Un periodista amenazado por los Zetas dio la primicia sobre la captura de Z-40
El periodista Alfredo Corchado es autor de 'Midnight in Mexico', retrato de la violencia en M¨¦xico
Era 2007. Llov¨ªa en el Distrito Federal. Alfredo Corchado, jefe de la oficina en M¨¦xico del Dallas Morning News, estaba por salir a cenar. De repente, una llamada. Al otro lado, un agente de inteligencia del Gobierno de Estados Unidos.
- ¡°?D¨®nde est¨¢s?¡±
- ¡°En M¨¦xico¡±.
- ¡°Quieren matar a un periodista estadounidense en las pr¨®ximas 24 horas. Salieron tres nombres. Yo creo que eres t¨². En tu lugar me ir¨ªa¡±.
- ¡°?Qu¨¦? ?Qui¨¦nes?
- ¡°No te puedo decir m¨¢s porque no s¨¦ m¨¢s. Pero puede ser muy serio. Es un asunto de los Zetas¡±.
Clic.
La an¨¦cdota es el punto de partida del libro Midnight in Mexico (Medianoche en M¨¦xico, Penguin Press, 2013). El autor de la amenaza era Miguel ?ngel Trevi?o Z-40, el temido l¨ªder del sanguinario cartel mexicano de Los Zetas, detenido ayer lunes en Tamaulipas, a unos kil¨®metros de Nuevo Laredo. Y justo fue Corchado, el ¨²nico periodista extranjero al que hab¨ªa amenazado, el que dio la primicia de su detenci¨®n.
Trevi?o, el m¨¢s sanguinario de los Zetas, es descrito como el Chacal. O el demonio mismo. Corchado recuerda en un pasaje del libro que el Z-40 sol¨ªa morder el coraz¨®n de una de sus v¨ªctimas ¡ªa¨²n vivas¡ª porque pensaba que lo har¨ªa invencible. O que seleccionaba a sus sicarios oblig¨¢ndoles a disparar a una persona al azar. ¡°Si no lo hac¨ªa, una de dos: o le pegaba un tiro en la frente o lo pon¨ªa en un puesto de control. Depend¨ªa de su humor¡±.
Corchado dej¨® San Luis de Cordero, un pueblo a 1.000 kil¨®metros al norte del Distrito Federal, cuando ten¨ªa solo seis a?os. Despu¨¦s de la tr¨¢gica muerte de una de sus hermanas, su madre decidi¨® abandonar el pa¨ªs y unirse a su padre, que trabajaba de bracero en California. ¡°Y de repente aparec¨ª en medio de un campo de melones en el valle de San Joaqu¨ªn¡±, explicaba unos d¨ªas antes de la captura, en entrevista con este diario.
Desde entonces, M¨¦xico se convirti¨® en su ?taca: el destino al que un d¨ªa volver¨ªa s¨ª o s¨ª. Describe con una profunda nostalgia las fiestas, olores y canciones que dej¨® atr¨¢s. Que su t¨ªo enterr¨® el cord¨®n umbilical de ¨¦l y sus hermanos para ¡°obligarles¡± a volver. Que el Huapango de Moncayo resume como pocas canciones ¡°la sensaci¨®n agridulce de ser mexicano¡±. Y m¨¢s en su caso, explica. ¡°Soy un hijo de la frontera¡±.
Pero Midnight in Mexico tambi¨¦n narra el trepidante paso de Corchado a trav¨¦s de las cloacas de la mafia mexicana, con un estilo digno de una novela de detectives. En 24 a?os de carrera profesional en M¨¦xico, observ¨® que su agenda, ocupada por temas migratorios y la naciente democracia en el pa¨ªs, se transformaba en una oscura trama de terror. La amenaza que lleg¨® por tel¨¦fono fue la m¨¢s evidente, pero no la primera. En Nuevo Laredo, el lugar de origen de Trevi?o, recibi¨® otro ¡°aviso¡± a trav¨¦s de una banda de desconocidos que le ofrec¨ªan un tequila mientras le amenazaban.
¡°Siempre quise ser uno de esos mexicanos que se concentran s¨®lo en la belleza de su playas, el cari?o de su gente y la riqueza de su cultura¡±, escribe. Recuerda sus charlas con Miguel Monterrubio, director general de Comunicaci¨®n Social de la Secretar¨ªa de Gobernaci¨®n. Recuerda su optimismo. Monterrubio muri¨® cuando la avioneta en la que viajaba junto con otros funcionarios, entre ellos el entonces secretario de Gobernaci¨®n Juan Camilo Mouri?o, se estrell¨® en la capital mexicana.
¡°Han muerto tantos. Ya nadie lleva la cuenta¡±, recuerda que le dijo el agente de inteligencia estadounidense que le hab¨ªa advertido de la amenaza en su contra. Corchado fue uno de los primeros en informar sobre La L¨ªnea, un sanguinario brazo armado del cartel de Ju¨¢rez. Tambi¨¦n obtuvo el v¨ªdeo que mostr¨®, en 2006, la decapitaci¨®n de supuestos miembros del cartel de Sinaloa a manos de Los Zetas, una de las primeras pruebas de sus atroces m¨¦todos.
¡°A veces me pregunto si ha valido la pena, por todo lo que han pasado mis padres, mis amigos, mi novia¡ pero es que no hay manera de mirar hacia otro lado¡±, explica por tel¨¦fono. Cuenta que sol¨ªa re?ir con su madre sobre el futuro de M¨¦xico, porque ¨¦l estaba convencido de que el sitio que hab¨ªa abandonado a los seis a?os ten¨ªa posibilidades de salir adelante. ¡°El sue?o del ya merito¡±, cuenta entre risas.
Acepta que el d¨ªa de la sombr¨ªa llamada pens¨® que su madre ten¨ªa raz¨®n. Pas¨® un par de a?os en Estados Unidos, pero decidi¨® volver. ¡°Lo m¨ªo con M¨¦xico es personal¡±, afirma. Se?ala a la frontera entre Estados Unidos y M¨¦xico, la cicatriz descrita por Carlos Fuentes, como su hogar. Recuerda entre risas un comentario de una entrevista anterior ¡ªque, afirma, le gan¨® algunas cr¨ªticas¡ª: ¡°Tengo el cerebro estadounidense y el coraz¨®n mexicano¡±. Doble condici¨®n que ilustra otra an¨¦cdota del libro.
- ¡°Te tengo dos noticias: una buena y una mala. La buena es que ellos no se van a meter con un periodista gringo¡±.
- ¡°?Y la mala?¡±
- ¡°Que t¨² no pareces gringo¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.