Los republicanos insisten en no ceder sin el cambio de la reforma sanitaria
El FMI y el Tesoro alertan de la ¡°cat¨¢strofe econ¨®mica¡± que se avecina. La administraci¨®n federal cumple su tercer d¨ªa de cierre sin visos de soluci¨®n
Sordo a las alertas sobre la cat¨¢strofe econ¨®mica que se avecina e indiferente a las encuestas que lo culpan de esta crisis, el Partido Republicano insiste en que no aceptar¨¢ que el Congreso entregue un d¨®lar m¨¢s al Gobierno si Barack Obama no da marcha atr¨¢s en la reforma sanitaria. ¡°Quieren que capitulemos, no capitularemos¡±, asegur¨® ayer el presidente del partido, Reince Priebus.
La directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, advirti¨® que el enfrentamiento pol¨ªtico en Estados Unidos, que se traduce en un bloqueo presupuestario que ha paralizado la administraci¨®n federal por tercer d¨ªa consecutivo y puede dar lugar a mediados de mes a la suspensi¨®n de pagos, provocar¨¢ ¡°un da?o muy serio, no solo a la econom¨ªa de EE UU, sino a la econom¨ªa de todo el mundo¡±.
El Departamento del Tesoro, por su parte, insisti¨® en que ¡°la suspensi¨®n de pagos puede ser catastr¨®fica: los mercados de cr¨¦ditos se pueden paralizar, el d¨®lar se puede desplomar, los tipos de inter¨¦s en EE UU pueden subir a las nubes¡±. ¡°Podemos encontrarnos ante una crisis financiera y una recesi¨®n similar o peor a los sucesos de 2008¡±, afirma un informe del principal responsable econ¨®mico del Gobierno.
Nada de esto ha creado un gran impacto entre los republicanos, cuyo c¨¢lculo es pol¨ªtico, no econ¨®mico. Por ahora ese c¨¢lculo favorece al Tea Party y a los m¨¢s radicales, que creen que, manteni¨¦ndose firmes en su estrategia contra la reforma sanitaria, obligar¨¢n en ¨²ltima instancia a Obama a negociar y a ceder.
¡°Los republicanos estamos ofreciendo propuesta tras propuesta para llegar a un acuerdo, y nos hemos encontrado con un muro. Obama estaba muy feliz por haber llamado al l¨ªder de Ir¨¢n para hablar con ¨¦l largamente, pero no est¨¢ dispuesto a hablar con los republicanos¡±, declar¨® Priebus. El presidente de la C¨¢mara de Representantes, John Boehner, m¨¢xima autoridad republicana en el Capitolio, declar¨® el mi¨¦rcoles, tras un di¨¢logo fracasado en la Casa Blanca, que seguir¨ªa actuando para ¡°salvar a los norteamericanos del peligro de la reforma sanitaria¡±.
Obama atribuy¨® ayer, por primera vez, la responsabilidad directa de esta crisis a Boehner. El presidente record¨® en un mitin en una factor¨ªa de Maryland que Boehner podr¨ªa someter a votaci¨®n en cualquier momento una ley para extender el presupuesto sin condiciones, ampliar el techo de deuda sin condiciones, permitir la reapertura de los servicios p¨²blicos y despejar las incertidumbres econ¨®micas. Existen en la C¨¢mara suficientes votos republicanos moderados y dem¨®cratas para sacar adelante una ley de esa naturaleza.
?Por qu¨¦ no lo hace entonces? Sencillamente, porque Boehner cree que un paso as¨ª, al que se opone tajantemente el Tea Party, dividir¨ªa de forma irremediable el partido y pondr¨ªa en peligro su cargo como l¨ªder. Boehner ha visto ya varias veces en los ¨²ltimos a?os su cabeza en peligro ante las embestidas del Tea Party. La ha ido salvando porque ha ido cediendo, m¨¢s o menos, a las demandas de los radicales. Ha permitido, por ejemplo, que se vote 43 veces contra la reforma sanitaria. Pero es dif¨ªcil que sobreviviera a una votaci¨®n que, en este momento, equivaldr¨ªa a una derrota del Tea Party, conseguida adem¨¢s en alianza con los dem¨®cratas. Fue, precisamente, un cierre similar de la administraci¨®n ¨Cm¨¢s bien, el fracaso de ese cierre- lo que provoc¨® en 1996 la ca¨ªda de quien entonces era l¨ªder republicano en la C¨¢mara de Representantes, Newt Gingrich.
Pero el caso es que alguien va a tener que pagar un precio pol¨ªtico muy alto para poner fin a esta locura suicida en el que se ha colocado a EE UU. Y ese alguien se va reduciendo cada d¨ªa m¨¢s a dos personas: Obama y Boehner. Si el primero cede un solo mil¨ªmetro en la reforma sanitaria, toda su presidencia queda en entredicho; si es el segundo el que cede, su posici¨®n como l¨ªder ser¨¢ insostenible.
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