Centroam¨¦rica hace frente com¨²n contra la enfermedad de los ca?averales
Miles de personas han fallecido por una letal epidemia de Insuficiencia Renal Cr¨®nica
En medio del grupo de familiares y allegados del que va a ser enterrado en el cementerio de Chichigalpa, cerca del pac¨ªfico de Nicaragua, hay una mujer que se aparta un poco para sentarse a la esquina de otra tumba. Est¨¢ llorando. Se llama Mar¨ªa Cristina Jir¨®n, de 40 a?os. Ha perdido a su esposo, Juan Jos¨¦ Cano Hern¨¢ndez, que muri¨® 21 d¨ªas antes. Ten¨ªa 45 a?os y padec¨ªa Insuficiencia Renal Cr¨®nica (IRC), una epidemia letal que golpea fuertemente las poblaciones de zonas productoras de az¨²car de Centroam¨¦rica, y que entre 2005 y 2009 caus¨® la muerte de m¨¢s de 16.000 hombres, seg¨²n datos de la Organizaci¨®n Panamericana de la Salud (OPS). Jir¨®n apenas puede hablar. Ha llegado al cementerio de la peque?a ciudad de Chichigalpa, en la costa del Pac¨ªfico de Nicaragua, para acompa?ar a los familiares que entierran a una nueva v¨ªctima de IRC. Mientras tres hombres j¨®venes depositan el ata¨²d en el hueco reci¨¦n cavado, la mujer recuerda que su marido trabaj¨® mucho tiempo para el Ingenio San Antonio, como cortador de ca?a. ¡°La empresa no dio respuesta tras la muerte. Tuvimos dos hijos, una de once y uno de siete¡±, explic¨® Jir¨®n.
Los habitantes de Chichigalpa culpan de la epidemia al Ingenio San Antonio (ISA), el mayor productor de az¨²car de la zona, propiedad de la familia Pellas, que emplea a miles de hombres en las labores de corte de la ca?a. Y aunque la empresa, que destila el c¨¦lebre ron Flor de Ca?a est¨¢ en el punto de mira, hasta ahora no se ha podido establecer una relaci¨®n directa entre las actividades del ingenio y la enfermedad que diezma a la poblaci¨®n masculina de Chichigalpa. Datos de la OPS muestran que en Nicaragua han muerto 3.442 hombres entre 2005 y 2009, sin que haya una respuesta contundente de las autoridades del pa¨ªs para hacer frente a la mortandad. ¡°Acabo de meter papeles al aseguro a ver si me ayudan¡±, dice Mar¨ªa Cristina enjug¨¢ndose las l¨¢grimas. A su alrededor, un grupo de mujeres canta un himno de despedida, mientras los tres hombres empiezan a echar la tierra sobre el f¨¦retro: ¡°Cuando all¨¢ se pase lista/Cuando all¨¢ se pase lista/Cuando all¨¢ se pase lista/ A mi nombre yo feliz responder¨¦¡±.
Las autoridades de los Ministerios de Salud de Centroam¨¦rica acordaron por primera vez hacer frente a la epidemia que diezma a la poblaci¨®n masculina de las regiones del Pac¨ªfico del istmo. Representantes de todos los pa¨ªses de la regi¨®n, con la excepci¨®n de Nicaragua, se reunieron en San Salvador y declararon a la IRC como una prioridad de salud p¨²blica, acordaron poner su atenci¨®n a esta epidemia y se comprometieron a desarrollar una estrategia conjunta para combatir este mal. Fue notable la ausencia de las autoridades nicarag¨¹enses en la reuni¨®n, dado que este pa¨ªs es uno de los m¨¢s afectados por la epidemia. ¡°Esta es una enfermedad de los pobres¡±, dijo Mar¨ªa Isabel Rodr¨ªguez, ministra de Salud salvadore?a. ¡°Esta es una enfermedad de las personas que trabajan en los campos y tienen condiciones de vida muy malas¡±, agreg¨®.
Gloria Mar¨ªa Iglesias, de 49 a?os, est¨¢ desesperada. Dijo que su hijo de 13 a?os padece IRC. La mujer ya perdi¨® en 2004 a su esposo, Jos¨¦ Alfonso Guzm¨¢n, que muri¨® a los 46 a?os. ¡°Esto es lo m¨¢s triste. Es una situaci¨®n bastante dolorosa¡±, dijo Iglesias, llorando, tras contar la historia de su marido. ?l tambi¨¦n fue trabajador del Ingenio San Antonio. Su muerte dej¨® a Gloria desamparada, rebusc¨¢ndose la vida para poder comprar los medicamentos que necesita su hijo, porque, asegur¨®, no recibe ayuda de las autoridades sanitarias. ¡°Eso me toca a m¨ª, econ¨®micamente, de mi bolsa lo cuido¡±, dijo la mujer entre sollozos. ¡°El Ministerio de Salud no me ha dado nada. Gracia a Dios tengo amigos que me ayudan con parte de la medicina¡±, agreg¨®.
El Ministerio de Salud de Nicaragua (MINSA) calla sobre la epidemia. Varias solicitudes de informaci¨®n no tuvieron respuesta. Se desconoce si hay datos m¨¢s recientes de enfermos y muertos por IRC, aunque expertos consultados dijeron que en los ¨²ltimos a?os han visto un alarmante aumento de casos que llegan a los hospitales p¨²blicos del occidente del pa¨ªs. ¡°No le han querido dar la importancia que esta enfermedad realmente tiene y por eso es que no se ha promovido la prevenci¨®n. El Estado no quiere, no ha podido, o no se ha interesado de lleno en promover el cuidado de los ri?ones¡±, se lament¨® la doctora Mar¨ªa Jos¨¦ Sequeira, quien trabaja en una cl¨ªnica para el tratamiento de la IRC auspiciada por la Fundaci¨®n Coen, instituci¨®n caritativa de un poderoso grupo econ¨®mica chinandegano. En esta cl¨ªnica Sequeira atiende a 500 enfermos de IRC, 400 en estado avanzado. ¡°Es una enfermedad que se debe priorizar. Hay una subestimaci¨®n a esta enfermedad, porque la consideran como algo peque?o, sin importancia, aunque ya lleve tantos muertos. Y desafortunadamente van a seguir¡±, alert¨® la especialista.
La enfermedad es la p¨¦rdida de las funciones normales del ri?¨®n, que deja de filtrar toxinas y otros desechos del cuerpo. Hasta ahora se desconocen las causas de esta severa epidemia que afecta principalmente el occidente del pa¨ªs, pero que castiga con furia a las comunidades de Chichigalpa. Los expertos consultados explicaron que la exposici¨®n a altas temperaturas, de entre 32 y 36 grados, en los campos de labranza, sumada a la alta deshidrataci¨®n y el fuerte trabajo, da?a el ri?¨®n. La enfermedad se diagnostica por la medici¨®n de los niveles de creatinina en el cuerpo. En un hombre los valores normales de creatinina son de 0.9 a 1.4. En etapa terminal, los enfermos de IRC pueden registrar valores de creatinina arriba de 20.
La IRC no tiene cura, a menos que se el paciente se someta a un trasplante de ri?¨®n, si logra encontrar un donante. Esa cirug¨ªa en un hospital de Managua puede costar hasta 14.000 d¨®lares. Quienes no pueden pagarse un trasplante se someten a sesiones de di¨¢lisis, a un costo de 150 d¨®lares por sesi¨®n. Se necesitan tres sesiones a la semana. Los altos costos de estos tratamientos los hacen inaccesibles para los pobres cortadores de ca?a de Centroam¨¦rica, que prefieren esperar que la muerte toque a su casa. Es el caso de Juli¨¢n Felipe Mart¨ªnez, de 43 a?os, quien asegur¨® que prefiere no ir a los hospitales, por la mala calidad de la atenci¨®n. ¡°Esta enfermedad no tiene retroceso, yo no voy, con todo el respeto a los m¨¦dicos, porque solamente Dios me puede ayudar¡±, sentenci¨® el hombre echado en una hamaca de la comunidad La Isla, a 10 minutos en carro de Chichigalpa. ¡°Tengo tres a?os de no pasar consulta¡±, dijo el hombre. ¡°Ha habido momentos que he estado grave. Me agarran calenturas casi todos los d¨ªas, no duermo en la noche. A veces me dan v¨®mitos, se me cierra el apetito, se nos viene un tufo horrible a la boca. Tambi¨¦n me duelen los ri?ones y se me trepa (sube) la presi¨®n¡±, dijo. ¡°Esto es horrible, a veces no s¨¦ ni d¨®nde me duele¡±, agreg¨®.
Los cient¨ªficos se han interesado recientemente en esclarecer las causas de esta epidemia, aunque hasta ahora los resultados de las investigaciones no han ofrecido una respuesta contundente. La Escuela de Salud P¨²blica de la Universidad de Boston realiz¨® una investigaci¨®n en Chichigalpa. Un equipo de cient¨ªficos tom¨® muestras de sangre a los trabajadores de los ca?averales y analiz¨® 36 agroqu¨ªmicos usados en el ingenio, pero no encontraron datos suficientes para culpar de la epidemia a los agroqu¨ªmicos o agua del Ingenio San Antonio. ¡°Encontramos pruebas muy limitadas de que las pr¨¢cticas de trabajo o la exposici¨®n a productos qu¨ªmicos usados por el Ingenio actualmente o en el pasado podr¨ªan tener que ver con la IRC. Esta asociaci¨®n es plausible, pero no ha sido establecida¡±, se lee en el informe.
Mientras las investigaciones contin¨²an para esclarecer las causas de la epidemia, las muertes en Chichigalpa se producen todos los d¨ªas. ¡°La IRC es la principal causa de muerte en el municipio¡±, dijo el alcalde de la localidad, Victor Sevilla. ¡°Nosotros en la Alcald¨ªa dedicamos la atenci¨®n desde un punto de vista social¡±, agreg¨®. Sevilla se refiere a las peticiones de sus vecinos, gente muy pobre que llega a pedirle dinero, medicinas, traslado de los muertos hasta los cementerios, pan y caf¨¦ para dar a los asistentes a los velatorios y hasta ata¨²des para enterrar a los muertos. ¡°Hay meses que fallecen hasta diez personas. El MINSA dice que las muertes pueden ser por arritmia, por ejemplo, pero las familias aseguran que fue por insuficiencia¡±, explic¨® el alcalde. ¡°Es un fuerte impacto para el municipio¡±, dijo. ¡°Hay muchos enfermos, hay viudas, hu¨¦rfanos. Se est¨¢ deteriorando bastante el ambiente familiar¡±, agreg¨®. ¡°Esta es una tragedia que enluta seguido a las familias. Debe haber un esfuerzo del Estado, de la empresa privada, para que unidos venzamos esto¡±, rog¨® el alcalde.
En el cementerio de Chichigalpa, repleto de tumbas con cruces r¨²sticas, y t¨²mulos sin ning¨²n adorno, Mar¨ªa Cristina Jir¨®n, de 40 a?os, sigue llorando a su marido. A su espalda, tres hombres j¨®venes terminan de moldear el mont¨ªculo de tierra que marca la tumba de otro hombre reci¨¦n enterrado. Un grupo de mujeres sigue cantando con voces mon¨®tonas el himno de despedida: ¡°Cuando all¨¢ se pase lista/ Cuando all¨¢ se pase lista¡¡±, y una se?ora de peque?a estatura y piel muy morena se lamenta de la tragedia que enluta la comunidad: ¡°Todos los hombres se est¨¢n muriendo de eso¡±, dice.
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