El embargo alcanza la salud de los iran¨ªes
Las sanciones internacionales no afectan en teor¨ªa a las medicinas aunque a causa de la falta de divisas son cada vez m¨¢s dif¨ªciles de encontrar
Para Shahla la pol¨ªtica exterior y las sanciones internacionales son una cuesti¨®n de vida o muerte. Reci¨¦n operada de un c¨¢ncer de ovarios, cada vez encuentra m¨¢s dificultades para conseguir la medicaci¨®n que necesita. Como ella miles de iran¨ªes afectados de c¨¢ncer, P¨¢rkinson, esclerosis m¨²ltiple y otras enfermedades est¨¢n sufriendo una perversi¨®n del sistema de sanciones que, aunque no incluye las medicinas, hace su pago virtualmente imposible. Sin embargo, ni las autoridades iran¨ªes, ni las estadounidenses que est¨¢n detr¨¢s del sistema de sanciones, dan un paso al frente para resolver el asunto.
¡°Al principio, me recetaron una inyecci¨®n alemana que me iba muy bien, luego me la sustituyeron por una fabricada en India que no era tan efectiva y cuando esta tambi¨¦n desapareci¨® del mercado, me pusieron una fabricada en Grecia¡±, explica Shahla en su casa del barrio de Sadr en Teher¨¢n. ¡°Me dio una alergia brutal. Me salieron ampollas por todo el cuerpo, no pod¨ªa tragar de la hinchaz¨®n en la garganta y tuvieron que hospitalizarme durante diez d¨ªas. Cre¨ª que me mor¨ªa¡±, recuerda.
Ahora, su onc¨®logo ha encontrado un medicamento suizo que est¨¢ funcionando, pero cada inyecci¨®n cuesta 55 millones de riales (1.100 euros), que hay que sumar al resto de su tratamiento. ¡°Afortunadamente tengo un buen seguro que me cubre el 60% del coste de las medicinas; si no, hubiera tenido que vender mi casa¡±, conf¨ªa sabedora de que otros est¨¢n en peor situaci¨®n. ¡°Los medicamentos no est¨¢n afectados por las sanciones, son las dificultades para transferir dinero las que nos impiden adquirirlos¡±, apunta esta mujer culta a la que la enfermedad ha retirado prematuramente de su trabajo en la televisi¨®n.
El Gobierno iran¨ª puede en teor¨ªa comprar medicamentos occidentales, ya que el comercio humanitario de comida, productos agr¨ªcolas, medicinas y aparatos m¨¦dicos est¨¢ exento de la larga lista de sanciones contra Ia Rep¨²blica Isl¨¢mica. Sin embargo, en la pr¨¢ctica, le resulta extremadamente dif¨ªcil pagar esas compras debido a las restricciones a las transacciones financieras. Seg¨²n un reciente informe del Wilson Center, ¡°es imposible hacer efectiva esa excepci¨®n¡±. De hecho, las importaciones iran¨ªes de medicinas fabricadas en EE UU y Europa se redujeron un 30% en 2012 respecto a 2011 y contin¨²an bajando.
¡°Hay pacientes en Ir¨¢n que est¨¢n muriendo de enfermedades tratables por la falta de medicinas vitales¡±, asegura Siamak Namazi, el analista iran¨ª basado en Dub¨¢i que ha coordinado ese trabajo.
¡°No ha muerto una sola por falta de medicinas¡±, discrepa el onc¨®logo Mohsen Razavi, el ¨²nico m¨¦dico que accedi¨® a hablar entre media docena de contactados en cuatro hospitales distintos. Las autoridades no atendieron la solicitud de esta corresponsal para entrevistar a un portavoz autorizado.
Razavi admite que hay escasez de algunas medicinas de marcas extranjeras, pero insiste en que se est¨¢n sustituyendo con ¡°importaciones de gen¨¦ricos desde India, Cuba y otros pa¨ªses¡± y con un aumento de la producci¨®n nacional. En su opini¨®n, la insistencia en los medicamentos extranjeros, el acaparamiento e incluso el recurso al mercado negro, es fruto de que ¡°la gente tiene miedo por la situaci¨®n pol¨ªtica¡±. ?Y la distinta eficacia de unos y otros productos? ¡°No hay un estudio comparativo, esperamos obtener los mismos resultados¡±, afirma.
La se?ora M. discrepa. Ella sufre de esclerosis m¨²ltiple y la inyecci¨®n iran¨ª que sustituye al Betaferon de Bayer con que le trataban hasta ahora, ¡°es mucho m¨¢s grande y dolorosa¡±. Se lo comento al doctor Razavi. ¡°?Qu¨¦ le vamos a hacer!¡±, responde a la vez que se encoje de hombros.
¡°Debido a las patentes y la naturaleza altamente regulada de la industria farmac¨¦utica, los medicamentos vitales son a menudo insustituibles¡±, se?ala Namazi.
Una visita a la gran farmacia estatal Sisda Aban, en la calle Karim Khan, confirma la escasez. Una mujer cubierta con un chador pide una receta para su hijo enfermo de coraz¨®n. Cuenta que lleva dos meses busc¨¢ndola. Su frustraci¨®n es patente cuando el empleado le dice que no la tiene. Sin embargo, se niega a contar a la periodista de qu¨¦ producto se trata. ¡°No quiero meterme en l¨ªos¡±, aduce. Otra busca un spray de marca extranjera para su alergia y el mancebo le dice que tal vez encuentre uno de fabricaci¨®n nacional en otro establecimiento.
En la botica de la plaza Fatemi, el joven farmac¨¦utico que est¨¢ al frente accede a hablar desde el anonimato. ¡°Es cierto que tenemos escasez de medicinas extranjeras, y tambi¨¦n de algunas de fabricaci¨®n nacional¡±, afirma antes de enumerar una lista de cada categor¨ªa. ¡°La situaci¨®n ha empeorado en los ¨²ltimos cuatro o cinco meses¡±, a?ade. ?Y los medicamentos nacionales para el c¨¢ncer, el Parkinson o la esclerosis m¨²ltiple son igual de eficaces que los extranjeros? ¡°S¨®lo Dios lo sabe¡±, concluye esc¨¦ptico.
Incluso si la escasez de medicamentos vitales causada por las sanciones no ha costado ninguna vida, lo cierto es que la dificultad para obtenerlos, su carest¨ªa y la menor calidad de sus sustitutos est¨¢n haciendo la vida m¨¢s dif¨ªcil a muchos iran¨ªes como Shahla o la se?ora M.
Nada en la terraza del Museo del Tiempo hace sospechar que estamos en un pa¨ªs sometido a sanciones extremas. Los j¨®venes guapos y con pretensiones intelectuales se dan cita bajo los ¨¢lamos centenarios que refrescan las tardes ya veraniegas del norte de Teher¨¢n. All¨ª, ante caf¨¦s expresos y falsos mojitos, se cuentan su ¨²ltimo viaje a Dub¨¢i o se quejan de la inflaci¨®n galopante que, como resultado de las sanciones y la mala gesti¨®n del Gobierno, est¨¢ dejando su moneda sin valor.
¡°Estos son una minor¨ªa de privilegiados, pero incluso entre la mayor¨ªa que no puede permitirse estos lujos hay poco apetito para una nueva revoluci¨®n¡±, se?ala mi interlocutor, un soci¨®logo que pide el anonimato para no llamar la atenci¨®n de las autoridades.
La represi¨®n con que el r¨¦gimen respondi¨® a las peticiones de cambio tras las elecciones de 2009 no es la ¨²nica causa. En su opini¨®n, hay un importante componente acomodaticio. A pesar del da?o causado por las sanciones, asegura, una buena parte de la poblaci¨®n sigue llevando una vida relativamente confortable.
¡°El 73% de los iran¨ªes son propietarios de su vivienda y por lo tanto tienen un techo garantizado. Aunque los sueldos se han devaluado mucho con la inflaci¨®n, la mayor¨ªa de la gente lleva una vida muy sencilla y a¨²n puede alimentar a su familia con lo que gana. En este pa¨ªs no hay miseria ni hordas pidiendo por la calle. Son los peque?os lujos lo que nos han arrebatado las sanciones¡±, expone.
Sin duda tal es el caso entre la clase media. En 2012, durante las vacaciones de Noruz, el a?o nuevo persa, viajaron al extranjero cuatro millones de iran¨ªes. Este a?o han sido apenas 250.000. Con un rial que ha perdido el 80% de su valor (ahora se necesitan casi 50.000 riales para comprar un euro frente a los 15.000 que bastaban antes), la ¨²nica alternativa es el turismo interior. ¡°El puente de principios de junio, Teher¨¢n se qued¨® vac¨ªa como no la hab¨ªa visto nunca¡±, confirma una residente.
A¨²n as¨ª, hay cada vez m¨¢s familias que no pueden ni plantearse una escapada al Caspio, la excursi¨®n favorita de los teheran¨ªes. El descenso de su poder adquisitivo les ha expulsado del relativo confort y seguridad de las clases medias hacia una pobreza inexorable, incluso aunque mantengan los muebles heredados de los abuelos.
Llama la atenci¨®n como han proliferado los puestos ambulantes, y seguramente ilegales, que por la noche, cuando ya han cerrado las tiendas, ofrecen todo tipo de cosas desde ropa y art¨ªculos del hogar hasta productos de segunda mano. Tambi¨¦n se habla de un aumento en el n¨²mero de robos y tirones. Pero sobre todo, se nota en el malhumor generalizado que flota en el ambiente.
Quienes tienen que deslomarse a trabajar para ganar una magra paga que apenas cubre los gastos b¨¢sicos, ya no disponen de tiempo ni de ganas para las cortes¨ªas persas. La m¨ªnima discrepancia en el precio del taxi o cualquier otro asunto que antes se solucionaba con un intercambio de florituras dial¨¦cticas provoca ahora un estallido de c¨®lera.
¡°Est¨¢ todo el mundo tenso, estresado, se ha agotado la paciencia¡±, reconoce la mujer antes citada, que ahora evita salir por la carest¨ªa y para evitarse el mal rollo.
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