Democracia secuestrada

El manual nos dice que hay que distinguir entre las reglas de juego, aceptadas por todos y a todos por igual aplicables, y luego el juego mismo. La experiencia nos indica luego que la realidad es exactamente al rev¨¦s: el juego incluye el combate por modificar la regla a conveniencia de cada parte. De ah¨ª la dificultad del consenso democr¨¢tico y la necesidad de que existan ¨¢rbitros con autoridad, los tribunales constitucionales, para desempatar unas partidas en las que constantemente se cuestiona el reglamento que sirve para jugarlas.

Un buen ejemplo nos lo ofrece estos d¨ªas la democracia m¨¢s antigua y s¨®lida del mundo, que, sin duda, es la de los Estados Unidos de Am¨¦rica. El partido republicano, con mayor¨ªa en la C¨¢mara de Representantes, est¨¢ boicoteando la aprobaci¨®n de los presupuestos y se dispone a bloquear la autorizaci¨®n de endeudamiento al Tesoro, a menos que el presidente acceda a derogar, o al menos aplazar, la aplicaci¨®n de la legislaci¨®n conocida como Obamacare por la que los ciudadanos sin cobertura m¨¦dica contar¨¢n con ayudas e incentivos de la Administraci¨®n para acceder a un seguro m¨¦dico a precios razonables.

La legislaci¨®n conocida como Obamacare fue aprobada por el Congreso en 2010, cuando ambas C¨¢maras contaban con mayor¨ªa dem¨®crata, durante la primera presidencia de Barack Obama. Fue refrendada con la relecci¨®n del presidente que hab¨ªa convertido la reforma sanitaria en la cuesti¨®n central de su programa hasta asociarla a su nombre. Y finalmente, ratificada en su constitucionalidad por el Tribunal Supremo. Desde el primero de octubre los ciudadanos est¨¢n ya contratando masivamente p¨®lizas para ellos y para sus familias a trav¨¦s de portales de Internet, en una operaci¨®n de gran complejidad y trascendencia para la asistencia sanitaria que van a recibir en el futuro. Si todo funciona al actual ritmo, la actual y enorme bolsa de ciudadanos sin cobertura m¨¦dica pronto habr¨¢ quedado enormemente reducida y EE UU empezar¨¢ a ser un pa¨ªs distinto y m¨¢s parecido en cuanto a sistema de salud a los europeos.

Esto ser¨ªa as¨ª si no fuera por la facci¨®n m¨¢s extremista e insurreccional del partido republicano, conocida como Tea Party, con potentes palancas entre los congresistas, que rechaza cualquier acuerdo presupuestario o sobre endeudamiento que sirva para financiar la reforma sanitaria ya en marcha. As¨ª es como mantiene secuestrado al Congreso hasta amenazar con la suspensi¨®n de pagos de EE UU para dentro de una semana. Su objetivo es, de momento, frenar el ritmo de contrataci¨®n de seguros m¨¦dicos, algo que se producir¨ªa sin lugar a dudas en caso de que la Casa Blanca cediera a su chantaje y ofreciera un aplazamiento en la aplicaci¨®n de la reforma; y, a la larga, hundir la reforma sanitaria completa y conseguir as¨ª, por medios espurios, lo que no alcanzaron por el funcionamiento legal y regular de las instituciones democr¨¢ticas.

Este es el n¨²cleo de la pelea, que la derecha extrema republicana quiere identificar con la defensa de unos valores y un modelo de sociedad ultraliberal e individualista, opuesta al socialismo, al intervencionismo del Estado e incluso al aborto y a la eutanasia, conceptos todos ellos que los republicanos lun¨¢ticos estilo Sarah Palin asocian con la cobertura sanitaria universal. Para librarla, no cuenta tan solo con la mayor¨ªa en el Congreso y la minor¨ªa de bloqueo republicana en el Senado, sino con los medios y el dinero que le proporcionan los grupos de presi¨®n y los millonarios extremistas, dispuestos a cualquier cosa con tal de hacer fracasar a Obama y a los dem¨®cratas.

Anne Appelbaum, brillante autora de una historia de la guerra fr¨ªa (El Tel¨®n de Acero. El aplastamiento de Europa oriental, 1945-56), ha contado mejor que nadie este secuestro en una columna en The Washington Post, titulada "El Partido Republicano pone en peligro la democracia". "En una democracia que funcione ¡ªescribe¡ª no importa lo que piensa la mayor¨ªa en un momento determinado. Lo que importa es lo que deciden las instituciones leg¨ªtimas, representativas y legales".

La t¨¦cnica utilizada por el Tea Party constituye una perversi¨®n del sistema parlamentario, convertido en obstaculizaci¨®n de la pol¨ªtica en vez de instrumento de acci¨®n pol¨ªtica. Ya que no puede dominar al Ejecutivo ni legislar, se dedica a evitar que el presidente gobierne y que el Congreso legisle. Es el secuestro de la democracia, la mayor y m¨¢s tramposa de las modificaciones de la regla de juego que pueda hacerse, cuya acci¨®n destructiva podr¨ªa extenderse m¨¢s all¨¢ incluso del da?o institucional que pueda hacer a EE UU. Una suspensi¨®n de pagos de los bonos da?ar¨ªa a la econom¨ªa estadounidense y probablemente tambi¨¦n a la europea, adem¨¢s de remachar el desprestigio de la superpotencia y de su presidente en un momento de dudas y de declive en su liderazgo internacional.