Una protesta contra el autoritarismo
Las reivindicaciones en Estambul, en cuya alcald¨ªa Erdogan forj¨® su ascensi¨®n hace 20 a?os, amenazan con pasarle factura en las urnas
Los ca?ones de agua y las granadas de gases lacrim¨®genos han estallado en Turqu¨ªa al final de la primavera. Las mayores protestas ciudadanas ¡ªsi se except¨²an las manifestaciones independentistas kurdas y algunas marchas del Primero de Mayo¡ª registradas en el pa¨ªs desde el golpe de Estado militar de 1980 han conmocionado Estambul y otras grandes ciudades, como Ankara y Esmirna, en los ¨²ltimos d¨ªas. No hay primavera turca ¡ªse trata de un Estado miembro de la OTAN y candidato a la UE¡ª ni indignaci¨®n por la marcha de la econom¨ªa ¡ªque sigue creciendo pese a la crisis global¡ª, sino malestar social contra el sesgo autoritario del primer ministro Recep Tayyip Erdogan, en el poder desde hace m¨¢s de una d¨¦cada.
El plan de reforma de la plaza de Taksim, en el coraz¨®n de la parte europea de Estambul ha sido el detonante de una protesta sin precedentes. El descontento aflor¨® de forma espont¨¢nea ante un Gobierno que impone su mayor¨ªa hegem¨®nica (50% de los votos en las legislativas de 2011) y da la espalda a las quejas medioambientales y culturales de los ciudadanos.
Frente a la gesti¨®n pragm¨¢tica que marc¨® los primeros a?os del Gobierno del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, en sus siglas en turco) para el acercamiento a la Uni¨®n Europea, la deriva autoritaria de una formaci¨®n de conservadores religiosos que aspiraban a ser el equivalente musulm¨¢n a la democracia cristiana parece haber conducido a la Turqu¨ªa de Erdogan m¨¢s hacia la Rusia de Vlad¨ªmir Putin que a la Alemania de Angela Merkel.
Bien es cierto que, tras recibir en 2005 la bendici¨®n de Bruselas para negociar la adhesi¨®n a la UE, Ankara tuvo que enfrentarse al portazo de Par¨ªs y Berl¨ªn a sus aspiraciones. Y que Erdogan se vio obligado a plantar cara al todopoderoso Ej¨¦rcito -que en 2007 protagoniz¨® el llamado "golpe de Estado electr¨®nico" al intentar vetar mediante un pronunciamiento en Internet a su n¨²mero dos, Abdul¨¢ G¨¹l, como presidente de la Rep¨²blica- y al poder judicial -que poco despu¨¦s trat¨® de ilegalizar al AKP e inhabilitar a toda su c¨²pula bajo la acusaci¨®n de constituir "un foco de actividades contra el Estado laico"-, antes de poder sentar en el banquillo a los generales golpistas y reformar una judicatura surgida del r¨¦gimen fundado por Mustaf¨¢ Kemal, Atat¨¹rk.
Cada vez que se choc¨® con el inmovilismo de los guardianes del kemalismo, Erdogan recurri¨® a las urnas para obtener un aplastante respaldo del pueblo. Pero las promesas de reforma pol¨ªtica del primer ministro quedaban en el olvido poco despu¨¦s de las votaciones. Un primer proyecto de nueva Constituci¨®n, qued¨® aparcado tras los comicios de 2007. Y la nueva propuesta de ley fundamental del AKP en 2011 sigue sin abrirse paso en el Parlamento turco.
Erdogan es partidario de instaurar un modelo presidencialista frente al actual sistema parlamentario. Como los estatutos de su partido le impiden presentarse a una nueva reelecci¨®n parlamentaria en 2015, esta reforma constitucional le permitir¨ªa controlar el Ejecutivo durante otra d¨¦cada m¨¢s, una vez elegido directamente presidente de la Rep¨²blica con atribuciones similares a los mandatarios de Francia o EE UU. El sue?o declarado de Erdogan es seguir al tim¨®n de Turqu¨ªa en 2023, cuando se cumplir¨¢ el centenario del Estado fundado por Atat¨¹rk tras el hundimiento del Imperio Otomano.
Para muchos turcos esta perspectiva empieza a parecerse a una pesadilla. Tras la reciente legislaci¨®n que restringe la publicidad y la venta de alcohol, el estallido de la protesta ciudadana en la plaza de ha hecho emerger un movimiento in¨¦dito de rechazo al AKP, que se hab¨ªa beneficiado hasta ahora de la debilidad de los partidos de oposici¨®n laicos y nacionalistas.
De la misma manera que la ascensi¨®n pol¨ªtica de Erdogan se produjo en Estambul, donde se crio y trabaj¨® como funcionario local, al conquistar su alcald¨ªa en 1994, el declive del pol¨ªtico turco m¨¢s carism¨¢tico de los ¨²ltimos tiempos puede estar empezando a fraguarse ya en la ciudad del B¨®sforo. Hasta los peri¨®dicos m¨¢s pr¨®ximos al islamismo moderado del AKP advert¨ªan ayer al primer ministro que escuche la voz de la calle ante la amenaza de que los gases lacrim¨®genos acaben enturbiando los resultados de las elecciones municipales del a?o que viene.
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