Los j¨®venes idealistas que derrocaron a Morsi prometen seguir dando guerra
El movimiento juvenil Tamarod dice que seguir¨¢ en la calle hasta que haya elecciones Sus l¨ªderes se re¨²nen frecuentemente con el nuevo presidente interino
Lograron hacer caer a un gobierno. Y dicen que su trabajo s¨®lo acaba de empezar. Son un grupo de j¨®venes idealistas que comenz¨® a organizarse en abril con la voluntad de ver caer al islamista Mohamed Morsi, el primer presidente elegido por las urnas en la historia de Egipto. Entonces era el sue?o lejano de unos activistas. Con una campa?a totalmente descentralizada y la labor desinteresa de miles de voluntarios, lograron poner en marcha un movimiento nacional que propici¨® el derrocamiento de Morsi, asumido por el Ej¨¦rcito. Hoy, tienen un nuevo objetivo: asegurarse de que en esta ocasi¨®n la revoluci¨®n no descarrila, y la democracia de Egipto es plena.
Tamarod, cuyo nombre, en ¨¢rabe, significa ¡®reb¨¦late¡¯, ha dejado de ser solo un movimiento juvenil. Sus l¨ªderes se re¨²nen casi a diario con el presidente interino elegido por los militares, Adli Mansur, quien les consulta sobre los pasos a dar en el gobierno de transici¨®n. De ese modo, estos activistas est¨¢n ayudando a dar forma al nuevo sistema pol¨ªtico de la naci¨®n. Cuando el general Abdel Fatah al Sisi anunci¨® la consumaci¨®n del golpe, el 3 de julio, se hallaba rodeado de l¨ªderes militares y pol¨ªticos egipcios. Y de un joven de 28 a?os, Mahmud Badr, uno de los cinco fundadores del grupo que cambi¨® el rumbo de una naci¨®n.
¡°Morsi no respet¨® las normas de la democracia¡±, asegura Badr. ¡°A pesar de haber ganado unas elecciones, trat¨® de aprobar un decreto dictatorial, que le hubiera impedido a los egipcios oponerse a a sus decisiones. Favorec¨ªa s¨®lo a su partido, en detrimento del inter¨¦s de los egipcios. Todo eso cre¨® un gran sentimiento de rechazo a sus pol¨ªticas, y a que las multitudes pidieran su marcha antes de que acabaran sus cuatro a?os de mandato¡±, a?ade. La palabra ¡°golpe¡± es anatema para ¨¦l. ¡°Nos oponemos a que se repita que lo que sucedi¨® es un golpe militar. Fue la voluntad de la ciudadan¨ªa apoyada por el Ej¨¦rcito, para propiciar elecciones anticipadas¡±.
La legitimidad de sus acciones se cimienta, dicen estos j¨®venes, en una cifra: 22.134.465. Son las firmas que tienen contadas, recogidas en todo el pa¨ªs, que ped¨ªan la marcha de Morsi y la convocatoria de elecciones anticipadas. En comparaci¨®n con ella palidecen los 13 millones de votos que consigui¨® el presidente depuesto en las urnas. Tras lograr esas firmas, Tamarod convoc¨® un domingo de la ira, el 30 de junio. Al menos 17 millones de personas tomaron las calles exigiendo el final del gobierno de los Hermanos Musulmanes. El Ej¨¦rcito tom¨® nota, pero antes de pasar a la acci¨®n consult¨® a Badr y sus compa?eros.
A los l¨ªderes de Tamarod se les saluda como h¨¦roes en Tahrir y se les aborrece como instrumentos de los generales en el campo islamista. El gobierno interino ha anunciado que habr¨¢ un refer¨¦ndum constitucional y elecciones legislativas dentro de un plazo de seis meses. Estos j¨®venes siguen trabajando, esforz¨¢ndose por mantener una presencia en las calles a¨²n despu¨¦s de haber logrado su objetivo principal. Quieren mantener sus v¨ªas de acci¨®n abiertas, por si los militares o el gobierno interino avanzan por donde no deben.
¡°Somos una idea, y no se puede matar una idea¡±, explica Mohamed Nabwi, de 29 a?os, organizador en el movimiento. ¡°En comparaci¨®n con Hosni Mubarak, Morsi fue un objetivo m¨¢s d¨¦bil. Y ahora estaremos observando c¨®mo avanza la situaci¨®n para velar por la libertad y los derechos del pueblo, que es a quien defendemos¡±, a?ade. Acude a diario al nuevo piso franco de la agrupaci¨®n, en la plaza de Tahrir. Cedido temporalmente por un donante, est¨¢ repleto de botellas de agua y medicamentos, esenciales en las marchas que convocan. Su ¨²ltimo evento fue una cena multitudinaria para acabar con el ayuno del primer viernes del Ramad¨¢n.
Estos j¨®venes han dado prueba de una gran capacidad de organizaci¨®n y entrega. Islam Nour el Din, de 31 a?os, recorri¨® en autob¨²s durante semanas el alto Egipto, amasando firmas y organizando a grupos locales de activistas. ¡°Lo hago por compromiso con los principios de la revoluci¨®n de 2011. Los Hermanos Musulmanes la secuestraron y ahora la hemos reencaminado¡±, dice. Ha pagado un alto precio por ello. Desde hace d¨ªas duerme en ese piso en Tahrir, sobre una manta en el suelo.
Su activismo ha causado problemas en la familia. Sus padres son salafistas. Ven con malos ojos la expulsi¨®n de Morsi. Y ante la tensi¨®n, ¨¦l ha abandonado su casa. Es s¨®lo la fractura de una familia, pero representa las heridas que han quedado abiertas en un pa¨ªs donde un grupo de j¨®venes tuvo la osad¨ªa de desafiar al nuevo poder imperante, aun a riesgo de incitar a los islamistas a una futura insurrecci¨®n.
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