El estancamiento como la mejor opci¨®n
La situaci¨®n ha quedado en tablas y arregla las cosas a los protagonistas del conflicto, exepto al desdichado pueblo sirio
Desde la transformaci¨®n de las protestas masivas contra el martirio de unos adolescentes culpables del delito de haber trazado unos grafitis contra el d¨¦spota de Damasco en una guerra contra los civiles de ¨ªndole cada vez m¨¢s sectaria entre las dos ramas principales del Islam y de la que son rehenes otras minor¨ªas religiosas milenariamente asentadas en Siria, la matanza diaria de inocentes ante la muy poco honrosa pasividad de los pa¨ªses democr¨¢ticos ha dado lugar a una serie de quid pro quo como el que argumenta a favor de la no entrega de armas a los rebeldes bas¨¢ndose en el bien fundado temor a que caigan en manos de los extremistas, obviando de hecho que si hay ahora extremistas en Siria se debe precisamente a que no se entregaron hace dos a?os dichas armas a quienes no lo eran. Paralelamente a ello, la denominaci¨®n de terroristas por parte de El Asad a cuantos se manifestaban inermes contra su poderoso clan familiar ha tenido el efecto perverso de crear verdaderos terroristas como los del Frente al Nusra y otros grupos afiliados a Al Qaeda, un cambio que le favorece y aleja el peligro de una intervenci¨®n armada destinada a poner fin a una carnicer¨ªa que se ha cobrado ya m¨¢s de 110.000 v¨ªctimas.
En una caricatura publicada hace unas semanas en International Herald Tribune se ve una monta?a de calaveras empaquetadas en diferentes bolsas de pl¨¢stico con las etiquetas de muertos por la aviaci¨®n, por helic¨®pteros, artiller¨ªa, tanques, ametralladoras, morteros, etc¨¦tera, y junto a dicha monta?a un par de cad¨¢veres sueltos. Dos funcionarios de Naciones Unidas los contemplan y dicen: "Estos parecen haber muerto por gas, habr¨¢ que hacer algo". El humor macabro de la historieta pone el dedo en la llaga al evocar la compleja y ambigua relaci¨®n existente entre los criterios de ¨ªndole humanitaria y los de orden jur¨ªdico, entre las armas convencionales y las armas prohibidas. Mientras el empleo masivo de las primeras no ha provocado en Siria, como ocurri¨® en Bosnia, una intervenci¨®n militar de la primera potencia militar del planeta, el uso de las segundas seg¨²n Obama abrir¨ªa el camino a aquella al amparo de la legalidad internacional, una legalidad de entornos a su vez muy difusos en la medida en que los vencedores de la II Guerra Mundial que integran el Consejo de Seguridad de la ONU no se ponen de acuerdo siquiera en una operaci¨®n puntual de castigo. Enfrentado al dilema de escoger entre lo malo y lo peor (las repercusiones de un ataque a¨¦reo en el escenario ya explosivo del entorno sirio), el presidente norteamericano opt¨® por escabullirse solicitando la aprobaci¨®n del Congreso, Putin se sac¨® de la manga la oferta de destruir bajo control onuense los arsenales qu¨ªmicos (una operaci¨®n que concede un largo respiro a El Asad) y ech¨® de paso un capote a Obama permiti¨¦ndole salvar la cara. Tras esta h¨¢bil jugada de ajedrez del zar ruso, la situaci¨®n ha quedado en tablas y ello arregla las cosas a todos los protagonistas del conflicto, exceptuando claro est¨¢ al desdichado pueblo sirio.
De cuantos art¨ªculos sobre el tema que he le¨ªdo en estos ¨²ltimos tiempos el que me ha parecido m¨¢s ajustado a la cruda verdad de los hechos es el de Edward N. Luttwak, miembro del prestigioso Centro de Estudios Estrat¨¦gicos e Internacionales estadounidenses, publicado en The New York Times y reproducido luego en Le Monde. Con un fr¨ªo pragmatismo que excluye toda consideraci¨®n humanitaria y argumentaci¨®n legalista expone claramente cu¨¢les son los intereses de su pa¨ªs tras las experiencias amargas de Afganist¨¢n e Irak. Una victoria de El Asad, dice, fortalecer¨ªa el eje chi¨ª de Hezbol¨¢ e Ir¨¢n, lo que ser¨ªa un grave rev¨¦s para Washington y su aliado Israel. Un triunfo de los rebeldes extremistas extender¨ªa el yihadismo a todo Oriente Pr¨®ximo y la pen¨ªnsula Ar¨¢biga. En consecuencia: Estados Unidos solo puede favorecer una salida: la de un empate prolongado. Con dicho fin, prosigue, "habr¨¢ que armar a los rebeldes cuando las fuerzas de El Asad lleven las de ganar y suspender dicho aprovisionamiento cuando los rebeldes est¨¦n en posici¨®n de ventaja". En corto: hay que dejar que se combatan hasta el agotamiento rec¨ªproco, aunque esto dure a?os. Mientras se maten entre s¨ª gozaremos de una relativa paz.
Maquiavelo no se expresar¨ªa mejor sin preocuparse un ¨¢pice por la suerte de los millones de v¨ªctimas de un pa¨ªs en ruina. Pero como dice la m¨¢xima antigua abusus non tollit usum.
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