En las ant¨ªpodas del milagro alem¨¢n
Los distritos con mayor y menor renta per c¨¢pita de Alemania, a solo 120 kil¨®metros de distancia, retratan un pa¨ªs que marcha a dos velocidades pero que mantiene la cohesi¨®n social
Es fin de semana y un par de docenas de vendedores con puestecillos ambulantes intentan colocar algo en la plaza central de Rathenow. Hay puestos de todo a 50 c¨¦ntimos y ofertas de ropa interior femenina ¡ªmuy poco a la moda¡ª a un euro. No parece que los negocios vayan bien. A pesar del d¨ªa soleado y agradable, se ve poca gente, al igual que en el resto de esta ciudad que parece mirar expectante, en busca de soluciones, hacia la bella iglesia de Santa Mar¨ªa y San Andr¨¦s.
A unos 120 kil¨®metros de ah¨ª, en Wolfsburgo, el santuario hacia el que mira toda la congregaci¨®n de fieles es una planta de Volkswagen capaz de producir 3.000 coches al d¨ªa y que da empleo, por s¨ª sola, a 60.000 personas. Junto a los cientos de empresas abastecedoras de la planta, y al resto de actividad econ¨®mica, Wolfsburgo tiene m¨¢s puestos de trabajo que habitantes (ambas cifras alrededor de 120.000).
Estas son, de alguna manera, las ant¨ªpodas de Alemania. A tan solo 120 kil¨®metros, en medio de las cuales, por cierto, discurre una frontera que ya no existe pero que sigue marcando la vida. Los distritos de Wolfsburgo y Havelland ¡ªdel que Rathenow es capital¡ª son los que tienen mayor y menor PIB per c¨¢pita en el pa¨ªs: 91.000 euros frente a 14.000. Los datos son de 2010, el a?o m¨¢s reciente para el que la oficina federal de estad¨ªstica ofrece informaci¨®n desglosada por distritos.
Las estad¨ªsticas, naturalmente, bailan de a?o en a?o; varios otros distritos tienen cifras cercanas a las de Havelland, y en a?os anteriores Wolfsburgo no fue la primera. A¨²n as¨ª, la visita a las dos localidades ofrece un significativo retrato de un pa¨ªs con una vitalidad econ¨®mica muy desigual ¡ªno solo entre oeste y este¡ª pero una cohesi¨®n social notable gracias a un s¨®lido sistema de redistribuci¨®n interna. Incluso a primera vista, se ve que Wolfsburgo es productiva, pero no lujosa; y Rathenow deprimida, pero no pobre.
Sin embargo, ese sistema que ha garantizado la cohesi¨®n social dentro de una econom¨ªa a dos velocidades se enfrenta a varios retos: por un lado, las protestas de los L?nder (Estados) contribuyentes netos (Baviera, Baden-W¨¹rttemberg, Hesse y Hamburgo) en un sistema que redistribuye unos 8.000 millones al a?o; por el otro, en 2019 caducan las transferencias solidarias del oeste al este, y habr¨¢ que ver qu¨¦ pasar¨¢ con ello; y adem¨¢s, el nuevo presupuesto de la Uni¨®n Europea para el septenio 2014-2020 adjudicar¨¢ menos recursos a las regiones alemanas en dificultad.
En Rathenow, Christiane Wande se lamenta. ¡°El a?o que viene van a cerrar otra escuela. ?No hay dinero!¡±, dice. Christiane vive aqu¨ª desde 1979, desde que se cas¨®, y trabaja para una asociaci¨®n que intenta promover el turismo en la zona. Su contrato expira en 2014. ¡°No s¨¦ qu¨¦ va a pasar conmigo¡±, comenta, preocupada. Su hija, que estudi¨® para bi¨®loga, no encuentra trabajo en lo suyo de ninguna manera.
En Wolfsburgo, el alcalde, Klaus Mohrs, del SPD, explica en su despacho sus esfuerzos para ofrecer mejores servicios educativos a sus vecinos. El municipio paga de sus bolsillos las horas extra para que los profesores ¡ªque normalmente cobran del Land¡ª den clases por la tarde tambi¨¦n, lo que de paso facilita la situaci¨®n de familias con ambos padres trabajadores. ¡°Nos esforzamos para mejorar los servicios y hacer nuestra ciudad atractiva, tenemos que competir con ciudades importantes para atraer a buenos trabajadores¡±, dice.
Los altos est¨¢ndares requeridos por Volkswagen a sus proveedores hacen que estos tengan una excelente fama en sus mercados y puedan vender a otros clientes. La extraordinaria actividad econ¨®mica del distrito ¡ªhay unas 400 empresas vinculadas al gigante del sector automovil¨ªstico, seg¨²n relata Holger Stoye, director ejecutivo de WMG, una sociedad que promueve el desarrollo econ¨®mico de la ciudad¡ª permite a las autoridades recaudar fondos que impulsan proyectos de diversificaci¨®n.
Stevan Kawaller, doctorando en Ciencias Pol¨ªticas de 29 a?os, trabaja tres d¨ªas a la semana en Phaeno, un espectacular museo de ciencias dise?ado por Zaha Hadid y construido con fondos p¨²blicos. Vive en Braunschweig ¡ªes uno de los 70.000 trabajadores que recibe al d¨ªa Wolfsburgo¡ª y es originario de Lutherstadt, en el este. Cree que Alemania ¡°va en la buena direcci¨®n¡± y, pese a no compartir el programa de la CDU, le gusta la canciller.
En Rathenow, en cambio, el local del centro de artes estaba misteriosamente cerrado el s¨¢bado por la ma?ana. La localidad, de unos 25.000 habitantes ¡ªsobre un total de unos 155.000 en el distrito de Havelland¡ª, aparece apagada y cansada, pero digna y aseada. La ciudad tiene cierta historia ¡ªocho siglos dentro de tres a?os, que le regalan algo de nobleza¡ª y las pensiones de los mayores, que componen buena parte de la poblaci¨®n local, mantienen a flote la actividad. Una cosa es el PIB; otra la renta.
Curiosamente, la tasa de paro en su regi¨®n no es de las peores del pa¨ªs. Pero esa estad¨ªstica sufre la distorsi¨®n de la reducci¨®n de los buscadores de empleo causada por la emigraci¨®n; y hay otros que viven aqu¨ª, pero trabajan en otro sitio.
Asimismo, el extraordinario nivel del PIB per c¨¢pita de Wolfsburg no es sin¨®nimo de rentas desaforadas. La ciudad, fundada tan solo hace 75 a?os por el nacionalsocialismo, no es lujosa, tiene un pulso m¨¢s bien medio burgu¨¦s. La mayor¨ªa de los vecinos son trabajadores con sueldos buenos pero no exorbitados.
Al contrario de lo que perciben muchos germanos, el Instituto alem¨¢n para la Investigaci¨®n se?ala en un estudio que la cohesi¨®n social ha crecido en el pa¨ªs desde 2005. El coeficiente de Gini, que mide la distribuci¨®n de la renta en una sociedad, ha mejorado desde entonces tanto en el oeste como en el este. Curiosamente, hab¨ªa empeorado ininterrumpidamente desde la ca¨ªda del Muro, incluso bajo gobiernos socialdem¨®cratas, mientras ha mejorado precisamente en este ¨²ltimo periodo bajo el Gobierno de Merkel.
La potente inversi¨®n de Volkswagen en actividades de desarrollo hace que buena parte de los puestos de trabajo ya no est¨¦ estrictamente vinculados a la producci¨®n y por tanto al resguardo de las fluctuaciones del mercado, seg¨²n explica el alcalde. En 1995, aqu¨ª, la tasa de paro era del 18%; hoy, del 4,3%.
En Havelland, en cambio, la reconversi¨®n no ha sido exitosa. Las hist¨®ricas actividades en el sector ¨®ptico ¡ªen Rathenow tiene su sede Tielmann, que fabricaba las gafas para toda la RDA¡ª y qu¨ªmico ¡ªhab¨ªa un importante complejo en la ciudad de Premnitz¡ª renquean o directamente han quebrado. Las explotaciones agr¨ªcolas en una comarca muy rural tampoco son boyantes. As¨ª que Havelland tiene la actividad productiva por los suelos ¡ªal igual que varios distritos del oeste, seg¨²n las estad¨ªsticas¡ª y busca su rumbo. Pero las remesas internas, de momento, la mantienen a flote.
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