Las protestas contra los recortes marcan el aniversario de la revoluci¨®n en Portugal
Los capitanes del 25 de abril dan la espalda a la celebraci¨®n oficial por la deriva pol¨ªtica del pa¨ªs
El 25 de abril de 1974 el sargento Jos¨¦ Fern¨¢ndez acudi¨®, con otros miembros de su compa?¨ªa, a tomar el cuartel general de la polic¨ªa secreta portuguesa, la PIDE, en Oporto, en una de las acciones que, conjuntamente, iban a derribar de un d¨ªa para otro y sin apenas disparos, una dictadura de casi medio siglo. Este jueves, 39 a?os despu¨¦s de aquel levantamiento que deriv¨® en la Revoluci¨®n de los Claveles, Fern¨¢ndez, ya casi sesent¨®n, volvi¨® a la calle a manifestarse y a servirse de la fecha para, junto a miles de portugueses, protestar en el coraz¨®n de Lisboa por la oleada de recortes, ahorro en gasto p¨²blico y austeridad creciente que soporta el pa¨ªs desde hace casi dos a?os. ¡°El esp¨ªritu de la gente que se manifiesta el 25 de Abril ha cambiado en los ¨²ltimos tiempos. Antes era el de una celebraci¨®n. Ahora es el de una revuelta¡±, dice.
La manifestaci¨®n la abr¨ªan los viejos militares ya jubilados pero detr¨¢s de ellos desfil¨® un n¨²mero heterog¨¦neo de grupos y personas: sindicalistas, pol¨ªticos de izquierda, jubilados, m¨¦dicos, inmigrantes sin papeles, profesores, parados, colectivos de indignados o familias con ni?os, entre otros, casi todos enarbolando claveles rojos y gritando contra el Gobierno, contra la troika y contra la austeridad.
Un diputado socialista, Duarte Cordeiro, de 35 a?os, favorable a que el primer ministro, el conservador Pedro Passos Coelho, renegocie la deuda a fin de dar un poco m¨¢s de margen a los ciudadanos asfixiados, ten¨ªa claro por qu¨¦ acudi¨® a la marcha: ¡°Es conveniente repensar los ideales de esa fecha: la libertad y la igualdad, y ver si estamos cerca o lejos de ellos. Hay que saber que la democracia no es algo adquirido para siempre. Y menos en los ¨²ltimos a?os, en que tenemos la sensaci¨®n de que se va perdiendo. A m¨ª no me importar¨ªa que Merkel mandase en Europa siempre y cuando pudiese elegirla yo tambi¨¦n¡±.
Unos metros detr¨¢s de Cordeiro caminaba Pedro Oliveira, un profesor de instituto nacido en 1975, un a?o despu¨¦s de la Revoluci¨®n del 25 de Abril. Avanzaba con un clavel rojo asom¨¢ndole por el cuello de la camiseta. Le gustaba la casi mareante mezcla de gentes de la manifestaci¨®n: ¡°El 25 de Abril sirve para dignificar todas las buenas causas. Todas ganan sentido esta fecha¡±, dice. Entre ellas, a?ad¨ªa, la de pedir que mejoren (o que no acaben de deteriorarse) las condiciones de trabajo de los profesores a base de recortes en los presupuestos o a base de echar docentes a la calle. Oliveria recuerda que muchas clases de instituto en Portugal tienen ya 30 alumnos por aula, una ratio dif¨ªcil de controlar y de manejar. Y que aumentar¨¢ con los a?os. Y luego a?adi¨®: ¡°Yo no trabajo en un instituto p¨²blico. Lo hago en uno privado, ense?ando Matem¨¢ticas. Pero m¨¢s all¨¢ de las matem¨¢ticas, procuro inculcar a mis alumnos cierto sentido de la responsabilidad, que sepan que son privilegiados, y que hay un mundo real ah¨ª fuera que cada vez va peor¡±.
Los miles de personas que compon¨ªan la variopinta marcha, al son de frases insultantes contra la troika o contra el Gobierno o en un silencio algo oscuro que es m¨¢s hartazgo que resignaci¨®n, recorri¨® la Avenida de la Libertade hasta llegar a la Pra?a do Rossio. Se pon¨ªa fin as¨ª a una jornada de conmemoraci¨®n que cada vez es m¨¢s reivindicativa, que hab¨ªa comenzado por la ma?ana en el Parlamento, en una ceremonia solemne llena de discursos oficiales (en el suyo, el presidente de la Rep¨²blica, An¨ªbal Cavaco Silva, justific¨® y defendi¨® estos dos a?os de ajustes a fin, seg¨²n ¨¦l, de regresar a los mercados con garant¨ªas) y que terminaba en la calle, donde un extra?o personaje, abonado a estas marchas, caminaba disfrazado de esqueleto con un cartel que rezaba: ¡°Que alguien me saque de esta pel¨ªcula¡±.
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