Billie Sol Estes, el estafador que pudo torcer una presidencia
El empresario se enriqueci¨® gracias a su amistad con Lyndon B. Johnson
Billie Sol Estes (Clyde, Texas, 1925) parece un personaje salido de la m¨¢s calenturienta pel¨ªcula de los hermanos Coen. Empresario que labr¨® su fortuna con la venta de un cordero, predicador laico que tronaba contra la inmoralidad del baile y se?or feudal de la Texas profunda, supo aprovechar las penurias financieras del campo, sus contactos pol¨ªticos y las lagunas legislativas para hacerse de oro. Cuando sus alambicados ama?os se pusieron al descubierto, emprendi¨® una fuga hacia adelante en la que estuvo a punto de llevarse la carrera pol¨ªtica del 36? presidente de los Estados Unidos de Am¨¦rica, Lyndon B. Johnson. El pasado 14 de mayo, Estes fallec¨ªa en la localidad texana de Granbury a los 88 a?os de edad.
Nacido en una granja, Estes ten¨ªa 13 a?os cuando sus padres le regalaron un cordero. Vendi¨® la lana, compr¨® otro, empez¨® a criar ganado, especul¨® con trigo y cuando, con apenas 20 a?os, fue llamado a la marina mercante durante la II Guerra Mundial ya hab¨ªa acumulado un capital de m¨¢s de 400.000 euros a su valor actual.
Despu¨¦s de licenciarse, se dedic¨® a negociar excedentes de guerra y en 1951 se mud¨® a la peque?a localidad texana de Pecos, donde se estableci¨® en un barrac¨®n prefabricado y empez¨® a comercializar con art¨ªculos para la agricultura. Pronto se le ocurri¨® una operaci¨®n m¨¢s lucrativa: como el Departamento de Agricultura Federal pretend¨ªa frenar la superproducci¨®n de algod¨®n, impuso un sistema de cuotas por unidades agr¨ªcolas. Solo en el caso de que el Gobierno expropiara terrenos algodoneros para proyectos de inter¨¦s p¨²blico era posible incrementar las cuotas de producci¨®n. Estes se dedic¨® a localizar productores a los que el Gobierno hab¨ªa expropiado para hacerse con sus cuotas, que transfer¨ªa a sus propios terrenos. Como Estes engrasaba generosamente la maquinaria del Partido dem¨®crata, gozaba del respaldo de Johnson, un poderoso senador por entonces, que adem¨¢s le ayud¨® a embolsarse millones de d¨®lares con la compraventa de silos para el grano al Gobierno de EE UU.
Estes tambi¨¦n consigui¨® hacerse con el monopolio del mercado de fertilizantes texano, lo que inspir¨® su negocio m¨¢s lucrativo: financiar a los agricultores la adquisici¨®n de tanques de fertilizante. ?l manten¨ªa la propiedad de los tanques y los granjeros le pagaban una cuota por su uso. Estes utilizaba las hipotecas sobre los tanques como garant¨ªa para obtener cr¨¦ditos de los bancos. Lo que hac¨ªa redonda esta operaci¨®n es que los tanques eran pura fantas¨ªa; Estes pagaba una peque?a suma a los agricultores que se sumaban a su estafa y se embolsaba los cr¨¦ditos que la banca conced¨ªa sobre una garant¨ªa inexistente. En el plazo de pocos a?os, Estes se hab¨ªa hecho con la totalidad de los negocios viables de la ciudad y era aclamado como uno de los emprendedores m¨¢s prometedores del pa¨ªs.
A comienzos de los sesenta las cosas empezaron a torcerse cuando Henry Marshall, funcionario de la agencia que supervisaba los subsidios agr¨ªcolas, empez¨® a investigar las operaciones del empresario. Aunque se intent¨® quitarle de en medio con una promoci¨®n a Washington, Marshall no se dej¨® comprar. Cuando en junio de 1961 fue encontrado con cinco tiros en su est¨®mago, su muerte se consider¨® un suicidio.
Ese mismo a?o, Oscar Griffin, director del Pecos Independent, desenmara?¨® en una serie de art¨ªculos ¡ªque le valieron el Pulitzer¡ª la estafa de los tanques de fertilizante, Estes, propietario del otro peri¨®dico local, trat¨® de asfixiar econ¨®micamente a la competencia bajando los precios de la publicidad; pero el da?o estaba hecho: el 6 de abril de 1962, Estes y varios asociados fueron llamados por un gran jurado federal. Fue defendido por John Cofer, abogado de Lyndon B. Johnson en un esc¨¢ndalo de compra de votos en las elecciones que le hab¨ªan llevado al Senado en el a?o 1948. Las escamas de Cofer no le valieron de mucho a Estes, que fue condenado a 24 a?os.
El juicio fue un esc¨¢ndalo nacional que pudo costarle la vicepresidencia a Johnson, que sin embargo obtuvo el respaldo de John F. Kennedy. Veinte a?os despu¨¦s de los hechos, Estes, testificando voluntariamente bajo condici¨®n de inmunidad, afirm¨® que desde 1950 Johnson subcontraba el trabajo sucio a un tal Mac Wallace, que era quien hab¨ªa asesinado a Marshall. Pero eso no era todo: afirm¨® tambi¨¦n que Wallace hab¨ªa sido uno de los tiradores que asesinaron a Kennedy. Cuando Johnson accedi¨® a la presidencia, un olvido piadoso cubri¨® la investigaci¨®n y los lazos con Estes, que saldr¨ªa en libertad condicional en 1971, aunque volver¨ªa a ser encarcelado en 1974 por fraude fiscal. Ninguna de las afirmaciones que realiz¨® sobre Johnson, y que reiter¨® en libros, art¨ªculos y entrevistas, pudo ser comprobada forma convicente.
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