Venezuela en la deriva autoritaria
Los sectores pol¨ªticos y militares m¨¢s duros y sectarios marcan el paso al nuevo y discutido presidente
Palabras sabias se?alan que en los ¨²ltimos tiempos hemos bajado mucho el precio para los gobiernos y sistemas que limitan la libertad fingiendo una aparente pr¨¢ctica democr¨¢tica. Y la verdad es que despu¨¦s de haber pasado algunos a?os -demasiados-, exigiendo democracia y libertad; ahora, ante estas situaciones de "maquillaje" pol¨ªtico, toca defenderlas sin excusas y desde una corresponsabilidad ¨¦tica continental y mundial. Tambi¨¦n en aquellos casos que hacen de la democracia formal una m¨¢scara para dictaduras encubiertas; esas "dictaduras plenamente democr¨¢ticas" [sic], incluso con voto autom¨¢tico.
La suspensi¨®n del Estado de Derecho en Venezuela y las pr¨¢cticas camorristas contra los diputados y portavoces de la oposici¨®n, no solo son fruto de la deriva autoritaria del presidente Maduro y del PSUV, sino que principalmente son consecuencia del terror a la p¨¦rdida del poder y de los distintos m¨¦todos para mantenerlo: antes, con la utilizaci¨®n de todos los medios para ganar las elecciones por cualquier v¨ªa; despu¨¦s, eliminando la voz y la palabra de todos aquellos que reclaman limpieza en el juego pol¨ªtico.
La gesti¨®n de Maduro antes y despu¨¦s de las elecciones, dilapida la herencia de Chaves y provoca la p¨¦rdida del apoyo de amplios sectores que siguieron de forma incondicional al "l¨ªder eterno"; el ¨²nico capaz de poner orden entre huestes tan diversas. Una parte significativa de ¨¦stos, consideran que su desaparici¨®n ha sumido al pa¨ªs en la anarqu¨ªa y ha propiciado el "vale todo" en la lucha de las distintas "familias de intereses" chavistas para mantener las prebendas conseguidas. Muchos, ya no dieron su voto a Maduro previendo lo que se ven¨ªa encima, y son una porci¨®n significativa de esos 800.000 votos perdidos por el movimiento en seis meses.
Ha sido poco inteligente participar en esta carrera hacia la radicalizaci¨®n, especialmente por parte del "n¨²cleo duro" m¨¢s combativo en gobierno y partido, despreciando la posibilidad de m¨ªnimos ¡°puentes¡± en el di¨¢logo poselectoral que evitara el enfrentamiento social, las muertes en la calle y esta grave crisis pol¨ªtica y de legitimidad. Sin voluntad para negociar cualquier concesi¨®n que pudiera poner en peligro ¨Caun siendo m¨ªnimo- una discutida victoria pero, siguiendo ese orden del discurso, victoria a fin de cuentas. Como mucho, despu¨¦s de una ardua divisi¨®n interna, decir primero que s¨ª, luego que no y por ¨²ltimo un s¨ª pero no, a una auditoria limitada que as¨ª planteada, sirve m¨¢s bien de poco. Ni tan siquiera para disimular el claro partidismo de los 4 Rectores de los 5 del CNE que, para que no haya lugar a dudas, se autodenomina poder electoral. Y verdaderamente lo es, al ocupar un espacio central decisorio y un exagerado protagonismo, sin parang¨®n en ning¨²n sistema electoral conocido.
Resultar¨ªa sugestivo para la Ciencia Pol¨ªtica, si no fuera cruel y exagerado, reescribir el cl¨¢sico de Curzio Malaparte, T¨¦cnicas del golpe de Estado, para incluir la solicitud de un "nuevo recuento electoral" en la tipolog¨ªa de m¨¦todos para violentar la legalidad constitucional, tal y como han denunciado algunos de los l¨ªderes oficialistas -entre ellos, el propio Presidente de la Asamblea, Diosdado Cabello- entre v¨ªtores tambi¨¦n de algunos acad¨¦micos con intenci¨®n declarada y forzados argumentos.
Parece claro que los sectores pol¨ªticos y militares m¨¢s duros y sectarios marcan el paso al nuevo y discutido presidente. Llegar a negar la palabra y agredir a los diputados de la oposici¨®n, la elaboraci¨®n de m¨¢s "listas negras" que ampl¨ªan las anteriores existentes con "traidores" y ¡°desafectos¡± del r¨¦gimen, han sido pasos decisivos en la criminalizaci¨®n de la pol¨ªtica y una prueba del desprecio absoluto por el entendimiento con los ajenos. Pero, a la vez, una muestra de autoridad para los propios ante las tentaciones de "mover ficha" como consecuencia del m¨¢s que evidente fracaso electoral y de las cr¨ªticas duras realizadas por algunas organizaciones dentro de la coalici¨®n de gobierno al grito de: "Algo habremos hecho mal". Ante el peligro de que se extienda esta crisis, la respuesta interna es clara: el "heredero proclamado" quiere afirmarse ahora como titular indiscutible e indiscutido del poder, aunque sea a sangre y fuego.
Gustavo Palomares es catedr¨¢tico europeo en la UNED y presidente del Instituto de Altos Estudios Europeos. Ha sido miembro de la Misi¨®n Electoral Internacional en Venezuela.
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