Alemania tiene un problema
M¨¢s all¨¢ de la euforia 'merkeliana' de hoy, el fondo de la cuesti¨®n es ad¨®nde quiere llegar Alemania con Europa. Son necesarias grandes acciones
Ha sonado una voz de alarma en Alemania: el partido anti-euro del AfD planea sobre el Bundestag, mientras se hunden los Liberales. La cosa tiene su valor simb¨®lico: los eur¨®fobos todav¨ªa son pocos y de especie muy heterog¨¦nea. Pero esto inevitablemente agitar¨¢ viejos fantasmas germanos: ?y si la econom¨ªa alemana empeora en los pr¨®ximos a?os, en una Europa esclerotizada?
Tras el aplastante triunfo de Merkel en las elecciones, para los europe¨ªstas solo queda la esperanza de una gran coalici¨®n de ¨²ltimo minuto entre democristianos y socialdem¨®cratas. Algo que al menos no cierre con llave la puerta de un cambio de rumbo alem¨¢n y de la Uni¨®n Europea.
Durante los ¨²ltimos cuatro a?os Merkel ha gestionado a su manera la crisis del euro. La crisis presionaba a Alemania a liderar la reactivaci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica del continente; pero, como sabemos, hasta ayer Mutti (Mami, apodo de Merkel) mand¨® a la Historia a tomar vientos.
Hoy a Merkel hay que reconocerle la gran habilidad de conseguir que los alemanes y el resto de ciudadanos europeos se creyeran dos cosas:
La primera es que el problema son los dem¨¢s o lo tienen los dem¨¢s: Grecia, Portugal, o la misma Europa, pero no Alemania. Claro que los dem¨¢s tienen problemas: el desempleo espa?ol, la amenaza de colapso griego, o la desastrosa pol¨ªtica italiana. Y claro que en la Alemania de hoy hay m¨²ltiples motivos de inspiraci¨®n para planificar y construir un pa¨ªs. Pero si los vecinos del sur se estancan en la recesi¨®n, ?qu¨¦ sentido tiene para el ¡°coraz¨®n de Europa¡± hablar de una ¡°Alemania fuerte¡±? Pero una mayor¨ªa de alemanes se lo ha cre¨ªdo.
La segunda cosa que todos creyeron es que nada iba a cambiar sustancialmente despu¨¦s de las elecciones. Por razones de t¨¢ctica electoral, durante la campa?a ni democristianos ni socialdem¨®cratas han querido revelar contenidos de un posible pacto. Pero ello no cerraba necesariamente las puertas a un cambio. Al igual que ocurre a menudo con las elecciones presidenciales en Estados Unidos, se repiti¨® que nada cambiar¨ªa; que los dos candidatos eran iguales; que nada pod¨ªa hacerse desde fuera. Merkel ha ganado en volandas de la auto-profec¨ªa.
Curiosamente, tambi¨¦n en Espa?a (con nuestro Gobierno a la cabeza), un gran n¨²mero parece haber claudicado ante la causa calvinista (?nada distinto puede hacerse!), mientras bajo la mesa hacen vud¨² con una mu?eca de Mutti. Pero esta actitud es insostenible para nuestro pa¨ªs y para el conjunto de Europa. Ser¨ªa bueno si, por un momento, podemos abstraernos del resultado, y de nuestras propias miserias, y mostrar, sin manique¨ªsmos pero a las claras, que Alemania tiene un gran problema de ensimismamiento y de p¨¦rdida de la br¨²jula europea, que le acabar¨¢ pasando factura.
Afuera de su peque?o para¨ªso, Alemania tiene una larga tarea para lavar su imagen entre los ciudadanos del sur. ?Hasta cu¨¢ndo ser¨¢ soportable para el resto el ¨¦xito alem¨¢n y el fracaso propio?. Alemania lleva gastados m¨¢s de 150 billones de euros en rescates; un gran esfuerzo que sin embargo no lo ha rentabilizado pol¨ªticamente. Ha sido un tiempo de contener la crisis y las enormes turbulencias del euro. S¨®lo si Merkel aprovecha su segundo mandato para completar la tarea con pol¨ªticas de crecimiento y una mayor flexibilidad, hay futuro para Alemania y para Europa.
?Pero cu¨¢l es el futuro? ?Va a ser el prometido por la Canciller en campa?a electoral? No a los eurobonos (?qu¨¦ se han cre¨ªdo?); reformas (aunque destrocen los pactos sociales y pol¨ªticos de un pa¨ªs); respeto a los Tratados (mejor si como el Pacto Fiscal se negocian a espuertas del Tratado de la Uni¨®n). ?Mam¨¢ para los alemanes; madrastra para los europeos? Alemania tendr¨¢ un problema si contin¨²a por esa v¨ªa.
M¨¢s all¨¢ de la euforia merkeliana de hoy, el fondo de la cuesti¨®n es ad¨®nde quiere llegar Alemania con Europa, y a responder esa pregunta tienen que contribuir el resto de los europeos. Nadie va a pedir cuentas a Merkel por el incremento de los euroesc¨¦pticos. A nadie se le pide un gran relato. Pero s¨ª son necesarias grandes acciones. Si eres la cuarta econom¨ªa mundial y la primera europea est¨¢s obligado a liderar. Pero hoy lo que se nos ofrece es solo un crecimiento raqu¨ªtico y un despego de la escena internacional.
Sea cual sea el Gobierno resultante, la pol¨ªtica existe. Es hora de que Espa?a y los principales socios europeos renegocien de una manera m¨¢s inteligente las bases de la recuperaci¨®n. Mutti no tiene precisamente un camino de rosas. Le toca aplacar en casa los peores fantasmas de la anti-Europa, y fuera los fantasmas de la anti-Alemania. Queda por ver qu¨¦ podr¨¢ m¨¢s en ella y en la pol¨ªtica alemana: si el miedo a los eur¨®fobos, o el miedo a una gran pol¨ªtica europea. Habr¨ªa, en fin, otra v¨ªa para un giro hacia una pol¨ªtica m¨¢s expansiva: la de una reca¨ªda de la econom¨ªa germana que obligara a un cambio. Pero la v¨ªa del cataclismo es de imprevisibles consecuencias. Eso nos dice la Historia europea.
Vicente Palacio es Director adjunto en la Fundaci¨®n Alternativas
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