Londres confirma que Cameron sab¨ªa de antemano que Miranda iba a ser detenido
Los abogados de la pareja del periodista que destap¨® el 'caso Snowden' anuncian acciones legales contra el Gobierno brit¨¢nico Los representantes legales consideran que la detenci¨®n en Heathrow fue "ilegal" El editor de 'The Guardian' afirma que el Gobierno le oblig¨® a destruir datos del 'caso Snowden' EE UU dice no estar involucrado en la detenci¨®n de la pareja del periodista que destap¨® los documentos del exanalista de la CIA
Estados Unidos fue alertado por sus aliados brit¨¢nicos en cuanto ¨¦stos detectaron el nombre de David Miranda entre las listas de pasajeros en tr¨¢nsito en el aeropuerto de Heathrow el pasado domingo. Aunque el brasile?o, pareja del primer periodista que divulg¨® datos secretos sobre el espionaje masivo estadounidense, fue detenido inmediatamente e interrogado durante nueve horas, la Casa Blanca niega cualquier intervenci¨®n. Mientras arrecia la presi¨®n para que el gobierno de Londres justifique una aplicaci¨®n desmesurada de la legislaci¨®n antiterrorista, la v¨ªctima del episodio ha emprendido acciones legales contra ese "abuso de poder" y para evitar que la polic¨ªa examine el material electr¨®nico que le fue confiscado.
La justificaci¨®n del Ministerio del Interior brit¨¢nico de que la implementaci¨®n de la ley antiterrorista de 2000 s¨®lo compete a la discreci¨®n de la Polic¨ªa Metropolitana colision¨® ayer con la revelaci¨®n de que Downing Street estuvo al tanto de los acontecimientos en el aeropuerto londinense. El portavoz del primer ministro, David Cameron, no quiso confirmarlo, pero s¨ª lo hizo el influyente diputado conservador David Davies.
Washington y Londres estaban, por tanto, perfectamente informados mientras la polic¨ªa interrogaba a David Miranda sobre los contactos de su compa?ero, el periodista estadounidense Glenn Greenwald, con el analista de inteligencia Edward Snowden, quien desde junio le ha filtrado los programas de espionaje y pr¨¢cticas irregulares de la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense; mientras le amenazaban con la c¨¢rcel si no cooperaba, le privaban del acceso al int¨¦rprete que el detenido solicitaba y le arrebataban su ordenador port¨¢til, dos llaves de memoria, un disco duro externo e incluso una consola de juegos. "La polic¨ªa debe actuar si cree que alguien ha robado informaci¨®n que podr¨ªa ayudar al terrorismo", subray¨® Interior en un comunicado. Pero a lo largo de aquella sesi¨®n, David Miranda no fue acusado en ning¨²n momento de terrorismo o de asociaci¨®n con terroristas. El principal objetivo de los siete agentes era intentar arrancarle las contrase?as de los aparatos electr¨®nicos.
"Me trataron como a un criminal", relat¨® ayer Miranda en sus primeras declaraciones tras regresar a su domicilio de R¨ªo de Janeiro, desde donde anunci¨® que ha contratado a una firma de abogados para cuestionar la ilegalidad de su detenci¨®n e impedir el acceso policial a su material inform¨¢tico. El brasile?o, de 28 a?os, fue interceptado en Heathrow a su regreso de un encuentro en Berl¨ªn con Laura Poitras, una cineasta que trabaja con Greenwald y The Guardian en el caso Snowden. Ya antes de desembarcar del avi¨®n de British Airways, la megafon¨ªa anunci¨® que todos los pasajeros deb¨ªan mostrar sus pasaportes al abandonar el aparato. Le estaban esperando.
Miranda no est¨¢ empleado por el diario, si bien ¨¦ste le pag¨® el vuelo en su condici¨®n de asistente regular de su pareja. "No es un periodista, pero juega un papel valioso en apoyo del trabajo period¨ªstico de su compa?ero", escrib¨ªa ayer el director de The Guardian, Alan Rusbridger, en una tribuna de opini¨®n del peri¨®dico. En ella desgrana las presiones recibidas por este medio a ra¨ªz de la publicaci¨®n de una serie de informaciones sobre los abusos del espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense (NSA, en sus siglas inglesas) y la connivencia y vigilancia electr¨®nica de los servicios secretos brit¨¢nicos. "La sala de tr¨¢nsito de Heathrow es un lugar peligroso", afirma Rusbridger sobre la pol¨¦mica ley de 2000, cuya aplicaci¨®n siquiera exige una "sospecha razonable" de la polic¨ªa. Para acabar apostillando: "Seguiremos con nuestro paciente y minucioso trabajo sobre los documentos de Snowden. Simplemente no lo haremos en Londres".
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