¡°He perdido el miedo a la muerte¡±
Claudia Garc¨ªa lucha por los derechos de los desplazados en la guerra de Colombia Tuvo que huir por amenazas de muerte; ahora vive en Espa?a
Despu¨¦s de todo, ella siente "verraquera", una palabra que uno casi entender¨ªa con tan solo ver sus gestos: pu?os bien cerrados, ce?o fruncido y media sonrisa. "Con mucha fuerza", dice Claudia Garc¨ªa Giraldo para que algo entienda el menos ducho en esas palabras que se resisten a viajar de Colombia a Espa?a. Y siente eso muchas veces, cuando reflexiona sobre lo que hace y lo que dej¨® atr¨¢s, pero sobre todo cuando recuerda a aquella mujer que, durante una charla, se dirigi¨® a ella como "la que da voz a los sin voz".
Naci¨® en San Antonio (Tolima, Colombia) hace 42 a?os. Dice que su educaci¨®n es de quinto de primaria, pero se reconoce "abogada emp¨ªrica", despu¨¦s de tanto leer y leer... ?Por qu¨¦ le dio por defender a los campesinos? "Me viene de mi padre, militante de izquierdas de la Uni¨®n Patri¨®tica, partido que el Gobierno hizo desaparecer". Claudia Garc¨ªa ha sido acogida durante un a?o en el programa temporal de defensores de derechos humanos de Amnist¨ªa Internacional.
Igual que los que fundaron la Uni¨®n Patri¨®tica aparecieron pronto en la diana de los paramilitares, as¨ª lo ha hecho ahora Claudia Garc¨ªa. A los paras culpa esta colombiana de las amenazas que recibe, la ¨²ltima hace poco m¨¢s de una semana. Ella ya no est¨¢ en Colombia -reside en una ciudad espa?ola que prefiere mantener en secreto-, as¨ª que son sus hijos, una chica y un chico, los que sufren la punter¨ªa de los verdugos.
?Qu¨¦ buscan? "El silencio", responde. Acallar a una mujer -y este dato no es balad¨ª- que luch¨® y lucha junto a la Asociaci¨®n de Desplazados y Desplazadas para la Convivencia Pac¨ªfica (ADESCOP) para que las v¨ªctimas de la guerra en Colombia, los campesinos que dejaron sus casas y marcharon hacia los alrededores de Bogot¨¢, recuperen la tierra. Y eso es, la tierra, el quid de la cuesti¨®n.
Mataron a su hermano en mayo de 2011, Jos¨¦ Querub¨ªn Garc¨ªa Giraldo; la amenazaron por escrito, tel¨¦fono e incluso cara a cara, en la calle y en un autob¨²s. Teme que todo acabe con su muerte, pero ya le perdi¨® el miedo. "Al estar siempre sinti¨¦ndola tan cerca", dice ante la c¨¢mara, "uno empieza a aprender a convivir con ella".
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