?Debemos tomarnos en serio a Corea del Norte?
En un mundo sin gendarmes globales o leviat¨¢n que imponga la paz, algunos estados siguen entendiendo que la mejor forma de sobrevivir es el recurso a la amenaza
La posibilidad de que se desate un conflicto armado en Asia Oriental se antoja, a ojos de la opini¨®n internacional, como algo cada vez m¨¢s real. Los medios de comunicaci¨®n de todo el planeta han alertado sobre las amenazas lanzadas por el l¨ªder del Corea del Norte, Kim Jong Un, de iniciar una guerra termonuclear contra los Estados Unidos y sus aliados, Corea del Sur y Jap¨®n. Aunque no es la primera vez que Pyongyang intimida a Estados Unidos con ret¨®rica belicista, para la mayor¨ªa de l¨ªderes, incluidos los de China, con sus referencias a la guerra termonuclear, Corea del Norte ha ido demasiado lejos. Tras impedir la entrada de trabajadores surcoreanos al complejo industrial de Kaseong, el ¨²ltimo brote verde de cooperaci¨®n intercoreana, las autoridades norcoreanas han aconsejado a los extranjeros de Corea del Sur que preparen su evacuaci¨®n ante la eventualidad de un conflicto, una medida sin precedentes en la diplomacia m¨¢s reciente. Ante los graves hechos acaecidos en las ¨²ltimas semanas, debemos plantearnos hasta qu¨¦ punto estamos ante un d¨¦j¨¤ vu reiterado o, por el contrario, debemos tomarnos en serio a Corea del Norte.
El flirteo de Corea del Norte con lo que se ha pasado a llamar ¡°diplomacia nuclear¡± no es reciente y se remonta a un par de d¨¦cadas. El fin del sistema bipolar en 1989 dio paso a un nuevo per¨ªodo repleto de incertidumbres tanto sobre la naturaleza del sistema internacional ¨Cquien ser¨¢ la nueva potencia dominante¨C como sobre cu¨¢les ser¨¢n las nuevas amenazas del sistema. Sin embargo, uno de los episodios m¨¢s calientes de la guerra fr¨ªa, la dram¨¢tica divisi¨®n de la pen¨ªnsula coreana, qued¨® intacto. Corea del Norte, tras quedar aislada internacionalmente y temiendo el reequilibrio de poder en Asia Oriental afectase a su propia supervivencia, provoc¨® la primera crisis nuclear en 1993 tras anunciar que desarrollar¨ªa un programa de enriquecimiento de uranio, toda una advertencia sobre su intenci¨®n de producir bombas at¨®micas. Aunque la crisis termin¨® con la promesa de que Corea del Norte no desarrollar¨ªa este tipo de armamento, los lanzamientos de misiles, las pruebas nucleares y las amenazas directas a Estados Unidos componen parte del acervo de la ¡°diplomacia nuclear¡±.
Desde entonces Corea del Norte ha seguido unos patrones de comportamiento que se reiteran a?o tras a?o. Aprovechando las maniobras conjuntas que cada primavera realizan los Estados Unidos y Corea del Sur, Corea del Norte empieza la escalada con declaraciones contra lo que ellos consideran el imperialismo norteamericano. Tras la en¨¦rgica condena de Washington y Se¨²l de la ret¨®rica, Corea del Norte o bien realiza lanzamientos de misiles de corto y medio alcance o bien amenaza con reiniciar el programa de desarrollo nuclear. En este caso, se suelen producir condenas por parte de la ONU, llamadas a la calma de sus hasta ahora aliados, China y Rusia, y finalmente la repulsa un¨¢nime de la sociedad coreana y japonesa. El c¨ªrculo de este modus operandi del r¨¦gimen de Corea del Norte se cierra cuando alguna de las partes concede ayudas en forma de alimentos acompa?adas de la promesa de que Pyongyang no volver¨¢ a desarrollar energ¨ªa nuclear, momento tras el cual las aguas vuelven a su cauce normal.
Lo que resulta un tanto novedoso en la actual crisis es el hecho de que nunca antes se hab¨ªa ido tan lejos y la amenaza de iniciar una guerra nuclear ha indignado a la comunidad internacional. Sin embargo, resulta alentador saber que Corea del Norte no dispone de la tecnolog¨ªa para iniciar una guerra termonuclear contra ning¨²n pa¨ªs, y mucho menos contra Estados Unidos. Ahora bien, a¨²n bajo la hip¨®tesis de que tuviese las capacidades requeridas para tal empresa, la doctrina de la ¡°destrucci¨®n mutua asegurada¡± forjada durante la guerra fr¨ªa atestigua que una guerra con armamento nuclear es algo altamente improbable.
M¨¢s all¨¢ de los objetivos a corto de plazo de ayuda por alimentos ?qu¨¦ persigue el r¨¦gimen de Pyongyang con unas declaraciones que parecen m¨¢s parte de un ritual que de una realidad inminente de guerra? En primer lugar, la escalada de violencia iniciada este primavera coincide con la llegada al poder tras la muerte de su padre del joven Kim Jong Un, un l¨ªder de apenas treinta a?os que necesita legitimarse ante la elite militar que gobierna al pa¨ªs herm¨¦tico y mandar un mensaje de mano dura ante una poblaci¨®n que desconoce su talla pol¨ªtica. En segundo lugar, Corea del Norte desea tras cada crisis negociar bilateralmente la cuesti¨®n nuclear con los Estados Unidos, un claro indicio de que lo que persigue Pyongyang es el respeto como sujeto de pleno derecho de la comunidad internacional. Aunque la guerra sea tan sumamente improbable, la ret¨®rica at¨®mica permite a Corea del Norte obligar a Estados Unidos a sentarse en la mesa negociadora. Por ¨²ltimo, para un estado fallido como el de Corea del Norte, su constante recurso a la diplomacia nuclear no es m¨¢s que la ¨²ltima arma que le queda para lograr lo que cualquier estado persigue en ¨²ltima instancia en el sistema internacional: su propia supervivencia. En un mundo sin gendarmes globales o leviat¨¢n que imponga la paz, algunos estados siguen entendiendo que la mejor forma de sobrevivir es el recurso a la amenaza.
Lluc L¨®pez i Vidal es profesor de Relaciones Internacionales y Ciencia Pol¨ªtica del Programa de Asia Oriental de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC)
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