Europa busca blindar la democracia
La UE carece de instrumentos para evitar derivas autoritarias como las de Hungr¨ªa La ampliaci¨®n enmascar¨® algunos problemas en los nuevos Estados
La Uni¨®n Europea encierra un sinf¨ªn de realidades. Las costumbres, el idioma y la situaci¨®n econ¨®mica de un chipriota poco tienen que ver con las de un finland¨¦s, aunque los dos compartan moneda y puedan cruzar sin pasaporte las fronteras. La adhesi¨®n de nuevos pa¨ªses ha incrementado la diversidad, de forma que casi lo ¨²nico que hermana hoy a los europeos es la democracia y los derechos fundamentales. Son conquistas que durante a?os se han dado por sentadas y que ahora afrontan amenazas. Europa observa con estupor la involuci¨®n democr¨¢tica de Hungr¨ªa, cuya deriva autoritaria revela la falta de instrumentos en la UE para frenar esos comportamientos.
Hasta hace 10 a?os, la distancia entre europeos se med¨ªa principalmente en t¨¦rminos econ¨®micos. Con algunas excepciones, la brecha en niveles de corrupci¨®n y derechos humanos era inferior a la actual. La ampliaci¨®n comunitaria de 2004 ¡ªla mayor de la historia europea, con 100 millones de nuevos ciudadanos¡ª abri¨® la pr¨®spera UE a nuevas realidades y minimiz¨® los retos de integraci¨®n asociados. La entrada, tres a?os despu¨¦s, de Ruman¨ªa y Bulgaria, fue la m¨¢xima expresi¨®n de esas disparidades. Pese a no cumplir las condiciones exigidas, los dos pa¨ªses accedieron al club comunitario a cambio de someterse a un proceso especial de vigilancia, que a¨²n dura.
Pocos en las instituciones comunitarias lamentan esas decisiones. ¡°La ampliaci¨®n al Este fue una buena idea que daba cumplimiento a la promesa que nos hicimos en 1989 [con la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn]: no abandonarnos los unos a los otros¡±, reflexiona Rui Tavares, eurodiputado de Los Verdes. Pese a mostrarse muy cr¨ªtico con la situaci¨®n en Hungr¨ªa ¡ªTavares es portavoz de ese asunto en la Comisi¨®n de Libertades¡ª, el europarlamentario solo objeta la falta de cautela pol¨ªtica: ¡°Nuestros Gobiernos fueron un poco ingenuos al pensar que la entrada en la UE era un atestado de buen comportamiento perpetuo¡±.
Con matices, todas las fuentes consultadas comparten este diagn¨®stico: la ampliaci¨®n europea est¨¢ en la esencia del proyecto comunitario porque supone la mayor garant¨ªa de paz y estabilidad en la regi¨®n. Otra cosa es que los procedimientos hayan sido ¨®ptimos. El caso de Chipre, que accedi¨® a la UE en la oleada de 2004 y al euro en 2008, evidencia que la voluntad pol¨ªtica enmascar¨® problemas ineludibles: la isla era considerada un para¨ªso fiscal por muchos pa¨ªses, entre ellos Espa?a.
La Comisi¨®n Europea es consciente de los puntos d¨¦biles de estos procesos. ¡°La experiencia de ampliaciones recientes subraya la importancia de situar el Estado de derecho todav¨ªa m¨¢s en el centro de la pol¨ªtica de ampliaci¨®n¡±, admite esta instituci¨®n en un reciente informe sobre las adhesiones venideras. Para garantizar el apoyo de los ciudadanos, ¡°es esencial fomentar la comprensi¨®n y un debate de ideas sobre el impacto de la pol¨ªtica de ampliaci¨®n, principalmente cuando la UE afronta grandes retos¡±. Con la crisis, los pa¨ªses se vuelven m¨¢s reacios a acoger a otros.
¡°No es un problema de la ampliaci¨®n. Hay otros pa¨ªses europeos con problemas y con baja puntuaci¨®n, por ejemplo, en corrupci¨®n. Si se detectan casos como el de Hungr¨ªa, la Comisi¨®n Europea puede aplicar el procedimiento de infracci¨®n, aunque es cierto que podr¨ªa ser m¨¢s r¨¢pido¡±, subraya Zsolt Darvas, analista de Bruegel, un influyente laboratorio de ideas bruselense.
Esa es la clave del debate. Porque aunque buena parte de los problemas se localicen en los nuevos miembros, tambi¨¦n se observan elementos inquietantes en los antiguos socios. As¨ª ocurre en Grecia, donde el partido nazi Aurora Dorada promueve la xenofobia. Y si se habla de corrupci¨®n, Italia y Espa?a acumulan varios borrones en el expediente. Adem¨¢s, la pertenencia a la UE impulsa las reformas. ¡°Para Bulgaria, el beneficio m¨¢s obvio es econ¨®mico, pero lo m¨¢s importante es que supone una garant¨ªa adicional para la democracia y el Estado de derecho¡±, explica Daniel Smilov, analista del Centro de Estrategias Liberales de Sof¨ªa.
¡°Las instituciones europeas son muy duras con las condiciones durante el proceso de adhesi¨®n. El problema es que, una vez han entrado, no hay nada. Solo el procedimiento de infracci¨®n¡±, arguye Renate Weber, eurodiputada liberal rumana. Para cubrir esta laguna, Weber propone alg¨²n mecanismo comunitario que supervise los comportamientos democr¨¢ticos de los pa¨ªses miembros. Coincide el diputado Tavares, que aboga por una comisi¨®n t¨¦cnica que act¨²e cuando la democracia est¨¦ en peligro.
Esa idea de nuevos instrumentos empieza a calar. La semana pasada, Alemania, Holanda, Dinamarca y Finlandia pidieron a la comisaria de Justicia, Viviane Reding, un mecanismo eficaz para salvaguardar los derechos fundamentales en los Estados, aunque Reding se ha limitado a recordarles las herramientas en vigor.
El problema es que esas herramientas son lo que fuentes comunitarias denominan la bomba nuclear, pensada para no ser utilizada. Se trata del art¨ªculo 7 del Tratado de Lisboa que prev¨¦ retirar los derechos de voto a un pa¨ªs si no cumple las normas. Al ser una medida tan dr¨¢stica, no se aplica, pero tampoco se ponen en marcha castigos m¨¢s graduales que reparen los incumplimientos.
Cuando apenas faltan dos meses para que la UE incorpore a su socio n¨²mero 28, Croacia, el analista de Bruegel admite una cierta ¡°fatiga de ampliaci¨®n¡±. Pero precisamente Croacia y la zona que representa, los Balcanes, encarnan el aspecto m¨¢s ilusionante del proyecto europeo: la consolidaci¨®n de la paz. Porque solo las perspectivas de integraci¨®n ya propician la concordia, como acaba de ocurrir con el hist¨®rico acuerdo de Serbia y Kosovo. ¡°Si no fuera por la aspiraci¨®n a entrar en la UE, ?c¨®mo estar¨ªan esos pa¨ªses?¡±, reflexionan fuentes de la Comisi¨®n.
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