El fin del lumpen chavista
El chavismo ha seguido la pauta cubana, pero con una gran diferencia: la ret¨®rica de la revoluci¨®n bolivariana es rid¨ªcula, cursi y vac¨ªa
La victoria moral, si no real, de la oposici¨®n en las elecciones presidenciales venezolanas ha frenado de momento el proyecto chavista para el pa¨ªs, es decir, el empobrecimiento progresivo, espiritual y material, de todos sus ciudadanos y la institucionalizaci¨®n de la mentira, convirtiendo al lumpen urbano en sujeto de la revoluci¨®n.
El chavismo ha seguido la pauta cubana, pero con dos grandes diferencias: la ret¨®rica de la revoluci¨®n bolivariana es rid¨ªcula, cursi y vac¨ªa, adem¨¢s de inmisericorde e importada, pero sobre todo impostada porque carece de toda epopeya. Ni tan siquiera ha sido capaz de generar un arte o un estilo propio como la Revoluci¨®n Mexicana o cubana. Segundo y m¨¢s importante, Hugo Ch¨¢vez ha contribuido a la historia del autoritarismo pol¨ªtico con una aportaci¨®n original: c¨®mo destruir la democracia mediante la celebraci¨®n de elecciones fraudulentas constantes, nada m¨¢s y nada menos que 17 en 14 a?os.
Una derrota, como probablemente ocurri¨® el domingo, y se ca¨ªa el castillo de naipes, lo que previsiblemente suceder¨¢ en los pr¨®ximos meses. El sucesor de Ch¨¢vez, Nicol¨¢s Maduro, no parece tener ni la capacidad intelectual ni pol¨ªtica para sacar del desconcierto a sus partidarios ni por supuesto manejar el entramado de intereses inconfesables de la nomenclatura del r¨¦gimen. En estos primeros d¨ªas de crisis, su combinaci¨®n de amenazas y promesas de rectificaci¨®n solo ha servido para consolidar la imagen de un hombre perdido en su laberinto.
El acomodado progresismo europeo tiende a sacarse de encima el problema venezolano con la simpleza de que Ch¨¢vez ganaba elecciones porque representaba al partido de los pobres. No solo esto ha dejado de ser verdad como demuestran los datos de las elecciones del domingo, sino que el r¨¦gimen ha creado su propia casta de millonarios y convertido en antichavistas a todos aquellos que no quieren ser arrastrados a la pobreza, lo que es muy diferente. La pol¨ªtica asistencialista del Gobierno, ejecutada con discreci¨®n pol¨ªtica, no ha sacado a nadie realmente de pobre, pero ha ampliado el n¨²mero de aquellos que se mueven con un pie fuera y otro dentro de la legalidad. Sus grandes beneficiarios han sido los malandros, a quienes ni se reprime ni castiga, porque en el fondo, piensa el Gobierno, son enemigos de la burgues¨ªa.
La ¡°burgues¨ªa¡±, es decir, la gente corriente que se levanta temprano para ir a trabajar, sobrevive salvando los obst¨¢culos que el chavismo ha ido sembrando en la vida cotidiana de los venezolanos. La ley de trabajo que obliga al empresario a indemnizar a un despedido con un a?o de salario ha servido para restringir la contrataci¨®n de personal y para que el empleado no d¨¦ golpe. La ley de alquileres beneficia hasta tal punto al inquilino que ha reducido al m¨ªnimo el arriendo de viviendas. La pol¨ªtica de relocalizaci¨®n de vecinos o de los indigentes abandonados a sus suerte desde las inundaciones de hace dos a?os en Caracas en barrios ricos para alterar el censo electoral de algunas zonas ha llevado al abandono de casas o incluso al envejecimiento artificial de las viviendas para que no sean una tentaci¨®n para los delincuentes. Por no hablar de la escasez de alimentos y medicinas, los apagones, la inflaci¨®n m¨¢s alta de Am¨¦rica Latina o las pandillas de chavistas motorizados que recorren las calles amedrentando al p¨²blico disparando al aire (no siempre) o dando palizas.
Esta vez los que no quieren ser pobres, los que desean vivir en un pa¨ªs normal y no en un experimento supuestamente revolucionario, los que est¨¢n convencidos de que el patriotismo es el ¨²ltimo refugio de los canallas, han dicho basta.
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