Obama llega cuestionado y debilitado a la cumbre con Xi Jinping
El presidente de EEUU pierde autoridad para presionar a China sobre el ciberespionaje
Barack Obama recibe este viernes al presidente de China, Xi Jimping, en el complejo tur¨ªstico de Sunnylands, en pleno desierto californiano, en la peor de las condiciones posibles para ejercer presi¨®n, particularmente en el punto m¨¢s delicado de la actual agenda bilateral, el del espionaje cibern¨¦tico. Un presidente en plena tormenta por el masivo entrometimiento de sus servicios de espionaje en llamadas telef¨®nicas, correos electr¨®nicos y chats, no es la voz m¨¢s autorizada posible para pedir limpieza en Internet.
Por supuesto que son problemas muy diferentes. El espionaje que Estados Unidos realiza con la justificaci¨®n de proteger a sus ciudadanos es diferente que el que se sospecha de China para obtener secretos comerciales o militares. Pero ambos forman parte de la acci¨®n incontrolable de un Gobierno todopoderoso que sit¨²a los objetivos estrat¨¦gicos por encima del derecho cotidiano. Un Obama implicado en actividades que limitan la libertad individual y la privacidad de las personas est¨¢, por tanto, en peores condiciones para pedirle a Xi respeto a las reglas del juego de un mundo civilizado y democr¨¢tico. Por no mencionar que, horas antes del comienzo de esta importante cumbre, la atenci¨®n del p¨²blico y de los periodistas estaba todav¨ªa distra¨ªda con registros telef¨®nicos y accesos indebidos a las p¨¢ginas de Facebook.
Este es, pese a todo, el primer encuentro entre Obama y Xi en su calidad, ambos, de presidentes de las dos mayores potencias sobre la Tierra. Es, por tanto, una reuni¨®n crucial para la estabilidad pol¨ªtica y econ¨®mica y para la paz en el mundo. Buena parte del rumbo que tomen los acontecimientos internacionales en los pr¨®ximos a?os depender¨¢ de c¨®mo se entiendan estas dos personas que desde anoche est¨¢n encerradas en Sunnylands.
En un pa¨ªs como China, un r¨¦gimen autoritario con un poder centralizado, la conexi¨®n personal con la figura que est¨¢ en la c¨²spide es especialmente importante. Xi acaba de llegar a la presidencia y EE UU necesita saber qui¨¦n es realmente, cu¨¢les son sus verdaderas intenciones, qu¨¦ posibilidades reales existen de trabajar con ¨¦l. As¨ª lo entendieron los anfitriones norteamericanos al organizar esta primera cumbre con un formato tan peculiar: muchas horas de conversiones bilaterales y de convivencia a lo largo de dos d¨ªas en un verdadero retiro que invita a la concentraci¨®n y al di¨¢logo. El objetivo es crear un buen punto de partida en una relaci¨®n que ojal¨¢ sea fruct¨ªfera por el bien de todos.
Un presidente en plena tormenta por el masivo entrometimiento de sus servicios de espionaje en llamadas telef¨®nicas, correos electr¨®nicos y chats, no es la voz m¨¢s autorizada posible para pedir limpieza en Internet
As¨ª lo explic¨®, horas antes del comienzo de las reuniones, un alto funcionario estadounidense: ¡°Se trata de construir un nuevo modelo de relaciones entre grandes poderes. Ambos l¨ªderes han entendido que existe el peligro de que un poder emergente y un poder establecido puedan entrar en colisi¨®n en alg¨²n momento, y que para evitar ese tipo de rivalidad es necesario poner en marcha mecanismos que eviten la inestabilidad¡±.
Ese peligro se aprecia hoy pr¨¢cticamente en todas las ¨¢reas de inter¨¦s internacional: comercio, crecimiento econ¨®mico, medio ambiente, derechos humanos, Internet, Ir¨¢n, Corea del Norte, Asia, Oriente Pr¨®ximo, ?frica¡ Incluso Am¨¦rica Latina, por donde Xi se ha paseado antes de llegar a California ¨Cvisit¨® Trinidad y Tobago, Costa Rica y M¨¦xico- para dejar claro que China no renuncia a competir con EE UU ni siquiera en su patio trasero.
El espionaje que Estados Unidos realiza con la justificaci¨®n de proteger a sus ciudadanos es diferente que el que se sospecha de China para obtener secretos comerciales o militares
Esa competencia es, por ahora, pac¨ªfica, y, dentro de lo que cabe, razonablemente ordenada, y as¨ª parece que ambos pa¨ªses quieren que siga siendo. Las cumbres EE-UU son hoy, obviamente, el m¨¢ximo exponente de la divisi¨®n del mundo actual, y sustituyen, de alguna forma, a las antiguas reuniones entre EE UU y la Uni¨®n Sovi¨¦tica, con la diferencia de que no hay a¨²n un duelo militar de por medio ni los dos pa¨ªses act¨²an como l¨ªderes de bloques compactos que los respaldan. EE UU y China comparten hoy m¨²ltiples intereses y pa¨ªses aliados, algo que nunca ocurri¨® con la URSS.
No se esperan resultados espectaculares de esta cumbre. Tampoco es ese el prop¨®sito. Los dos Gobiernos mantendr¨¢n el mes pr¨®ximo su conferencia anual, que es el foro adecuado para hacer avanzar los acuerdos. Lo que s¨ª cabe esperar es un compromiso de ambos presidentes de reducir las tensiones actuales en algunos frentes, como el de la amenaza de una ciberguerra o la proliferaci¨®n nuclear.
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