del partido, y simplemente dije: ¡°No, lo dejo...¡±. Yo nunca he sido derrotada en unas elecciones generales y... No. Uno no es imprescindible en pol¨ªtica. Ni siquiera lo era Winston Churchill, que fue el m¨¢s grande de todos.
¡ªPero usted ten¨ªa miedo de que abandonaran sus ideas. Recuerdo un articulo que public¨® en 1992, No deshag¨¢is mi trabajo.
¡ªSimplemente, pens¨¦ que tenia que ayudar a que entendieran que esas ideas eran buenas ideas.
Los a?os en Downing Street'. El PAlS-Aguilar
Los a?os de Thatcher
- 1925: nace Margaret Roberts en Grantham, Llncolnshlre.
- 1946: comienza sus estudios en Oxford.
- 1959: logra un esca?o al Parlamento con los conservadores.
- 1961: secretaria de Estado para Educaci¨®n y Ciencia.
- 1975: l¨ªder de los conservadores brit¨¢nicos.
- 1979: triunfa en las elecciones generales y es elegida nueva primera ministra. Es asesinado por el IRA lord Mountbatten. Primer viaje a Washington.
- 1980: comienza la guerra Ir¨¢n- Irak. Ronald Reagan, elegido presidente de Estados Unidos.
- 1981: Bobby Sands comienza la huelga de hambre del IRA. Se anuncia cierre de minas en el Reino Unido.
- 1982: Argentina invade las Malvinas. Thatcher responde militarmente a la invasi¨®n. Dimite lord Carrington. Helmut Kohl, nuevo canciller alem¨¢n.
- 1983: gana sus segundas elecciones generales. Estados Unidos invade Granada.
- 1984: comienza la huelga de mineros. Asesinato de Indira Gandhi. Firma el acuerdo de Hong Kong.
- 1985: habla en el Congreso de EE UU. Los mineros vuelven al trabajo. Asiste al funeral de Chernenko.
- 1986: dimiten Brittan y Heseltlne. Visita Israel y Camp David despu¨¦s de la cumbre EE UU-URSS.
- 1987: visita la URSS de Gorbachov. Gana sus terceras elecciones generales.
- 1988: George Bush sucede a Reagan. Atentado de Lockerble.
- 1989: Gorbachov visita el Reino Unido. Matanza en Tlananmen. Geoffrey Howe deja Exteriores. Caida del muro de Berlin.
- 1990: legalizaci¨®n del Congreso Nacional Africano. Irak invade Kuwait. Dimite Geoffrey Howe. Votaciones a la presidencia del Partido Conservador. Margaret Thatcher dimite.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.