Bergoglio, un papa sin miedo ni en el Vaticano ni en R¨ªo
El Pont¨ªfice ha dado muestras de que no teme emprender reformas en la Iglesia
¡°Si no tiene miedo en el Vaticano, ?por qu¨¦ lo va a tener aqu¨ª?¡±. Marina est¨¢ feliz. Acaba de llegar de Buenos Aires despu¨¦s de m¨¢s de 50 horas de viaje en autob¨²s junto a otros cientos de muchachos que no quer¨ªan perderse por nada del mundo el encuentro en R¨ªo de Janeiro con su compatriota Francisco. Ella, a sus 18 a?os, formaba parte del gent¨ªo que el lunes por la tarde rode¨® a Jorge Mario Bergoglio en el trayecto desde el aeropuerto a la Catedral. Dice Marina que, aunque las im¨¢genes retransmitidas en directo por un helic¨®ptero de la televisi¨®n pudieron provocar preocupaci¨®n y hasta miedo, la sensaci¨®n sobre el terreno fue muy distinta.
¡°La gente no esperaba ver al Papa tan cerca, en un coche tan peque?o, con la ventanilla abierta, sonriendo, y se produjo una reacci¨®n l¨®gica, festiva, de ir a abrazarlo. Pero yo le aseguro que en ning¨²n momento corri¨® peligro. ?C¨®mo va a tener miedo el Papa de la gente que lo quiere?¡±.
La respuesta no est¨¢ tan clara. Desde d¨ªas antes de la llegada del Papa a Brasil se ven¨ªa hablando del dif¨ªcil equilibro entre los deseos de Bergoglio ¡ªnada de coches blindados ni calles tomadas militarmente¡ª y la l¨®gica preocupaci¨®n de quienes tienen que garantizar su seguridad en una ciudad y un pa¨ªs envuelto en una protesta continua que se une a su problema cr¨®nico de seguridad ciudadana. Si bien el papa Francisco tiene un mensaje de ruptura, m¨¢s cercano a los indignados que a quienes les gobiernan, a los pobres que a quienes se benefician de la desigualdad, no deja de ser un jefe de Estado y un l¨ªder de una iglesia que representa como ninguna otra el poder y la riqueza.
Los incidentes del lunes ¡ªprovocados adem¨¢s por un error fortuito en quienes deb¨ªan abrirle camino entre el aeropuerto y la Catedral¡ª sirvieron, no obstante, para reforzar la imagen de sencillez de quien, ya sea entre la gente que lo quiere o entre las intrigas vaticanas, no pierde la sonrisa.
Ni la determinaci¨®n. La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) ¡ªque el martes se inaugur¨® oficialmente con una misa en la playa de Copacabana y 355.000 inscritos¡ª supone para el Papa una bocanada de aire fresco de las jornadas dif¨ªciles vividas en el Vaticano. La detenci¨®n de monse?or Nunzio Scarano, envuelto junto a un agente de bolsa y un antiguo esp¨ªa en una operaci¨®n de tr¨¢fico de dinero negro, y las noticias que desvelan el pasado oscuro de monse?or Battista Ricca, su reci¨¦n nombrado hombre de confianza en el Instituto para las Obras de Religi¨®n (IOR), han dejado claro que los venenos que amargaron los ¨²ltimos d¨ªas de Benedicto XVI no han desaparecido. Muy al contrario. Joseph Ratzinger era un intelectual t¨ªmido, aislado y bloqueado por la Curia. Jorge Mario Bergoglio, en cambio, ya ha dado muestras de que no le temblar¨¢ el pulso a la hora de reformar, o eliminar si es necesario, el banco del Vaticano o las viciadas estructuras econ¨®micas del Vaticano.
A nadie del entorno de Francisco se le escap¨® que el lunes por la ma?ana, cuando subi¨® las escalerillas del avi¨®n que lo traer¨ªa a R¨ªo de Janeiro, lo hizo llevando personalmente un abultado malet¨ªn negro con su documentaci¨®n personal. Esa que, todav¨ªa, no puede confiar a nadie. La que, a su regreso a Roma, seguir¨¢ cambiando, mientras le dejen, las vigas enfermas de la Iglesia.
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