La pol¨ªtica prima sobre la ley en el ¡®caso Assange¡¯
Las contradicciones se multiplican tras un a?o de encierro del fundador de Wikileaks en la Embajada de Ecuador en Londres
La saga de Julian Assange tuvo su comienzo heroico cuando la organizaci¨®n que fund¨®, Wikileaks, filtr¨® a los medios un cuarto de mill¨®n de cables diplom¨¢ticos secretos de Estados Unidos. Hoy, tras cumplirse un a?o desde que Assange se refugi¨® en la Embajada de Ecuador en Londres huyendo de la ley sueca, la historia ¡ªrepleta de contradicciones, hipocres¨ªas y bufonadas¡ª ha degenerado en farsa.
El elenco es de lo m¨¢s variopinto. Incluye al director de cine Oliver Stone, al presidente de Ecuador, Rafael Correa; Lady Gaga, Vlad¨ªmir Putin, Bianca Jagger y el juez Baltasar Garz¨®n, todos defensores del protagonista australiano, de 41 a?os. En contra de Assange hay una larga lista de antiguos disc¨ªpulos, colaboradores y periodistas que trabajaron con ¨¦l, adem¨¢s de los gobiernos de Estados Unidos, Suecia y Reino Unido.
Los brit¨¢nicos aportaron lo suyo a la comedia a las pocas semanas de que Assange se hospedara en el despacho convertido en suite, con ducha y cinta de correr, que le hab¨ªa preparado la Embajada ecuatoriana. Un espectacular autogol dej¨® en rid¨ªculo la afamada diplomacia brit¨¢nica cuando el Foreign Office amenaz¨® con violar la regla m¨¢s elemental del protocolo diplom¨¢tico y entrar en la embajada por la fuerza para sacar al pr¨®fugo, requerido por la ley sueca para responder de acusaciones de violaci¨®n y otros delitos sexuales. El Gobierno de Ecuador aprovech¨® el regalo acusando a Reino Unido de comportarse como si a¨²n fuera ¡°un gran imperio¡±. El Foreign Office no tuvo m¨¢s remedio que retractarse de la amenaza.
Sus defensores son variopintos: el presidente ecuatoriano, Rafael Correa; Lady Gaga, Putin o Garz¨®n
La verdad es que el gran imperio hoy es Estados Unidos y en materia de pol¨ªtica exterior Reino Unido tiende a actuar como su fiel mayordomo. Lo cual nos lleva a la contradicci¨®n principal en el argumento de Assange y sus aliados cuando justifican el delito de esquivar la extradici¨®n a Suecia dictada por un juez brit¨¢nico en conformidad con la ley europea: el temor a que las autoridades suecas lo extraditen a su vez a Estados Unidos, donde Assange dice creer que existe la posibilidad de que un juzgado le condene a muchos a?os de c¨¢rcel, incluso a muerte, por haber revelado los secretos de Wikileaks.
El problema con el argumento es que, por un lado, los brit¨¢nicos, que suelen responder a solicitudes de extradici¨®n desde Estados Unidos con sumisa docilidad, tuvieron amplia oportunidad de entregar a Assange a su aliado antes de que se refugiara en la Embajada de Ecuador, pero no lo hicieron. Por otro lado, los suecos tienen una larga historia de rechazar solicitudes de extradici¨®n de Estados Unidos, empezando por un sustancial n¨²mero de desertores de la guerra de Vietnam que consiguieron el tenaz amparo de Suecia del mismo modo que hoy lo recibe Assange de Ecuador. Si Reino Unido no lo entreg¨®, mucho menos lo va a hacer Suecia, uno de cuyos jueces del Tribunal Supremo, Stefan Lindskog, alab¨® p¨²blicamente la labor informativa de Assange en abril de este a?o y explic¨® por qu¨¦ la ley de su pa¨ªs no permitir¨ªa su extradici¨®n.
¡°La extradici¨®n no se puede conceder por presuntos delitos cuya naturaleza es militar o pol¨ªtica¡±, dijo el juez sueco, poniendo pr¨¢cticamente punto final a la cuesti¨®n.
En su contra est¨¢n Estados Unidos y una larga lista de antiguos disc¨ªpulos
Otra contradicci¨®n que surge del caso Assange tiene que ver m¨¢s con cuestiones pol¨ªticas que legales. Ricardo Pati?o, el canciller ecuatoriano, declar¨® el lunes pasado tras una reuni¨®n poco fruct¨ªfera en Londres con su hom¨®logo brit¨¢nico, William Hague, que Assange seguir¨ªa ¡°teniendo la protecci¨®n que le hemos dado como asilado pol¨ªtico en nuestro pa¨ªs, protegiendo su vida, su integridad personal y, en particular, su libertad de expresi¨®n¡±.
Ese mismo d¨ªa la Sociedad Interamericana de Prensa denunci¨® una nueva ley aprobada por el Gobierno de Ecuador como ¡°el m¨¢s grave retroceso para la libertad de prensa y de expresi¨®n en la historia reciente de Am¨¦rica Latina¡±. Las disposiciones que contiene la ley, asegur¨® el organismo defensor de la libertad de expresi¨®n en las Am¨¦ricas, ¡°no se diferencian en nada de las que establec¨ªan las dictaduras militares que asolaron la regi¨®n en los a?os setenta y ochenta del siglo pasado¡±.
Vlad¨ªmir Putin, en cuyo pa¨ªs asesinan a periodistas, se ha sumado a la fiesta, denunciando la continuada ¡°detenci¨®n¡± de Assange como ¡°antidemocr¨¢tica¡±. Oliver Stone y Lady Gaga estar¨ªan de acuerdo con ¨¦l pero otro ingrediente en la confusa comedia ha sido su decisi¨®n y la de famosos que comparten su visi¨®n del mundo de optar, sin ning¨²n aparente dilema, por anteponer su fe en la causa de Assange a lo que ser¨ªa su habitual defensa de las mujeres. ¡°Si Assange no se identificara con la izquierda¡±, coment¨® un diplom¨¢tico brit¨¢nico consultado por este diario, ¡°esta gente estar¨ªa clamando al cielo para que se enfrentara a las acusaciones de las mujeres suecas que dicen haber sido agredidas por ¨¦l¡±. La abogada de una de las dos mujeres agreg¨® el mes pasado que en medio del barullo pol¨ªtico que se ha armado alrededor de Assange no deber¨ªa olvidarse el sufrimiento de su clienta. Assange niega las acusaciones. Sus disc¨ªpulos, los famosos y los no famosos, creen ciegamente en su versi¨®n. Pero no todos. Un ¨ªntimo excolaborador de Assange en Wikileaks, Daniel Domscheit-Berg, ha escrito un libro en el que narra su creciente desencanto con su exjefe. ¡°Si Julian se equivocaba¡±, cuenta en el libro, ¡°siempre hab¨ªa otra raz¨®n por ello. Siempre ten¨ªa una explicaci¨®n compleja, una que lo dejaba a ¨¦l como un h¨¦roe¡±.
Un h¨¦roe es lo que dice el Gobierno de Ecuador que es. ?Lo ver¨ªan igual Correa y Pati?o si en vez de filtrar secretos norteamericanos hubiese filtrado secretos suyos?
?O hubieran pedido su extradici¨®n?
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