La cruzada gay gana voltaje en Costa Rica
Nueves parejas homosexuales esperan reconocimiento amparadas en una ventana legal Autoridades religiosas esperan evitar la primera reforma de este tipo en Centroam¨¦rica
No hay semana sin acontecimientos relacionados, sin una declaraci¨®n fogosa de los conservadores o una respuesta frontal de quienes pujan por la validez legal de las parejas homosexuales. No hay noticieros sin ese debate, no hay candidato electoral que se libre de la pregunta ni actor pol¨ªtico que se pueda desentender de la discusi¨®n. Manifestaciones callejeras, sermones, proyectos legislativos, el gesto del Gobierno o la interpretaci¨®n de los jueces. ?Romper¨¢ Costa Rica la l¨ªnea centroamericana de reconocer solo las parejas de hombre y mujer?
Para los activistas pro derechos de los homosexuales, la respuesta ser¨¢ positiva y solo es cuesti¨®n de tiempo. Incluso algunos dirigentes opuestos lo creen as¨ª. Para otros l¨ªderes de movimientos conservadores, Costa Rica a¨²n tiene c¨®mo soportar la presi¨®n de ciertos grupos sociales, algunos medios de comunicaci¨®n, de instituciones como la Defensor¨ªa de los Habitantes y hasta de fuerzas extranjeras, como el apoyo directo de la embajada de Estados Unidos.
El ¨²ltimo intento lleg¨® por v¨ªa indirecta, por accidente para unos, por disimulo de otros o por descuido de otros tantos. Una ley sobre juventud aprobada en junio incluy¨® en uno de los incisos de un art¨ªculo una norma que, seg¨²n interpretaciones, posibilita reconocer legalmente uniones como la de Alberto y Lorenzo, que entonces corrieron a un juzgado de familia a presentar documentos, al igual que otras ocho parejas homosexuales. De la interpretaci¨®n de los jueces depende aceptar tales uniones de hecho, todo un hito en el conservadurismo religioso de Centroam¨¦rica, o rechazarlas, como lo pidi¨® de manera clara la c¨²pula de la Iglesia Cat¨®lica de Costa Rica.
La ley la aprobaron los diputados con apenas discusi¨®n p¨²blica, mientras el debate ard¨ªa en otros frentes. Lleg¨® a manos de la presidenta Laura Chinchilla para la ratificaci¨®n y ella, una cat¨®lica practicante reticente a dar valor legal a una pareja de homosexuales, la firm¨® con una velocidad que dej¨® sorprendidos a todos. Los obispos, aliados pol¨ªticos suyos en un gobierno en que quedan pocos aliados, esperaban que ella vetara la ley, pero la mandataria prefiri¨® evitarse una brasa m¨¢s en su 2013 y le dio camino sin contemplaciones. En tres d¨ªas la despach¨®, antes de que los prelados le pidieran ¡°defender los principios constitucionales que rigen a los costarricenses¡±.
¡°Ella ha cambiado un poco¡±, concluy¨® Marco Castillo, vocero del Movimiento Diversidad, la principal asociaci¨®n pro uniones homosexuales. Es quiz¨¢ efecto de la presi¨®n en torno a un tema que le ha estorbado durante todo su gobierno, a pesar de que la decisi¨®n definitiva queda en manos de un Congreso donde ella tiene poco liderazgo y donde el poder de veto ha quedado hasta ahora en manos, sobre todo, de un diputado independiente evang¨¦lico llamado Justo Orozco, rostro pol¨ªtico del m¨¢s r¨ªgido conservadurismo cristiano.
Ahora es tambi¨¦n candidato presidencial y admite que solo ¡°un milagro¡± lo har¨ªa ganar en las elecciones del 2014, pues no pertenece a la mayor¨ªa cat¨®lica de este pa¨ªs donde el catolicismo est¨¢ escrito en la Constituci¨®n. Es este el pa¨ªs que negocia un concordato con el Vaticano, que aloja a la mujer cuya curaci¨®n sirvi¨® a la Iglesia para declarar santo a Juan Pablo II y donde uno de cada tres ciudadanos cree que los candidatos presidenciales est¨¢n obligados a decantarse a favor o en contra de las uniones homosexuales, seg¨²n una encuesta reciente. Es tambi¨¦n un pa¨ªs condenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos por no permitir la fertilizaci¨®n in vitro (FIV).
Orozco y los sacerdotes coinciden en esta lucha; saben que la presi¨®n del frente pro derechos gais es fuerte. ?l busca un recurso legal para frenar la nueva ley mientras los curas en las misas ponen a los feligreses a firmar un documento con el que pretenden lo mismo. Lo hacen mientras sus jerarcas obispales dicen que la nueva ley no da lugar a interpretaciones reformistas, que no permite las uniones homosexuales, que no anula otras leyes, que est¨¢ por debajo de la Constituci¨®n, que no y no. Y mientras, intentan eliminar el portillo, por si acaso, al tiempo que unen esfuerzos para realizar el 10 de agosto una manifestaci¨®n que han llamado ¡°Marcha Nacional por los Derechos de la Familia¡±.
¡°No van a lograr detenerlo¡±, contest¨® el activista Castillo, optimista por la respuesta que, cree, tendr¨¢n las nueve parejas homosexuales de parte de los juzgados adonde corrieron a intentar legalizar su relaci¨®n. En paralelo, los activistas intentan recolectar 165.000 firmas (5% del padr¨®n electoral) para presentar como iniciativa popular un proyecto que legalizar¨ªa el ¡°matrimonio igualitario¡±, un concepto que asusta m¨¢s a los opositores. Adem¨¢s, en la corriente legislativa hay otros planteamientos para buscar formas atenuadas (¡°sociedades de convivencia¡±, por ejemplo). Tienen el apoyo notable de la defensora de los Habitantes, Ofelia Taitelbaum (jud¨ªa y miembro del partido oficialista) y de la congresista opositora Carmen Mu?oz, primera hablar p¨²blicamente de su homosexualidad.
Para Mu?oz, es una cuesti¨®n de tiempo. La reforma legal llegar¨¢ en alg¨²n momento en esta sociedad, aunque sea por atajos indirectos como la nueva ley de la Persona Joven, a fuerza de la presi¨®n que obliga a incluir un tema de minor¨ªas en la agenda pol¨ªtica nacional. Los activistas no dejar¨¢n de reclamar su atenci¨®n en la campa?a electoral entre partidos pol¨ªticos que tambi¨¦n reflejan disensos internos. Conscientes de que su causa no es aislada, colectivos de Nicaragua, el Salvador y Honduras est¨¢n en contacto frecuente con sus pares costarricenses para incluir a Centroam¨¦rica en la lista de 16 pa¨ªses en el mundo que reconocen a las parejas homosexuales.
As¨ª lo asumen Alberto y Lorenzo, una de las parejas que esperan la decisi¨®n del juzgado de familia. ¡°Sabemos que estamos haciendo algo por nosotros, claro, pero m¨¢s por tantas personas que no pueden heredar a su pareja sin un testamento, que no pueden acceder a cr¨¦ditos bancarios conjuntos o que no pueden visitar a su pareja en el hospital porque el permiso lo tiene un familiar. Mi pareja hace un tiempo se enferm¨® y yo no pude cubrirla con mi seguro social. Tuvimos que ir a un hospital privado y pagar, como si nosotros no aport¨¢ramos al sistema igual que los heterosexuales¡±, cont¨® Alberto, quien prefiere abstenerse de mencionar su verdadero trabajo. As¨ª tanto.
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