La fiesta del f¨²tbol en Brasil triunfa sobre los escarceos de violencia
R¨ªo de Janeiro vivi¨® una manifestaci¨®n pac¨ªfica por la ma?ana de 5.000 personas y otra protesta violenta con s¨®lo seis heridos
La ciudad de R¨ªo de Janeiro amaneci¨® el domingo con el ambiente festivo propio de las finales de f¨²tbol y termin¨® con la fiesta l¨®gica de quien le gana por tres a cero a la campeona de Europa y del Mundo. Entre la ma?ana y la noche la ciudad presenci¨® tambi¨¦n una manifestaci¨®n pac¨ªfica de 5.000 personas al mediod¨ªa y otra m¨¢s violenta de unas 3.000 conforme ca¨ªa la tarde. Esta ¨²ltima termin¨® con gases lacrim¨®genos, seis manifestantes y tres agentes heridos. Pero ning¨²n detenido. Puede que las fotos del humo y los v¨ªdeos de las carreras en la calle ocupen mucho espacio en los medios. Pero en R¨ªo de Janeiro el domingo prim¨® sobre todas las cosas las ganas de celebrar la fiesta de la victoria.
Cuando estaba a punto de terminar el partido entre las selecciones de Brasil y Espa?a, un grupo de manifestantes forceje¨® con la polic¨ªa en una estaci¨®n de metro. La polic¨ªa se vio obligada a cerrarla, la organizaci¨®n anunci¨® por megafon¨ªa el cierre sin explicar los motivos y el p¨²blico sali¨® ordenadamente hacia la estaci¨®n de Maracan¨¢. Punto final a las protestas. Comparada con las decenas de heridos y las cinco muertes que se han vivido en Brasil en las 353 manifestaciones registradas en 24 d¨ªas, se puede decir que la jornada del domingo termin¨® de forma muy satisfactoria para la mayor¨ªa de la gente.
Concluy¨® bien hasta para la presidenta, Dilma Rousseff, que aunque eludi¨® presencia la final en el estadio para evitar otras pitadas como las que tuvo que sufrir durante la inauguraci¨®n de la Copa de Confederaciones, en cuanto termin¨® el partido se apresur¨® a emitir un comunicado desde su residencia oficial en Brasilia en el que felicitaba a los jugadores por una ¡°campa?a memorable¡±.
La ma?ana hab¨ªa amanecido con malas noticias para Roussef. La encuesta del instituto Datafolha publicada el s¨¢bado dec¨ªa que su popularidad hab¨ªa bajado 27 puntos desde que comenzaron las protestas el 6 de junio en S?o Paulo. El domingo se public¨® la segunda entrega de la encuesta con un dato impensable hace un mes: si las presidenciales de octubre de 2014 se celebrasen ahora, Dilma Rousseff necesitar¨ªa al menos una segunda vuelta para ganar.
El domingo tra¨ªa la noticia de la encuesta y la gran inc¨®gnita sobre c¨®mo ser¨ªa la protesta del d¨ªa final de la Copa. Sin embargo, con el correr del d¨ªa qued¨® patente que la fuerza de las protestas han menguado a medida que el Gobierno fue cediendo ante la presi¨®n de la calle. Los 5.000 que se manifestaron por la ma?ana y los 3.000 de la tarde distan mucho de los 300.000 que llegaron a concentrarse en R¨ªo el jueves 20 de junio. Pero algunas de sus reivindicaciones siguen vigentes.
Entre los c¨¢nticos que coreaban los manifestantes de la ma?ana destacaron, sobre todo, los que criticaban las inversiones efectuadas en el Mundial de f¨²tbol. Los participantes en la marcha ped¨ªan m¨¢s gastos en salud y educaci¨®n antes que en f¨²tbol. Tambi¨¦n protestaban contra la privatizaci¨®n del Estadio de Maracan¨¢. ¡°El Maracan¨¢ es nuestro¡±, dec¨ªa una pancarta. Se oyeron tambi¨¦n muchos c¨¢nticos contra el pastor evang¨¦lico Marco Feliciano, presidente de la comisi¨®n de Derechos Humanos de la C¨¢mara de Diputados y gran promotor de una ley que promueve el tratamiento psicol¨®gico contra pacientes que sufran por su condici¨®n homosexual.
La presidenta ha tendido la mano en diversas ocasiones a los manifestantes pac¨ªficos. Pero tambi¨¦n ha dejado claro que no tolerar¨¢ actos violentos. Y con la final de la Copa, el Gobierno no quer¨ªa dejar el m¨¢s m¨ªnimo resquicio a la violencia. M¨¢s de 10.000 polic¨ªas se encargaron de proteger el estadio en un per¨ªmetro de al menos 500 metros. Nunca se hab¨ªa registrado un despliegue semejante en Brasil durante un acontecimiento deportivo.
Finalmente, a las siete de la tarde comenz¨® la final. La gente hab¨ªa ido llegando al estadio con varias horas de antelaci¨®n. Hasta que se congregaron 73.575 personas, tal como se encarg¨® de recordar la organizaci¨®n por megafon¨ªa. La mayor¨ªa acudi¨® en metro. Una vez que se sal¨ªa de la estaci¨®n de Maracan¨¢ era como si las protestas no existieran. Todo se volv¨ªa orden y fiesta.
Antes del partido, varios artistas y los m¨²sicos y bailarines de una escuela de samba fueron los encargados de ambientar al p¨²blico. Pero la protesta tambi¨¦n se col¨® por all¨ª cuando dos bailarinas desplegaron de pronto una pancarta que dec¨ªa: ¡°Inmediata anulaci¨®n de la privatizaci¨®n de Maracan¨¢¡±. Enseguida, varios encargados de seguridad se la quitaron de las manos, sin que a muchos aficionados les diera tiempo a reparar en el incidente.
La final de la Copa de Confederaciones, tambi¨¦n llamada de las Manifestaciones, termin¨® para los brasile?os como un cuento. Gan¨® la calle varios de sus reclamos y gan¨® la selecci¨®n. Ahora queda por saber si la calle se conforma con ese resultado.
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